El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 6 de agosto de 2018

Atraco por duplicado



Dirección: Rob Minkoff.
Guión: Jon Lucas y Scott Moore.
Música: John Swihart.
Fotografía: Steven Poster.
Reparto: Patrick Dempsey, Ashley Judd, Mekhi Phifer, Jeffrey Tambor, Tim Blake Nelson, Curtis Armstrong, John Ventimiglia, Octavia Spencer,  Pruitt Taylor Vince, Rob Huebel.

Por una curiosa coincidencia, dos bandas de atracadores se presentan el mismo día y a la misma hora para atracar el mismo banco, ante el asombro de empleados, clientes y los mismos atracadores.

Que la comedia actualmente parece estar sumida en un oscuro laberinto es algo bastante evidente. En general, echo de menos guiones inteligentes que vayan más allá de las bromas burdas y los chistes evidentes. Atraco por duplicado (2011) no logra salvarse de ser una comedia un tanto básica, pero al menos busca algo de originalidad con un guión que, sin ser bueno, al menos nos entretiene y nos mantiene intrigados, gracias a un truco tan elemental como presentar un misterio que no se resolverá hasta el último minuto.

El guión, en cuya originalidad y misterio se apoya por completo la historia, es obra de los mismos que habían dado la campanada con Resacón en Las Vegas (Todd Phillips, 2009). Y su estilo queda patente con esta historia enrevesada y un tanto surrealista, con un humor no demasiado refinado y que se basa más en lo grotesco y lo burdo que en lo ingenioso.

Aún así, a pesar de las limitaciones de su comicidad, la película entretiene, más que nada por lo absurdo de su propuesta. La clave, pues, reside en sorprender al espectador, en no dejar que se acomode en ningún instante. Y para aumentar el interés, o quizá habría que decir, para que no apaguemos el televisor, Lucas y Moore añaden una ingeniosa dosis de intriga al disparatado atraco, de manera que ya no solo se trata de una comedia del absurdo, sino que se añade una especie de intriga que será la que finalmente nos retenga frente a la pantalla.

Eso sí, no hay por que tomarse la intriga demasiado en serio. La película es un despropósito de principio a fin, así que el misterio habremos de enfocarlo dentro de lo enrevesado de un guión que busca, por encima de todo, lo cómico y lo sorprendente. La solución podría ser cualquiera y no pasaría nada. Así que el final, donde todo se precipita con una moralidad un tanto pueril, ni decepciona ni fascina, es solo una pequeña broma más dentro de esta locura.

Los personajes, por tanto, están en la línea con lo absurdo y disparatado de la película, desde la pareja de atracadores torpes y cercanos al retraso mental, hasta el propio protagonista, encarnado por un Patrick Dempsey entregado a un personaje que bascula entre la genialidad, la estupidez y la locura, sin término medio.

La verdad es que el reparto rinde en general a buen nivel, siendo quizá lo más sincero de todo el film, pues al menos se ve que intentan dar el nivel dentro del surrealismo imperante, asumiendo sus curiosos roles con encomiable seriedad.

En definitiva, una película que no debemos tomarnos para nada en serio y que hay que disfrutar como el disparate que es, dejándonos llevar por un guión absurdo y sin mucho sentido que, sin ser nada especial, al menos consigue descolocarnos y mantenernos interesados por atar los cabos sueltos de una locura singular e intrascendente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario