El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 2 de enero de 2013

Depredador



Dirección: John McTiernan.
Guión: Jim Thomas & John Thomas.
Música: Alan Silvestri.
Fotografía: Donald McAlpine.
Reparto: Arnold Schwarzenegger, Carl Weathers, Elpidia Carrillo, Bill Duke, Kevin Peter Hall, Sonny Landham, R.G. Armstrong, Jesse Ventura.

Un grupo de mercenarios es contratado por la CIA para rescatar a un ministro que ha sido apresado por la guerrilla en la selva centroamericana. Al llegar al campamento de los guerrilleros, el Mayor Alan "Dutch" Schaeffer (Arnold Schwarzenegger), jefe del comando de rescate, descubre que han sido engañados: la verdadera misión era destruir el campamento rebelde. Durante el viaje de regreso se dan cuenta de que algo misterioso e invisible está dándoles caza uno a uno.

Parece ser que siempre se puede dar otra vuelta de tuerca dentro de un género como el cine de acción que no ofrece, en teoría, demasiadas novedades a nivel argumental. Al menos es lo que parece predicar John McTiernan con Depredador (1987).

Cuando uno se dispone a ver por primera vez Depredador piensa al instante en otro vehículo para el lucimiento físico de Schwarzenegger, donde debemos esperar muchas escenas de acción, un guión cortito y una interpretación aún más cortita por parte de este "actor". Y el arranque de la película viene a confirmar punto por punto nuestras espectativas. Pero cuidado, que no todo es lo que parece y de pronto la historia empieza a tomar un giro inesperado que nos desconcierta. A partir de ese instante, la película ya no nos dejará ni un segundo en paz. Aquí reside el mérito de Depredador, un film que juega muy bien sus cartas, en este caso una verdadera sorpresa argumental, y que consigue que una película que habíamos pensado que era un mero pasatiempo sin mucho interés nos atrape por medio de una intriga un tanto rebuscada, pero terriblemente eficaz y que hace que no despeguemos la vista de la pantalla en cuanto comenzamos a intuir la presencia de la bestia. Así se transforma lo que pensábamos que era la propuesta básica de la película que se transforma en un film cargado de tensión donde vemos que los protagonistas son asesinados uno a uno por un enemigo terriblemente superior al que ni siquiera pueden ver. Como ellos, el espectador participa al comienzo del miedo hacia lo desconocido. ¿Cómo enfrentarse a alguien que ni siquiera sabemos si es humano? Y la verdad es que McTiernan maneja la tensión con gran acierto. Poco a poco los soldados van siendo eliminados y la película nos contagia la certidumbre de que no es posible vencer a ese enemigo implacable.

Y el otro gran acierto de la película es que consigue darle la vuelta a la situación de un modo muy plausible y ciertamente original y sencillo: el extraterrestre no puede ver a Dutch cuando está cubierto de barro. Aquí reside la clave para que el desenlace no nos defraude, resulte convincente y culmine de un modo brillante la gran tensión que habíamos padecido.

Y sin olvidarnos de un aspecto, no por elemental, menos importante: cuanto más terrible sea el peligro, cuanto más fuerte y despiadado sea el enemigo, mucha mayor será la emoción y la satisfacción final. McTiernan lo sabe, juega con ello y nos brinda un final espectacular para mayor gloria de nuestro héroe.

Además, contamos también con un diseño formidable del alienígena asesino, obra de Stan Winston (creador también del Alien, Terminator o Eduardo Manos Tijeras) y que consigue realmente asustarnos.

Es evidente que el director sabe manejarse con mucha soltura en este tipo de situaciones. Logra crear un clima tenso que va aumentando lentamente desde que comenzamos a adivinar que algo extraño se oculta en la selva. No es sencillo brillar en películas que aparentemente solo buscan entretenernos, pero McTiernan demuestra que también en el cine de acción hay talentos y talentos. Por si tuviéramos dudas, al año siguiente volvió a firmar un film redondo con La jungla de cristal (1988).

En el lado negativo tenemos que poner las limitaciones del guión. Lo importante es centrarse en la acción, desarrollar la intriga en sí misma, por lo que el resto de aspectos se dejan un poco de lado. De ahí que no se pierda demasiado tiempo ni talento en definir a los componentes del comando. El guión se limita a una somera caracterización de los protagonistas, dibujados con un par de brochazos donde no hay lugar para muchos matices. Se sucederán las muestras de hombría, las bromas entre machos y, como no, la camaradería de los que mueren juntos en la lucha. Todo muy visto.

Tampoco los diálogos son para recordar. Cumplen con los tópicos que uno espera escuchar en este tipo de películas, donde los hombres son los tipos más duros que uno pueda echarse a la cara. Así que hay que prepararse para una retaíla de frases lapidarias que no sorprenderán a casi nadie.

En cuanto al reparto, decir que no merece demasiados aplausos, más bien lo contrario; empezando por Arnold Schwarzenegger, cuyas dotes interpretativas son más bien escasas. Lo que no se puede negar es que su presencia es bastante rotunda y, como es lo que se busca, pues podemos concluir que cumple con aquello para lo que se le contrató. Además, su presencia garantizaba un buen tirón en taquilla. Sus compañeros de reparto también añaden músculo a la historia, pero tampoco creo que ninguno pueda llegar a optar por un premio por su arte dramático.

Otro de los detalles en que creo que el film falla es cuando el guión intenta ponerse demasiado serio y trascendental, especialmente con la muerte de alguno de los soldados. Es lógico que los compañeros se aflijan, pero algunas frases lapidarias no quedan del todo bien. Es el peaje que debe pagar una historia donde los personajes y los diálogos se dejaron en un segundo plano en beneficio de la acción y la intriga.

Aún con todos estos defectos mencionados, Depredador es, dentro de su categoría y sabiendo el fin con el que fue diseñado, una muy buena película. Tiene intriga, mucha emoción, efectos especiales muy buenos, nos mantiene en vilo durante casi todo el tiempo y posee la suficiente originalidad para destacar entre la gran cantidad de películas de acción que nos invaden.

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