El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 12 de marzo de 2010

Los amigos de Peter


Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992) es uno de esos films que se prenden de uno casi sin querer; es de esas películas que, si sintonizan contigo, se convierten en tu compañera allá por donde vayas.

Peter decide reunir a sus antiguos compañeros con motivo de la fiesta de fin de año diez años después de su último momento juntos. Sus vidas, durante ese período de tiempo, los han llevado por caminos dispares y la reunión, entrañable en un principio, les hará enfrentarse a cada uno con su propio destino. Pero al final de todo espera aún una nueva sorpresa.

El tema de los amigos de juventud que tienen de pronto la ocasión de reencontrarse de nuevo sirve a Kenneth Branagh para hacer una entrañable, y a veces ácida, reflexión sobre lo que la vida nos puede llegar a deparar o sobre en que terminan de convertirse las expectativas de futuro. Cada uno de los amigos tendrá que enfrentarse a sus propios demonios en una cinta con ese maravilloso toque británico en que la comedia ligera se tiñe de repente con un tinte de drama que, sin embargo, no pierde nunca la perspectiva ni la mesura. También es el marco para tratar de otro tema bastante en boga en aquellos años y que es mejor no revelar para poder disfrutar, aquellos que no la hayan visto aún, plenamente de la película.

Apoyándose en una pegadiza banda sonora llena de temas bastante conocidos, el film destaca también por un reparto brillante donde los más conocidos para el gran público serían el propio Kenneth Branagh, Emma Thompson, siempre soberbia, y Hugh Laurie (famoso años después gracias a la serie House).

El resultado es un film elegante, lleno de pequeños instantes para enmarcar, de reflexiones que abren la puerta a espacios a veces olvidados del alma. No es apto para todos los públicos pero, como decía al empezar, si eres de los afortunados que te dejas atrapar por esta película, sin duda te sentirás gratamente recompensado cuando se baje el telón.

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