El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Eva al desnudo


Dirección: Joseph L. Mankiewicz.
Guión: Joseph L. Mankiewicz.
Música: Alfred Newman.
Fotografía: Milton Krasner (B&N).
Reparto: Bette Davis, Anne Baxter, George Sanders, Celeste Holm, Gary Merrill, Hugh Marlowe, Gregory Ratoff, Barbara Bates, Marilyn Monroe, Thelma Ritter.

Eve Harrington (Anne Baxter) se apresta a recoger un prestigioso premio a la mejor interpretación teatral de la temporada. Sin embargo, hace unos pocos meses atrás, Eve no era más que una joven admiradora de la gran estrella del teatro Margo Channing (Bette Davis), de quién no se perdía una sola representación.

Eva al desnudo (1950) es uno de los títulos míticos del cine. Para muchos, es la mejor película de todos los tiempos. Lo que no cabe duda es que es la mejor a la hora de retratar el arribismo y la ambición desmesurada, escrita y dirigida por uno de los grandes del cine clásico, Joseph L. Mankiewicz, un genio de ese cine analítico dominado por una puesta en escena elegante, sobria y unos diálogos excepcionales.

Escrita por Mankiewicz a partir de un relato de Mary Orr titulado "The wisdom of Eve", la película está narrada utilizando el muy teatral recurso del flashback y la voz en off, recursos muy queridos por el director y que maneja aquí con una eficacia prodigiosa.

Mankiewicz despliega un guión poderoso y perfecto en el que irá desvelando poco a poco, con sutil destreza e inteligencia, la verdadera personalidad de una ambiciosa joven que aspira a hacerse un hueco en el mundo del teatro y que no duda en utilizar su inteligencia y sus engaños para conseguirlo, ocultándose en una falsa modestia y servilismo que en un primer momento logran engañar a casi todo su entorno. Este es sin duda uno de los pilares en que asienta esta sólida y ácida película, un guión soberbio que oculta la personalidad de Eve, engañando al espectador igual que a Eve engaña a Margo. Como ella, nosotros iremos conociendo la cara oculta de la servicial Eve lenta y dolorosamente.

La radiografía de la maldad de Eve es colosal, pero Mankiewicz aprovecha también para hacer un precioso retrato de los bastidores del mundo del teatro, con sus egos desmedidos y sus divas caprichosas, presas de histerias y miedos variados, como el miedo al fracaso, a envejecer o al olvido.

Y la magia de toda esta puesta en escena reside en gran parte en unos diálogos prodigiosos, precisos y certeros y de un nivel al que ya no estamos acostumbrados a disfrutar actualmente, por desgracia.

El otro pilar de este portentoso film es un reparto de lujo. De Bette Davis ya poco se puede decir. Esa mujer tenía un talento tal que su sola mirada era ya suficiente para trasmitirnos todo un mundo interior. Segura y carismática, su trabajo es de una riqueza asombrosa. Anne Baxter, su temible rival, está también perfecta, con sus dos caras totalmente convincentes; cuando ejerce de humilde y servicial es imposible no apiadarse de ella y ayudarla y cuando revela su verdadera cara, su mirada da miedo realmente. Completan el reparto actores de la talla de George Sanders, impecable como cínico y calculador crítico teatral; Celeste Holm, la refinada e ingenua esposa del escritor teatral, víctima también de las mentiras de Eve, y que aporta a su personaje ese glamour típico de la alta sociedad; o Thelma Ritter, encarnando a Birdie, la asistenta personal de Margo y la única que ve venir a Eve. Mencionar la breve aparición de Marilyn Monroe, en unos de sus primeros trabajos en el cine.

Eva al desnudo obtuvo nada menos que catorce nominaciones a los Oscars, un récord absoluto que aún no ha sido superado. Llevándose finalmente seis premios: mejor película, director (Joseph L. Mankiewicz), guión adaptado (Joseph L. Mankiewicz), vestuario, sonido y mejor actor secundario (George Sanders).

Sin duda, una de las cimas de ese cine clásico que se ha perdido para siempre, donde el drama se servía con elegancia e inteligencia y en donde asistimos a un análisis de la naturaleza humana sutil, profundo y muy acertado. Para disfrutar en silencio, como una ceremonia íntima y privada.

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