El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Relaciones confidenciales


Dirección: Daniel Algrant.
Guión: Jon Robin Baitz.
Música: Terence Blanchard.
Fotografía: Peter Deming.
Reparto: Al Pacino, Kim Basinger, Téa Leoni, Ryan O'Neal, Richard Schiff, Sophie Dahl, Bill Nunn, Robert Klein, Mark Webber, Paulina Porizkova.

Eli Wurman (Al Pacino) es un maduro relaciones públicas que no está pasando por la mejor racha de su vida. Una noche, su único cliente, Cary Launer (Ryan O'Neal), un famoso actor de Hollywood, le pide que vaya a sacar de comisaría a una joven actriz de televisión. Lo que no sabe Eli es que ese sencillo trabajo se va a complicar cuando esa actriz sea asesinada en su habitación de hotel, siendo él el único testigo de ello.

No resulta sencillo hacer un balance de Relaciones confidenciales (2002). Por un lado, tiene el empaque y la solidez de un film serio, casi de autor. De hecho, el clima de la película así como la personal puesta en escena resultan muy expresivos y hasta agobiantes por momentos. Pero por otro lado, al final uno tiene la sensación de que todo este montaje se ha quedado en tierra de nadie, a medio camino de cualquier punto final.

Lo primero que llama la atención es el propio Al Pacino, que de nuevo parece repetir personaje, pues su Eli Wurman falto de sueño y alimentado con cóctel de pastillas y drogas resulta bastante familiar. Uno recuerda su papel en Insomnio (Christopher Nolan, 2002), por ejemplo, y termina llegando a la conclusión de que Pacino ha terminado encasillado en un mismo personaje o en una variación del mismo. Aún así, su trabajo es muy bueno. Resulta tan perfecto en su decrepitud que hasta llega a resultar agobiante. Lo mejor de todo es que no abusa de su caracterización, manteniéndose dentro de una contención que se agradece.

Sin embargo, la esencia de un thriller es su intriga, la trama y cómo evoluciona o afecta a la historia. Pero en Relaciones confidenciales la intriga no toma protagonismo en ningún instante, a pesar de que desde que aparece en escena uno no deja de esperar ver cómo se desarrolla este nuevo elemento argumental. Pero el guión la usa como simple marco, un decorado que está ahí pero que llega a desarrollarse convenientemente. Y es que lo que parece importar casi exclusivamente a Daniel Algrant es el retrato de Eli Wurman, su decadencia y cómo intenta sobrevivir en un mundo que por momentos lo supera. Es el retrato de un ocaso, del declive de alguien en su momento importante y que ahora se aferra a un pasado del todo caducado, cada vez con menos convicción y energía.

Si el trabajo de Al Pacino es muy bueno, tampoco se queda atrás Téa Leoni, muy convincente en su papel de joven actriz enganchada a las drogas y cuya presencia resulta muy atractiva. También Kim Basinger cumple con solvencia y demuestra que aún es una mujer sumamente atractiva. La película nos permite también volver a ver a Ryan O'Neal, un actor con una carrera no demasiado brillante.

A pesar del buen trabajo de Daniel Algrant, que crea una atmósfera muy lograda, la película termina perdiendo fuerza progresivamente, tal vez por no desarrollar ni el thriller ni el romance (la relación entre Eli y su cuñada (Kim Basinger) no pasa de un mero esbozo), y terminar repitiendo escenas de la decadencia y torpeza de Wurman que parecen no llevar a ninguna parte.

Cuando llega finalmente la hora del desenlace, la película se decanta por un final un tanto precipitado que, por otra parte, se adivina en cuanto Eli se decide a abandonar su triste decadencia por una vida tranquila con su cuñada en el sur; y es que esa esperanza contradice el tono pesimista de la historia y uno anticipa que el final feliz no va a ser parte de la función esta vez. En consonancia con el pobre protagonismo de la intriga en la película, el desenlace no resuelve nada sobre los manejos oscuros en que se ha visto metido Eli. Todo ello se quedará en el terreno de las suposiciones.

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