El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 18 de enero de 2013

La reina de África



Dirección: John Huston.
Guión: James Agee, John Huston (Novela: C.S. Forester).
Música: Allan Gray.
Fotografía: Jack Cardiff.
Reparto: Humphrey Bogart, Katharine Hepburn, Robert Morley, Peter Bull, Theodore Bikel.

Estamos en el África Oriental alemana donde Charlie Allnut (Humphrey Bogart) se dedica a transportar mercancías y correspondencia por el río Ulanga con su vieja embarcación, llamada African Queen. En una de las aldeas que suele visitar tiene su misión el reverendo Samuel Sayer (Robert Morley), al que ayuda su hermana Rose (Katharine Hepburn). Al estallar la Primera Guerra Mundial, los alemanes reclutan a la fuerza a los nativos y queman sus casas, lo que provoca que el reverendo Samuel enferme y enloquezca al ver destruida su labor de tantos años. Cuando Charlie regresa a la aldea, Samuel ha fallecido y solo queda allí Rose, por lo que decide llevarla con él en su barco.

La reina de África (1951) es una de esas películas maravillosas que han pasado con todos los honores al Olimpo del cine. Obra maestra, clásico inmortal, cualquier atributo le queda como anillo al dedo a esta genial creación de John Huston.

La película es una perfecta mezcla de cine de aventuras, comedia, romántico y bélico. Tal cóctel parece improbable que saliera mejor sino fuera de la mano de John Huston. Pero también tienen mucha culpa del encanto de esta película sus dos protagonistas: Humphrey Bogart y Katharine Hepburn.

La reina de África es, básicamente, un film de aventuras con el telón de fondo de la Primera Guerra Mundial, concretamente, en su un tanto absurda ramificación africana. Un trotamundos desaseado y rudo, capitán de un destartalado barco, y su estirada pasajera, una madura solterona inglesa de firmes principios religiosos, han de unir fuerzas en un proyecto descabellado fruto del patriotismo y la ignorancia de Rose, que decide que, en lugar de esperar tranquilamente el fin de la guerra, lo mejor es intentar servir a la patria atacando un barco de guerra alemán. Es verdad que, bien mirado, el argumento no es del todo creíble y menos que un hombre de vuelta de todo acceda a cumplir con los deseos absurdos de esa mujer. Pero aquí entra en juego la habilidad de John Huston y la química de los protagonistas para transformar un argumento dudoso en una delicia de película.

Puede que parte de la culpa de que el film funcione tan bien es por el hecho de que pronto la excusa argumental de atacar a los alemanes se quede en un muy segundo plano. Huston utiliza este recurso para crear un fin, una meta para un viaje que sino no tendría sentido. Pero una vez creado el marco, lo importante pasa a ser la relación entre los protagonistas, dos personas opuestas en todo que acabarán profundamente enamoradas. Y es aquí cuando el guión de La reina de África saca a relucir todos sus quilates. Y es que da gusto disfrutar de un buen guión que sabe profundizar en los personajes y dibujarlos con un par de pinceladas precisas, de manera que en muy poco tiempo sabemos las debilidades y las fortalezas de Rose y de Charlie. Pero aún es más maravilloso disfrutar de su encuentro, su enamoramiento y ver que, cuando un guión es bueno de verdad, todo termina por encajar perfectamente. A pesar de la distancia que los separaba al principio, entendemos perfectamente que ambos acaben juntos y su amor no resulta extraño ni forzado, sino algo lógico y natural en dos personas solitarias a las que la adversidad termina por reunir.

Evidentemente, la presencia de Bogart y de Katharine Hepburn es fundamental para que esta relación nos resulte tan convincente y tan conmovedora. Ambos eran ya maduros, pero aún así su pasión resulta encantadora y convincente. Bogart sale del papel habitual de tipo duro y resulta de lo más tierno ver como cede ante una mujer decidida y firme, primero por dejadez, luego por amor. Su trabajo, impecable, le valió ganar el único Oscar de su carrera. Hepburn está igualmente genial, y de hecho fue nominada al Oscar, aunque esta vez no lo ganó. Sin embargo, la encuentro un poco más dependiente de sus tics habituales que a Bogart de los suyos, por lo que en algún momento me era inevitable ver que estaba interpretando su papel. Bogart, en cambio, me resultó mucho más natural. Ambos, de todos modos, gracias a la química que lograron crear entre ellos, son los grandes responsables de que esta película siga siendo especialmente encantadora, no importa las veces que la veamos.

En cuanto al trabajo de John Huston decir que es admirable en todos los sentidos. La película transurre en un 80% dentro del barco solo con Bogart y Hepburn. Lograr mantener el interés, el ritmo y emoción con tan poco es admirable y el director saca petróleo de esta situación. En ningún momento el film pierde interés, tampoco necesita recurrir a las típicas escenas de relleno a base de mostrarnos secuencias de la selva y sus habitantes. Todo lo que pasa en el African Queen tiene un porqué y un sentido concreto y ayuda a que la historia avance y, en especial, a entender a los protagonistas.

Son muchas las anécdotas que se cuentan sobre el rodaje de la película, que resultó especialmente duro al filmarse buena parte de la película directamente en África, en parte por el espíritu aventurero de John Huston. Cuentan, por ejemplo, que todo el equipo enfermó de disentería por culpa del agua, menos Huston y Bogart, que sólo bebían alcohol.

Anécdotas aparte, La reina de África es un film maravilloso del que es imposible no encariñarse. Además de las nominaciones para sus protagonistas, el film también recibió la nominación al mejor director y al mejor guión.

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