El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Valor de ley (True grit)


Dirección: Joel Coen y Ethan Coen.
Guión: Joel Coen y Ethan Coen (Novela: Charles Portis).
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Roger Deakins.
Reparto: Jeff Bridges, Hailee Steinfeld, Matt Damon, Josh Brolin, Barry Pepper, Paul Rae, Ed Corbin, Domhnall Gleeson.

Tras el asesinato de su padre, la joven Mattie Ross (Hailee Steinfeld), de catorce años, acude a Fort Smith en busca de venganza. Allí le informan que el asesino de su padre, Tom Chaney (Josh Brolin), ha huido a territorio indio, por lo que decide contratar a un duro alguacil,  Rooster Cogburn (Jeff Bridges), para que capture a Chaney.

A primera vista, me resultaba sorprendente ver a los hermanos Coen haciendo un remake de un clásico del western. Y más sorprendido se queda uno al ver que esta versión apenas aporta nada a la de Henry Hathaway de 1969. Y es que este Valor de ley (2010) de los Coen calca hasta los diálogos más significativos del film con John Wayne. Aún así, los directores afirman que lo que querían era hacer una versión más fiel a la novela que inspira los dos largometrajes.

Y la verdad es que ya sin estas similitudes las comparaciones eran casi inevitables, es el problema de los remakes. Y la sombra de John Wayne y de Kim Darby es demasiado alargada además. Y es que puestos a comparar las actuaciones de Jeff Bridges y de la joven Hailee Steinfeld, ninguna resiste lo más mínimo el embate. Wayne llevaba a sus espaldas toda una carrera de duro vaquero, de manera que su trabajo en Valor de ley (1969) lo percibíamos como una evolución natural de su personaje. Su rudeza, su chulería, incluso su afición a la bebida resultaban del todo naturales. Jeff Bridges, sin hacer un mal trabajo, me daba la impresión de estar actuando constantemente con la imagen de Wayne en la mente; sus gestos, sus muecas y la manera de escupir sus diálogos parecían estar marcados por el modelo de The Duke. Kim Darby, a su vez, aportaba una determinación y una soltura a su personaje realmente perfectos; su Mattie resultaba encantadora y conectaba con fuerza con el espectador. No es el caso de Hailee, mucho menos carismática y más encorsetada. El único que sale beneficiado en la comparación es Matt Damon, un actor con mucha más fuerza que el La Boeuf de Hathaway, Glen Campbell. También los secundarios de la versión de 1969, donde destacaban Robert Duvall y Dennis Hopper, sacan mejor nota que los de este Valor de ley.

A nivel argumental, ambos films siguen un esquema similar, con pequeñas variaciones puntuales y con cierto aligeramiento de algunas escenas de transición en esta versión, lo que aporta a la película un ritmo ágil y una ausencia casi total de tiempos muertos. Sin embargo, ello tiene el inconveniente de que algunas escenas resultan algo precipitadas, lo mismo que algunos diálogos. También difieren ambas versiones en el desenlace, siendo mucho más sombrío en el caso de los Coen, a pesar de que en ésta La Boeuf sale con vida.

Pero la mayor diferencia entre ambos films reside quizá en que la versión de Hathaway apostaba más por aportar un tono de comedia a la historia. Curiosamente, los Coen, famosos por su fino sentido del humor, se decantan por un enfoque mucho más dramático, sin apenas concesiones.

Siguiendo también con lo que parece una costumbre en los films actuales, los Coen apuestan por llenar la película de pequeños detalles que intentan aportar verosimilitud a la puesta en escena, algo que se percibe claramente en algunos detalles algo escabrosos en alguna escena violenta. Aunque, de todos modos, comparado con otros trabajos de los directores, esta película resulta bastante blandita en este sentido.

Lo que no podemos negar es una puesta en escena muy cuidada, un buen ritmo y una fotografía espléndida. La banda sonora no me convenció tanto, sin embargo, pues detesto esas partituras un tanto empalagosas que están ahí, descaradamente, para intentar insuflar una grandeza artificial a algunas secuencias.

Si bien siempre es de agradecer la aparición en las pantallas de algún western que mantenga vivo un género para mí muy querido, hay que reconocer que este Valor de ley no va a dejar una huella imborrable en la historia del cine del Oeste. No es una mala película, ni mucho menos. Pero su corrección técnica no logra ocultar que en general es una película a la que le falta algo por dentro, llámesele inspiración o genio o sencillamente alma. Y es que uno termina de ver la película y reconoce que ha pasado un buen rato, pero en ningún momento se ha sentido conmovido por los personajes ni por la historia, y eso al final es lo que marca las diferencias.

Lo curioso del caso es que, tras ver el Valor de ley de los Coen, he aprendido a valorar mejor la versión de Henry Hathaway.

La película recibió nada menos que diez nominaciones a los Oscar.

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