El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 15 de diciembre de 2013

The Matador



Dirección: Richard Shepard.
Guión: Richard Shepard.
Música: Rolfe Kent.
Fotografía: David Tattersall.
Reparto: Pierce Brosnan, Greg Kinnear, Hope Davis, Phillip Baker Hall, Adam Scott, Dylan Baker.

Danny Wright (Greg Kinnear), un empresario de Denver, viaja a Ciudad de México para intentar cerrar un negocio que termine con una mala racha que dura ya tres años, justo el tiempo que hace que perdió a su hijo único en un accidente. La casualidad hace que conozca en el bar del hotel a Julian Noble (Pierce Brosnan), un curioso personaje que dice ser un asesino a sueldo.

The Matador (2005) es, cuando menos, un film curioso. En cuanto conocemos que uno de los protagonistas es un asesino a sueldo, nos esperamos un film dramático, sino un thriller. Sin embargo, pronto comprendemos que los tiros no van por ahí. Richard Shepard, que además de dirigir la película es también su guionista, nos va a llevar por otros derroteros. Y es que The Matador es, finalmente, una curiosa comedia de humor negro donde se analiza qué pasa cuando un asesino empieza a tener problemas personales que le impiden hacer bien su trabajo. La idea no es del todo mala y la manera de afrontarla, a base de tomarse la historia un poco de broma, resulta también bastante correcta. Quizá, bien mirado, es la única manera de intentar sacar adelante una trama que no resulta del todo creíble. Y es que el hecho que un asesino a sueldo confiese a un perfecto desconocido cuál es su profesión es de entrada algo bastante increíble.

Aún así, Shepard se empeña en hacernos lo más creíble posible tamaña premisa. A partir de ahí, y recurriendo a un pequeño truco argumental que añade algo de intriga al encuentro entre los protagonistas y que en realidad está bastante bien llevado, Shepard intenta hacer avanzar lo mejor posible la historia, aunque hay que reconocer que el argumento en realidad no da para mucho. De hecho, el film tiene una duración más bien escasa, lo cuál también es de agradecer, pues alargar en exceso esta historia no hubiera sido del todo inteligente.

El gran acierto del director es haber contado con la inestimable ayuda de Pierce Brosnan y Greg Kinnear para mantener a flote el film. Ambos establecen una buena relación en pantalla y dotan a su personajes de la credibilidad y el encanto necesarios para permitir que la broma funcione. Brosnan está bastante bien, bordeando a veces la sobreactuacìón, pero con ese carisma especial que le otorga su atractivo personal y sus tablas para la comedia. Kinnear, a su vez, consigue componer al típico americano medio un tanto bobalicón pero honrado y sensato, personaje con el que en seguida empatizamos. La química entre ambos y con los espectadores permite que la historia se mantenga con dignidad a pesar de lo absurdo de muchas situaciones.

Al final, el argumento da un giro un tanto curioso que, aunque un tanto improbable, terminamos por aceptar con agrado; giro que además logra componer un final bastante decente que nos deja con una buena sensación; todos los problemas se solucionan: Julian salva el tipo y Danny, una vez conservada su integridad en México, devuelve el favor salvándole la vida a su amigo.

Si el film se sustenta principalmente por la labor de sus dos protagonistas, tampoco sería justo olvidarnos del buen trabajo de Richard Shepard en la dirección. La verdad es que sabe lidiar con el argumento y le saca bastante partido con un trabajo tras la cámara sencillo pero eficaz, ofreciendo algunos planos bastante buenos y logrando que el ritmo se mantenga en todo instante. Especialmente lograda es la escena en la plaza de toros, cuando Julian intenta demostrarle a su amigo Danny cómo realiza su trabajo.

The Matador no tuvo demasiado éxito en taquilla, lo cuál es del todo comprensible. Y es que a pesar de resultar un film curioso y entretenido, uno no puede dejar de tener la impresión que se trata de una historia menor, con personajes un tanto inverosímiles y que no pasa de ser una modesta comedia que no dejará en nosotros mucha huella.

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