El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Última llamada



Dirección: Joel Schumacher.
Guión: Larry Cohen.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: Matthew Libatique.
Reparto: Colin Farrell, Kiefer Sutherland, Forest Whitaker, Katie Holmes, Radha Mitchell, Paula Jai Parker, Richard T. Jones, Tia Texada, Julio Oscar Mechoso, John Enos III.

Stu Shepard (Colin Farrell) es un ambicioso publicista de Nueva York acostumbrado a mentir y engañar a sus clientes y amigos para salirse con la suya. Entre sus engaños está el coquetear con una cliente suya, Pamela (Katie Holmes), a la que suele llamar desde una cabina para que su esposa Kelly (Radha Mitchell) no pueda descubrir este juego suyo. Sin embargo, un día es Stu el que recibe una llamada en esa misma cabina. Su vida, en cuanto contesta al teléfono, estará en peligro.

Última llamada (2002) es uno de estos thrillers de última generación donde prima el efectismo sobre la solidez argumental, la originalidad visual sobre el análisis, la trampa sobre la honradez. Y es que lo que impera en el cine comercial es la taquilla, por encima de cualquier otra consideración, lo que es más que evidente en el film que nos ocupa.

El argumento de Última llamada se puede resumir en pocas palabras: un psicópata (del que no llegaremos a saber gran cosa de sus motivaciones o paranoias) se dedica a asesinar a sujetos a los que espía en sus llamadas de teléfono y que considera malas personas. Su última víctima es un joven arrogante y mentiroso, Stu Shepard, culpable de ambición, engreimiento y un intento de engaño a su esposa. Como se ve, poca cosa. Es más, no parece en ningún momento justificada la manía persecutoria del psicópata (Kiefer Sutherland), del que por no saber ni sabremos su nombre, hacia Stu que, además, por esa moralidad tan americana que impregna este tipo de films, resulta no ser tan mala persona, sino más bien una pobre víctima, con un arranque muy noble de valentía que le empuja a sacrificarse para proteger a las personas a las que aprecia. Y es que en virtud de esa moralidad made in Hollywood, el protagonista ha de ser alguien con suficientes valores como para que quede justificada su salvación. El mal trago que pasa Stu sirve para redimirlo y convertirlo en el buen ciudadano y mejor esposo que su ambición un día trasnformó en alguien materialista y egoista.

Sin embargo, tras esta pequeña lección moral nos encontramos con un film bastante pobre argumentalmente. Todo se reduce a un juego de amenazas que se prolonga durante la mayor parte del metraje, salvo la presentación inicial del personaje de Stu, un tanto estereotipada y precipitada por cierto. Pero lo que interesa a Schumacher es la acción pura y dura, por lo que el film se va a centrar en la llamada telefónica, situación que se extiende más allá de toda lógica, aún cuando la duración final de la película es de apenas ochenta y dos minutos y, sin embargo, aún así tenemos la sensación de que sobraba algo de metraje. Y es que la situación de Stu en la cabina no da para tanto, pero hay que intentar prolongar la emoción hasta una duración aceptable para el pase en cines.

Además, la historia se sustenta en algo tan retorcido que exige de nuestra parte un acto de fe para tragarnos el control absoluto que parece tener el psicópata sobre la tecnología como para poder espiar tan eficazmente a sus vísctimas y bloquear cualquier intento de ser detectado por la policía. Y es que el argumento no termina de resultar convincente ni creíble. A pesar de ello, si hacemos el esfuerzo y nos volvemos tan crédulos como para tragarnos la hipótesis inicial, aún tendremos que seguir admitiendo un guión un tanto tramposo que juega con nuestra paciencia en no pocas ocasiones, incluido el consabido giro final, el truco de magia por desgracia tan habitual que uno casi se lo huele desde el principio. En este caso, los trucos finales son dos: el disparo que recibe Stu, que resulta no ser del psicópata, y la supuesta muerte de éste que tampoco será verdad.

A pesar de todo lo anterior, hemos de conceder que Joel Schumacher logra dotar a tan poca historia de cierto dinamismo visual, usando con habilidad recursos como la partición de la pantalla en diversas imágenes y logrando que el ritmo de la acción mantenga el interés más allá de un final más o menos previsible. Y es que, salvando la muerte del chulo de putas, pronto adivinamos que las amenazas del francotirador van a quedarse en eso simplemente. Es el típico juego de amagos que nunca llegan a concretarse, un poco en contradicción con la supuesta frialdad y locura del malo de turno.

En cuanto al reparto, el peso de la película cae en manos de Colin Farrell... y de Kiefer Sutherland si vemos el film en la versión original. Y es Sutherland no aparece más que unos breves momentos al final del film, pero su voz es también la otra gran protagonista de la película. En la versión doblada al castellano, la voz del asesino está bastante lograda, consiguiendo un grado de intensidad notable. En cuanto a Farrell, su trabajo es impecable. Gracias a él la película logra salvarse de la mediocridad de su argumento. Farrell termina contagiándonos su angustia con una interpretación muy meritoria. Forest Whitaker, Katie Holmes y Radha Mitchell completan un reparto con vistas a la taquilla aunque su participación es menos decisiva.

Última llamada no deja de ser un entretenimiento menor. Unos de esos productos de usar y tirar que te pueden hacer pasar un rato entretenido si te contentas con un planteamiento muy cortito y sencillo y no te molestan sus carencias argumentales y sus trampas.

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