El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 30 de enero de 2011

Esplendor en la hierba




Dirección: Elia Kazan.
Guión: William Inge.
Música: David Amram.
Fotografía: Boris Kaufman.
Reparto: Natalie Wood, Warren Beatty, Pat Hingle, Audrey Christie, Barbara Loden, Zohra Lampert, Sandy Dennis.

Esplendor en la hierba (1961), que toma su título de unos versos del poeta William Wordsworth ("Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo."), es un reputado melodrama que trata un tema que volverá a aparecer en la obra de Kazan: los conflictos generacionales entre padres e hijos.

Bud Stamper (Warren Beatty) y Deanie Loomis (Natalie Wood) salen juntos y están profundamente enamorados el uno del otro. Su relación ha llegado a un punto en que Bud necesita llegar un poco más lejos, pero la férrea educación de Deanie es un obstáculo insalvable. Bud, desesperado, le confiesa a su autoritario padre que quiera casarse con su novia ya. Pero cede ante la petición de éste que lo haga tras ir a la universidad.

Esplendor en la hierba es un drama, decíamos, sobre las relaciones entre padres e hijos; más en concreto, sobre las consecuencias de una educación estricta y represiva que obligaba a la mujer decente a permanecer virgen hasta el matrimonio. Y será la lucha de la pareja protagonista entre sus apetitos sexuales y lo que sus padres les dicen que es lo conveniente lo que desencadenará el drama.

Elia Kazan arremete con fuerza contra esa moral estricta y, muy a menudo, hipócrita que tenía reservado al hombre el papel dominante, mientras la mujer tenía que plegarse a sus deseos, dócil y sumisa. Incluso, como se insinúa en un momento del film, si ésta era decente, accedería a los deseos sexuales del marido para tener hijos, pero sin hallar placer en ello. El problema de la película, desde mi punto de vista, no está en la validez o no hoy en día de ese discurso, evidentemente devastado por el paso del tiempo, sino la manera un tanto torpe y simplista en como está presentado.

Los protagonistas nos parecen dos atolondrados y no terminamos realmente de ponernos en su piel. Es verdad que hoy en día es complicado comprender sus dudas y sus miedos, pero la raíz del problema reside en que sus personajes son un tanto planos. En general, todos los personajes de la película son presentados de manera un tanto esquemática, algunos bastante estereotipados. Además, algo que me llamó la atención desde el principio fue la pobreza de los diálogos, con frases sin fuerza y sin la necesaria fluidez en las conversaciones, que a veces parecían progresar como a empujones. Todo ello hace que la historia no avance con decisión, es todo tan extraño que es imposible comprender acertadamente las reacciones de los protagonistas. Así, podemos tener la impresión por momentos que Bud no es que esté enamorado de Deanie, sino que sólo desea tener sexo con ella y, al no conseguirlo, la deja plantada. El desarrollo de la historia demostrará que no es del todo cierto, pero el planteamiento del director no es todo lo preciso que debiera.

Repito, el planteamiento tiene su punto de interés, pero el problema es que la historia está presentada de manera bastante plana. Nunca terminamos de comprender del todo las reacciones de Bud y Deanie y cuando ésta sufre la crisis, nos quedamos sin una explicación convincente.

La película supuso el debut en el cine de Warren Beatty, con una presencia poderosa en la pantalla, aunque un tanto acartonado en su interpretación. A su lado, una hermosa Natalie Wood en la cima de su carrera y nominada como mejor actriz, aunque no se llevó el oscar, y un brillante elenco de secundarios, donde me gustaría destacar la brillante interpretación de Pat Hingle, como el autoritario padre de Bud. Como nota curiosa, el guionista de la película, William Inge, ganador del Oscar al mejor guión original, hace el papel del reverendo Whitman en la película.

Decía Elia Kazan que, de todas sus películas, lo que más valoraba de Esplendor en la hierba era que tenía el mejor final. Sin estar de acuerdo con el señor Kazan, sí que hay que reconocer que esa nostalgia que brota de los versos de Wordsworth es de los detalles más hermosos de la película.

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