El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 30 de enero de 2011

Los USA en zona rusa



Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen (Obra: Woody Allen).
Fotografía: Carlo Di Palma.
Reparto: Woody Allen, Mayim Bialik, Dom DeLuise, Michael J. Fox, Edward Herrman, Julie Kavner, Josef Sommer.

Los Usa en zona rusa (Woody Allen, 1994) es un telefilm rodado por Allen a partir de una pieza teatral suya de los años sesenta y que ya había sido objeto de una adaptación a cargo de Howard Morris en 1969. La verdad es que el trabajo podría muy bien haberse estrenado en los cines, pues el resultado es una obra muy digna, con algunos momentos realmente inspirados.

En plena Guerra Fría, una familia de norteamericanos que hacen turismo tras el Telón de Acero tienen que refugiarse apresuradamente en la embajada norteamericana al ser tomados por la policía comunista como espías occidentales. Al frente de la embajada se encuentra, circunstancialmente, el hijo del embajador, diplomático un tanto negado que parece tener un imán para los problemas. La llegada de los Hollander con la policía pisándoles los talones será el principio del caos en la embajada.

Los USA en zona rusa, lamentable título castellano que poco tiene que ver con el original Don't drink the water (No beba el agua), no deja de ser una pequeña comedia alocada donde encontramos gran parte de las características del humor un tanto absurdo de Woody Allen, con esa marcada tendencia por los diálogos desenfrenados y, a veces, algo excesivos. En general, el tono roza lo absurdo y lo exagerado en multitud de situaciones. No estamos ante el humor más intelectual y trabajado de otras obras, sino que nos recuerda más los primeros trabajos del director, como Toma el dinero y corre (1969) o El dormilón (1973), donde lo fundamental es la comedia en sí misma, bebiendo del absurdo y estirando las situaciones al máximo.

La verdad es que algunas bromas y muchos diálogos están al nivel de lo mejor de Allen, pero el tono general de la película no consigue las cotas de las obras consagradas del director. Como decía, creo que la trama roza lo absurdo demasiado a menudo, hay situaciones que parecen un tanto forzadas y la sensación de que estamos ante pequeñas escenas ensambladas más que ante una obra perfectamente construida.

El reparto, sin embargo, es muy bueno. Allen, como el señor Walter Hollander, está en el papel más o menos habitual en él y no defrauda en absoluto. Julie Kavner, como su esposa Marion, Mayim Bialik, como la hija de los Hollander, Michael J. Fox, en el papel del hijo del embajador, o Dom DeLuise, como el sacerdote refugiado, componen un eficaz reparto que, junto con algunas frases memorables, son lo mejor de la obra.

Hay una referencia directa a Uno, dos, tres (Billy Wilder, 1961) en una escena de la película, además de ambientarse ésta en 1961. Pequeño guiño de Allen hacia otra comedia sobre la Guerra Fría, también disparatada y absurda. Tampoco renuncia el director a sacar el tema de la magia, presente en algún título más suyo, tema que desde niño parece ser que le gustó mucho a Allen. En esta ocasión, es el sacerdote quién, para entretenerse en su confinamiento en la embajada, intenta aprender algunos trucos de magia. La verdad es que son gags bastante previsibles, pero aportan su granito de locura a la trama y, algunos, como el del conejo, resultan especialmente inspirados.

En definitiva, una comedia bastante fresca, sin muchas pretensiones, pero con suficientes buenos momentos para que lamentemos que no sea tan conocida como quizá debiera. Sin duda, el hecho de no llegar a los cines ha ocasionado que aún hoy en día sea una obra bastante desconocida de Allen. Una lástima, pues en conjunto es un buen trabajo con algunas frases realmente hilarantes. Como muestra:

Marion Hollander: ¿Quién te manda coger objetos extraños?
Walter Hollander: Así nos conocimos.

El cocinero: La ternera de anoche era anguila y usted limpió el plato.
Walter: Mire en el jarrón al lado de la mesa del comedor.

Walter: ...está loco, años de demencia lo han vuelto loco.

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