El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 8 de enero de 2012

Arde Mississippi



Arde Mississippi (Alan Parker, 1988) está basado en hechos reales ocurridos durante el llamado "Verano de la libertad", en 1964, cuando los líderes negros comenzaban a agitarse pidiendo igualad de derechos para la población negra de los Estados Unidos.

En un pequeño pueblo de Mississippi desaparecen tres activistas por los derechos civiles sin dejar rastro. El FBI envía al lugar a dos agentes de mentalidades y métodos de trabajo muy diferentes: Alan Ward (Willem Dafoe), un universitario del norte defensor de métodos de investigación que respeten la legalidad, y Rupert Anderson (Gene Hackman), sureño y antiguo sheriff, conocerdor de las peculiaridades del sur, que prefiere utilizar métodos más expeditivos.

Película muy en la línea de Alan Parker, director solvente al que parecen atraerle los argumentos escabrosos, como fue el caso con su durísima El expreso de medianoche (1978), también basada en una historia real, y que junto con esta película son, para mí, las cimas de su carrera.

En Arde Mississippi destacaría en primer lugar la contención dentro de un tema muy duro, como es el del racismo en aquella época, y en el que se le podría haber ido la mano fácilmente. Pero Parker, sin ofrecer una película blanda, ni mucho menos, evita recrearse en lo morboso o abusar de las escenas violentas gratuitamente; a pesar de ello, la historia no pierde nada de su carga dramática y su intensidad. Porque Alan Parker consigue crear un clima cargado de tensión a lo largo de todo el metraje, dos horas intensas, que no nos permite ni un instante de tranquilidad.

Otro de los puntos fuertes de la película es la excelente recreación de la época y, especialmente, de las miserables condiciones de vida de los negros, lo que unido a una preciosa fotografía obra de Peter Biziou, crean una ambientación sobresaliente que recrea perfectamente las tensiones entre blancos y negros, así como la ignorancia y el odio que hacían crecer el racismo a sus anchas.

Pero sin duda el mayor interés de Arde Misissippi es la dura denuncia que hace sobre el racismo y las prácticas asesinas del Ku Klux Klan en pleno siglo XX. Pero es que, como decía Rupert Anderson, el personaje protagonizado por Gene Hackman, al comienzo del film, "al llegar a Mississippi, los relojes se atrasan un siglo".  Arde Mississippi es una mirada y una radiografía sin paños calientes de la situación real de una gran parte de Norteamérica, de ese Sur que vivía anclado en el siglo XIX, y que aún no se ha librado del todo de esos prejuicios raciales, y donde los negros no eran considerados siquiera seres humanos.

El trabajo de Gene Hackman y de Willem Dafoe, sobre los que recae casi todo el peso de la película, es perfecto. De Gene Hackman ya no nos sorprende, pero en esta película roza la perfección, llegando a ser nominado para el Oscar y haciendo, para mi gusto, uno de los mejores trabajos de su carrera. A su lado, Willen Dafoe, un actor del que echo de menos una carrera más brillante, le da la réplica poniéndose sin reparos a su mismo nivel. Los secundarios, empezando por Frances McDormand y Brad Dourif, el señor y la señora Pell, también consiguen hacer un trabajo sobresaliente que nos hace olvidar en muchos momentos que estamos ante una película.

Es evidente que el cine de Alan Parker no deja indiferente. Se le suele tachar de manipulador. Particularmente, las películas que he visto de él me han aportado más que cientos de otros films de otros directores. Puede que tenga predilección por temas polémicos, que a veces se le vaya la mano, pero en este caso, por ejemplo, la denuncia del racismo sureño es oportuna, veraz, atinada y justa. Si algo se le podría achacar a Parker, en todo caso, es de quedarse corto, pues imagino muchas más atrocidades cometidas sistemáticamente por los blancos racistas que las que se muestran en la película que, por otra parte, no olvidemos que relata hechos reales.

En todo caso, se trata de un cine comprometido que, lógicamente, desata polémicas y debates. Como debe ser, ¿no?.

Arde Mississippi obtuvo siete nominaciones, entre ellas a la mejor película y director, aunque finalmente sólo logró el Oscar a la mejor fotografía.

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