El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 22 de enero de 2011

Al final de la escapada



Hay películas cuya fama excede a sus valores artísticos, que su repercusión va más allá de sus modestas pretensiones iniciales. Esto es lo que sucede con Al final de la escapada (Jean-Luc Godard, 1959), film considerado el manifiesto en imágenes de la Nouvelle Vague, de ahí su reputación y su presencia como un hito en la historia del cine.

Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) es un joven que vive de pequeños robos y algún trabajo ocasional en el cine. Durante un viaje con un coche robado, mata a un policía que intentaba detenerlo. Se va entonces a París en busca de un amigo que le debe dinero y también a ver a Patricia (Jean Seberg), una estudiante americana con la que tuvo una aventura.

Al final de la escapada es la primera puesta en escena de los planteamientos teóricos que los jóvenes críticos de la revista "Cahiers du cinéma" llevaban tiempo madurando. La película, con guión del propio Godard y de su amigo François Truffaut, basada en una idea original del segundo, nace como reacción al encorsetado cine francés de la época, un cine que quería producir obras de calidad con elevadas pretensiones artísticas. De este modo se entienden todas las innovaciones formales reunidas atropelladamente en los 88 minutos que dura el film.

Por un lado, no se parte de guión realmente elaborado. La historia se apoya en improvisaciones constantes de los actores. Además, se rompe con la manera tradicional de narrar la historia. Es significativo como Godard da importancia a escenas en principio secundarias, como la de la pareja en la cama, que se extiende durante 15 minutos, mientras se suceden otras más trascendentales en apenas unos segundos, como la muerte del policía. Sumemos a ésto transiciones abruptas, encuadres artificiosamente extraños, movimientos nerviosos de la cámara, uso de fundidos, alteraciones del raccord, el rodaje en plena calle (lo que da lugar a momentos en que los transeuntes se quedan mirando a la cámara sorprendidos), etc.

El resultado, formalmente, no podía ser otro que un film que rompía abiertamente con la sintaxis tradicional y se mostraba decididamente trasgresor. Para ello, también se recurrió a un lenguaje decididamente directo y hasta osceno, teniendo en cuenta que estamos en 1959. Que ésto pueda considerarse una nueva forma de expresión artística es algo que personalmente pongo en duda.

¿Cuál es el resultado final? Siendo sinceros, Al final de la escapada no deja de ser un curioso experimento. Transgresor y novedoso en su momento, hoy en día cuenta con tantas virtudes como defectos. Si bien es verdad que supuso un soplo de aire fresco en el cine francés de la época y que marcó un cambio en la manera de entender la narrativa cinematográfica, su calidad final dista poder equipararse con su significado histórico.

A la película, sin duda, le hubiera venido bien un guión más trabajado, pues la especie de homenaje de Godard a su amado cine negro y a alguno de sus íconos, como Humphrey Bogart, resulta un tanto patético. Tampoco es capaz Godard de escapar a la pendantería y hay momentos en la película demasiado pretenciosos, previsibles e incluso ridículos (las referencias constantes a pintores, músicos, la propia banda sonora, etc) que matan un tanto la pretendida frescura de la propuesta. Godard será muy transgresor, pero no puede evitar el chauvinismo patrio y termina dedicando importantes momentos de la película a hacernos una visita turística del París más típico, sin que falte ningún rincón clásico sin filmar.

Lo mejor de Al final de la escapada es su pareja protagonista, pero más por su propia imagen que por lo que pueda querer trasmitirnos Godard con ellos. Jean-Paul Belmondo está realmente atractivo, con una fuerza y una frescura naturales impresionantes. A su lado, Jean Seberg resulta sencillamente preciosa. Si la larga secuencia de los dos en la cama no llega a cansarnos del todo, si bien en algún momento se hubiera agradecido que se acortara, es por la magnética presencia de ambos y la química que hay entre ellos. Desafortunadamente, los diálogos un tanto infantiles y nada interesantes le restan intensidad a una secuencia que hubiera podido ser clave.

El resultado final es que estamos ante una película de esas denominadas de culto, pero cuyos méritos reales no son tantos como podría pensarse y donde quizá su importancia verdadera no resida en ella misma, sino en el camino que abrió y que permitió que directores posteriores supieran sacar mejor partido, domesticando y puliendo las propuestas caóticas de Godard, a la nueva manera de entender y plasmar el lenguaje cinematográfico que se plantea con esta película.

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