El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 21 de enero de 2012

La tentación vive arriba



Dirección: Billy Wilder.
Guión: Billy Wilder, George Axelrod (Obra: George Axelrod).
Música: Alfred Newman.
Fotografía: Milton Krasner.
Reparto: Tom Ewell, Marilyn Monroe, Oskar Homolka, Carolyn Jones, Evelyn Keyes, Sonny Tufts, Robert Strauss, Marguerite Chapman, Victor Moore, Donald MacBride.

Richard Sherman (Tom Ewell) es un editor neoyorquino que se ha tenido que quedar trabajando en agosto mientras su familia se ha ido de vacaciones. Richard pretenden cuidarse y llevar una vida ordenada, pero sus planes se ven seriamente alterados cuando conoce a su vecina del piso de arriba (Marilyn Monroe): una explosiva rubia tan sexy como ingenua.

Adaptación al cine de la pieza de teatro de George Axelroad "The Seven Year Itch", La tentación vive arriba es una comedia ligera y sin complicaciones que no puede ocultar del todo su procedencia: abundantes diálogos, escenario y personajes limitados. Wilder buscará la manera de dar algo de dinamismo a las escenas, pero básicamente se trata de teatro filmado.

Otra importante limitación se debe a la rígida censura de la época, con el conocido Código Hays velando por la moralidad de la historia. Así, Wilder no pudo ni siquiera mostrar indirectamente, como era su intención, que el bueno de Richard acababa consumando sus deseos de acostarse con la vecina. Al contrario que en la pieza de teatro, las fantasías de Richard se quedarán en eso. El argumento entonces se queda cojo, pero esa limitación es aprovechada por el director para crear un juego de deseos reprimidos e indirectas que aportan una tensión extra al desarrollo.

Es evidente que, poniéndonos en la piel del marido, hubiéramos deseado que sus sueños carnales se hubieran materializado. El final moralista resulta hoy en día algo frustrante y no del todo convincente.

Pero en cambio, Wilder acierta de lleno a la hora de analizar la mentalidad masculina enfrentada a la posibilidad de ligar; lass fantasías masculinas, los deseos de triunfar en las conquistas amorosas, los sueños de seducción.. quedan reflejados de un modo sublime y tremendamente cómico. Las escenas en que Richard entabla la lucha entre sus deseos sexuales y su moral de hombre casado son antológicos. Y paralelamente, Wilder nos muestra como la psicología femenina es totalmente diferente en situaciones similares. Para ejemplo, lagenial escena en que Richard contempla extasiado la fotografía premiada de su vecina mientras ella comenta distraida: Ahí tenía el pelo más largo, no se si ha fijado. El resultado es un juego de fantasías y deseos memorable asentado en una pareja protagonista realmente sublime.

Por un lado, una Marilyn Monroe deslumbrante, sexy y viva que llena la pantalla con su tremenda belleza. Cuando comenzó a rodar la película ya era una estrella y un símbolo sexual indiscutible. Pero al terminar la cinta, Marilyn había subido un peldaño más hacia la cima. Su presencia es arroyadora, impone su físico en cada secuencia y, por si faltara algo, nos regala una de las imágenes que han pasado a formar parte de la leyenda del cien: su falda volando por encima de la rejilla del metro.

Tom Ewell, a su lado, mantiene el tipo con gran dignidad. Su apariencia anodina le va como anillo al dedo para encarnar al americano corriente, padre de familia, atrapado por un trabajo y unas obligaciones que cercenan sus instintos. De este modo, sus sufrimientos y sus deseos son, por extensión, los de casi todo el público masculino adulto. Ewell era un actor de teatro que había tenido pequeños papeles como secundario en el cine. Había protagonizado la versión teatral de la película, lo que llevó a que fuera también él quién encarnara a Sherman en la gran pantalla.

Puede que no sea la mejor comedia de Billy Wilder, una posición complicada de alcanzar dado el nivel de tantas comedias del director, pero La tentación vive arriba ha quedado como un título mítico en la historia del cine por la presencia hipnotizadora de Marilyn. En ella, Wilder analiza y explora los instintos reprimidos del americano medio y, de paso, nos deja soñar con la posibilidad de disfrutar con una maravillosa fantasía.

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