Ha habido diferentes maneras de afrontar el tema del sida en el cine. Algunas pecaban por exceso, otras tocaban el tema aunque en realidad trataran de muchas más cosas (Los amigos de Peter), pero el mérito de Philadelphia (Jonathan Demme, 1993) reside en que se trata de una gran película, por encima del tema que aborda.
Un brillante abogado, Andrew Beckett ( Tom Hanks), es despedido por el bufete de abogados para el que trabaja al descubrir sus jefes que padece el sida. Sin embargo, recurren a un despido por incompetencia profesional para encubrir sus verdaderos motivos. Beckett decide entonces demandarlos pro despido improcedente.
Lo primero que habría que destacar de esta película es el brillante reparto encabezado por un convincente y emotivo Tom Hanks que vio recompensada su asombrosa interpretación con el Oscar al mejor actor. A su lado, Denzel Washington, siempre eficaz, en el papel de su abogado y un Antonio Banderas en el papel de novio de Hanks muy acertado. Jason Robards es el jefe del despacho de abogados que despide a Beckett. El resto del reparto está al nivel de las primeras figuras y consigue unos niveles excelentes de convicción y realismo.
Pero lo más gratificante de la película es la elegancia con que se trata el tema, más en un momento, principios de los noventa, en que el sida era aún una enfermedad mortal en imparable desarrollo. El ritmo es pausado y los diálogos precisos, sin alardes ni excesos, buscando dar una imagen del tema veraz y sin estridencias. Se ofrece una visión muy humana del dolor y la decandencia del enfermo, al tiempo que se hace referencia a otro de los problemas serios al que se enfrentaban los pacientes y sus familias: el rechazo de la sociedad que los convertía en una especie de apestados.
Algunas escenas son estremecedoras y consiguen cotas de gran intensidad, siempre desde una postura respetuosa y contenida logrando mostrarnos al enfermo del sida en toda su conmovedora fragilidad, transformando el miedo natural que se siente hacia esa enfermedad en un sentimiento de compasión y comprensión.
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