El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 19 de enero de 2013

A contrarreloj



Dirección: Carl Franklin.
Guión: David Collard.
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Theo van de Sande.
Reparto: Denzel Washington, Eva Mendes, Sanaa Lathan, Dean Cain, John Billingsley, Alex Carter, Antoni Corone.

Matt Lee Whitlock (Denzel Washington), jefe de policía de la pequeña ciudad de Banyan Key, en Florida, está en trámites de separación de su mujer Alex (Eva Mendes) y al mismo tiempo mantiene una relación con una mujer casada (Sanaa Lathan), la cuál padece un cáncer terminal. Dispuesto a ayudarla, Matt le da un dinero decomisado que tiene en custodia como prueba para que pueda financiar un tratamiento para su enfermedad. Sin embargo, todo da un vuelco cuando, esa misma noche, su amante y su marido perezcan en un incendio intencionado.

Hay veces que nos animamos a ver una película por pequeños detalles, aún con la sospecha de que puede que no se trate de una gran obra. Y ésto fue lo que me pasó con A contrarreloj (2003), que me decidí a ver por la presencia de Denzel Washington y la explosiva Eva Mendes, amén de tratarse de un thriller, con lo que puedes esperar pasar un rato entretenido sin complicarte demasiado.

Y la verdad es que A contrarreloj me resultó en general un film muy entretenido y bastante aprovechable, dentro de unos límites, claro está.

El gran problema que suelen tener los thrillers es que recurren con frecuencia a engañar al espectador como base en que sustentar su intriga. Hay veces que el engaño es tan absurdo y tan chapucero que el espectador se siente ofendido. En otras ocasiones, el engaño puede llegar a ser una obra de arte. En A contrarreloj nos encontramos con un término medio: el guión es algo tramposo, pero lo hace con cierta rigurosidad y no nos sentimos estafados. Pero es verdad también que no es demasiado novedoso y que muchos momentos están cogidos con alfileres, se nota que se esforzaron por hacer encajar las piezas, pero le falta talento para llegar a deslumbrar. Es más, la historia arranca muy bien, pero conforme se avanza en la intriga la trama se va volviendo cada vez más previsible y el guión recurre a engaños cada vez menos ingeniosos. Afortunadamente, el desenlace llega en el momento oportuno, con lo que la película salva los muebles antes llegar a ofendernos verdaderamente con sus enredos.

Quizá lo que peor encaja de todo sea la relación de Matt con su mujer Alex y el hecho que sea ella la encargada de investigar las muertes. Ni era un elemento indispensable para la trama, pues no le aporta nada especial, ni resulta creíble que una persona que quiere ayudar a su amante con casi quinientos mil dólares diga al final que no estaba enamorado de ella, sino de su mujer. Es evidente que el guión se decanta por el típico y tópico final feliz a base de una reconciliación que, en verdad, no pega demasiado con todo lo que hemos visto anteriormente y que, como decía, tampoco es especialmente necesaria para el buen funcionamiento de la intriga. Es más, si la policía que investiga el caso no conociera a Matt sería mucho más lógico que éste se sintiera en peligro y creyera necesario resolver el enredo por su cuenta.

A contrarreloj vuelve a redundar en algo que hemos vista ya muchas veces, pero que sigue funcionando bastante bien: una persona inocente se ve en peligro por una serie de pruebas circunstanciales que lo señalan como culpable. Aunque aquí lo lógico hubiera sido confesarlo todo a Alex, que se supone que conocería bien a su marido para confiar en su inocencia, el guión se las apaña para poner a Matt contra la espada y la pared para poder desarrollar la intriga en toda su extensión. Y esta parte la verdad es que funciona bastante bien: las situaciones en que se ve implicado Matt y cómo logra salir en cada ocasión del enredo con bastante habilidad nos mantienen en vilo y llegamos a pasar casi los mismos apuros que el protagonista. Y en ésto, gran parte de la culpa la tiene el bueno de Denzel Washington, que una vez más se carga la película a sus espaldas y sale airoso del empeño. Su trabajo es admirable. En cuanto a Eva Mendes, pues está aquí para lucir tipo y encandilarnos con ese par de ojazos negros, pero como actriz la verdad es que se muestra muy justita. Mucho mejor me pareció el trabajo de Sanaa Lathan, otra hermosa mujer que sí que sabe meterse en el papel y cuyo trabajo estuvo a la altura de lo esperado. En algunas escenas con Denzel Washington logró que saltaran chispas.

Y poco más podemos decir de esta película. Lo bueno es que te hace pasar un buen rato, pues cuenta con una intriga emocionante y logra implicarte en las desventuras del jefe Whitlock. Lo peor es que es un film sin gran talento, un mero pasatiempo que, además, se va desinflando poco a poco por culpa de la necesidad de llegar a un final feliz que no resulta demasiado convincente. Aún así, si sólo quieres pasar el rato, la película cumple con ese cometido.

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