El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 10 de enero de 2012

La encontré en Hope Springs



Dirección: Mark Herman.
Guión: Mark Herman (Novela: Charles Webb).
Música: John Altman.
Fotografía: Ashley Rowe.
Reparto: Colin Firth, Heather Graham, Minnie Driver, Oliver Platt, Mary Steenburgen, Frank Collison, Mary Black, Ken Kramer.

La verdad es que todos sabemos lo complicado que es hacer comedia; es mucho más sencillo escribir un drama. La comedia requiere ingenio, tiempo, sorpresa...en resumen, talento. Y en La encontré en Hope Springs (Mark Herman, 2003) si algo anda escaso es el talento.

Colin Ware (Colin Firth) recibe una invitación de su novia Vera (Minnie Driver) para su propia boda con otro hombre. Desesperado, decide huir lo más lejos posible y se va a Hope, en los Estados Unidos, movido sólo por el bonito nombre del pueblo. Una vez allí, conocerá a una atractiva joven, Mandy (Heather Graham), de la que se enamorará.

Pocas cosas buenas pueden decirse de esta pobre comedia romántica. Para empezar, los momentos cómicos brillan por su ausencia. Como mucho, pequeños destellos sueltos que apenas nos dibujan una leve sonrisa y nada más. En cuanto al romance..., tampoco es que de para muchas alegrías. Y todo ello por el pésimo guión del propio Mark Herman, basado en una novela de Charles Webb.

El problema de la historia es que no tiene mucho sentido desde el principio: un novio deprimido se va de Inglaterra a Estados Unidos para olvidar a su novia. A partir de ahí, la cosa va de mal en peor. En primer lugar, el guión deja más luces que sombras en el desarrollo de los protagonistas, de manera que no terminamos de conocerlos realmente. El guión los esboza, simplemente, sin matices, sin una personalidad definida. De ahí que no nos identifiquemos con ellos, que algunos pasajes parezcan forzados o absurdos, como que en el segundo encuentro entre Mandy y Colin ella se ponga a beber compulsivamente y termine desnudándose sin más justificación que porqué está contenta. Imagino que la escena debería provocarnos risas, sorpresa y mucha emoción. A mi, en concreto, me dieron ganas de apagar el televisor. La escena me parece como mínimo confusa. Mandy, de la que no sabemos nada de nada, se nos presenta de repente como una chica a la que parece faltarle un tornillo. Si el director quería expresar con esta secuencia que Mandy sintió un flechazo hacia Colin, pienso que no es el mejor modo de hacerlo.

El problema es que no se puede tirar para adelante con un todo vale y creerse así gracioso u original. Hay una reglas que deben respetarse y la primera es trabajar la historia y los personajes de un modo digno, serio e inteligente. Sino, nada se mantiene en pie.

La película, tras ese comienzo tan aparatoso, sigue en caída libre con una sucesión de escenas bastante inconexas, algunas prescindibles, con el recurso fácil a una banda sonora pegadiza para rellenar minutos y acaramelar la historia y, finalmente, la aparición de la tercera en discordia para volver a lo de siempre: el triángulo amoroso donde un chico conoce a una chica, se enamoran, se separan, parece que definitivamente, y al final se reconcilian en un final feliz. Y no se alarmen, no desvelo nada del argumento que no hubieran adivinado desde los primeros minutos de metraje.

Todo muy estereotipado, muy previsible. Algunas bromas incluso no termino de entenderlas; como los problemas de Vera para poder fumarse un cigarrillo, que imagino que serán en clave de humor, pero sinceramente me parece que no aportan nada de nada a la historia. Pero ello no es lo peor. Lo peor, volvemos a insistir, es un guión que no sabe sacar partido a las posibilidades de la historia. Podemos tener un argumento sencillo, pero si está bien trabajado puede darnos mucho juego. Mark Herman, sin embargo, desperdicia la historia con un film insulso que parece una sucesión de pequeños momentos sin consistencia, sin unidad y sin profundidad. La gracia se la dejó en casa.

Una lástima, sin duda, pues Colin Firth es un buen actor para la comedia, como demostró en Love Actually (Richard Curtis, 2003), precisamente un film del mismo año, donde un guión bien elaborado consigue milagros. El resto de actores tampoco desentonan, aunque se penaliza su trabajo por la tontería de historia que tienen que encarnar.

Si no quieren perder una hora y media de su tiempo, pasen de ver esta peliculita.

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