El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 13 de agosto de 2018

El secreto de una obsesión



Dirección: Billy Ray.
Guión: Billi Ray (Novela: Eduardo Sacheri).
Música: Emilio Kauderer.
Fotografía: Daniel Moder.
Reparto: Chiwetel Ejiofor, Julia Roberts, Nicole Kidman, Dean Norris, Michael Kelly, Lyndon Smith, Zoe Graham, Don Harvey, Joe Cole, Alfred Molina.

Ray (Chiwetel Ejiofor) y Jess (Julia Roberts) son dos compañeros del FBI que investigan una posible célula terrorista. Sin embargo, el asesinato de Carolyn (Zoe Graham), la hija adolescente de Jess, cambiará radicalmente sus vidas.

El secreto de una obsesión (2015) es, en realidad, un remake de la película argentina El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009). Llama la atención el breve lapsus de tiempo entre el original y su copia. ¿Qué necesidad había de hacerlo? Sin duda, por un lado, la falta de ideas en un Hollywood orientado últimamente a adaptaciones de cómics y films de acción rutinarios. Y, por otra parte, seguro que el Oscar al mejor film de habla no inglesa cosechado por la película argentina hizo que alguna mente inteligente pensara que una versión norteamericana de la historia podría generar buenos réditos, lo que quizá explique el reparto, con dos pesos pesados como Julia Roberts y Nicole Kidman.

No he tenido el placer de ver El secreto de sus ojos, pero todo parece indicar que una vez más se cumple lo de segundas partes... La ventaja que me otorga este hecho es que evita comparaciones, lo que a veces es interesante.

Lo que más me ha llamado la atención de El secreto de una obsesión es la manera de contarnos la historia por parte de Billy Ray. El director opta por un ritmo tranquilo, quizá porque la película parece darle más importancia al retrato de los protagonistas que a la mera investigación policial, que es el eje motor del relato, cierto, pero se queda como una melodía de fondo, mientras que cobran protagonismo las obsesiones de los protagonistas, especialmente de Ray, atormentado durante trece años con encontrar al que está convencido de que fue el asesino de Carolyn.

Además de la obsesión de Ray con el asesinato, otro eje del relato se centra en su enamoramiento de Claire (Nicole Kidman), abogada por la que siente una atracción inmediata en cuanto la conoce pero a la que nunca llegará a declararle su amor abiertamente. Así pues, Ray es un hombre atormentado por sus dos fracasos más dolorosos. Sin embargo, trece años después de la muerte de Carolyn, cree haber dado de nuevo con su asesino, tras haber perdido su pista poco después del asesinato, lo que le permite volver, casi, al punto de partida: podrá ofrecerle el consuelo de atrapar al asesino al fin a su compañera Jess y podrá entrar de nuevo en la vida de Claire.

Sin embargo, el tono pesimista lo inunda todo y es evidente que nada ni nadie podrá cambiar el pasado. Jess y Ray han sufrido durante todos esos años y eso parece que ya no tiene remedio.

Si este enfoque de la historia me pareció acertado, el problema principal de la película es que no logra sacar el mismo partido en el caso de los otros personajes, especialmente el de Jess, en un segundo plano durante toda la película, cuando la lógica nos haría pensar que debería tener más protagonismo. La explicación a todo esto la encontramos en el desenlace, que como suele pasar es donde se puede salvar un film que navega en la indefinición o arruinarse del todo. Y el desenlace me pareció casi un disparate. Además, la manera en que es presentado, como un truco final para sorprendernos, me parece absurdo: ¿cómo Jess pudo dejar a su amigo Ray insistir en su equivocación sin pestañear? No tiene más sentido que el buscar un efecto rotundo para el final, pero resulta más incongruente que otra cosa y deja la impresión de que pervierte el espíritu de la película, además de condenar a un rol del todo secundario al personaje de Jess, utilizado solamente para esa última sorpresa.

Si hablamos de la dirección, para dinamizar el relato Billy Ray opta por alternar momentos del pasado y del presente constantemente. Es cierto que en algunos momentos funciona bien, evitando un desarrollo lineal que podría resultar pesado; pero también es cierto que a veces tantos saltos me parecieron excesivos, entorpeciendo más que ayudando al buen devenir del relato. A veces es mejor pecar por defecto que por exceso.

En cuanto al reparto, lo mejor de todo es la presencia de Julia Roberts en un papel fantástico, alejado por completo del glamour de una estrella de su calibre. Está desfigurada, avejentada, fea... y resulta del todo convincente, con un trabajo sobrio en el que una sola mirada nos descubre el alma rota de una mujer muerta en vida. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de Nicole Kidman, un tanto impersonal, ni de Chiwetel Ejiofor, que no terminó de convencerme, ni en su trabajo ni por la escasa química que destila junto a Nicole. Forman una pareja del todo imposible, con lo que su soterrado romance no termina de cuajar.

El secreto de una obsesión tiene buenos momentos, es cierto, y especialmente un tono pausado que intenta contarnos más cosas que la mera trama criminal, buscando ahondar en los personajes, lo que consigue a medias, y ofrecer un relato más centrado en los problemas de los protagonistas. Lo malo es que no lo consigue plenamente, dejando el trabajo a medias, con cierta sensación de no haber aprovechado del todo las posibilidades que ofrecía el argumento. Pero todos esos defectos quizá hubieran podido llevarse mejor sin el final propuesto, lo más flojo de la película.

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