El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 29 de enero de 2012

El talento de Mr. Ripley



El talento de Mr. Ripley (Anthony Minghella, 1999), basada en la novela homónima de Patricia Highsmith, no es ni más ni menos que el remake de A pleno sol (René Clément, 1960), todo un clásico del cine francés. Minghella nos presenta, sin embargo, a un Tom Ripley muy diferente del encarnado en su día por Alain Delon.

Tom Ripley (Matt Damon) es un joven ambicioso pero sin dinero. Durante una fiesta en casa de un magnate, Herbert Greenleaf (James Rebhorn), Tom se hace pasar por un amigo y antiguo compañero de universidad de Dickie (Jude Law), el hijo díscolo del señor Greenleaf que se ha marchado a vivir a Italia. Herbert le propondrá a Tom que intente convencer a Dickie para que regrese a Estados Unidos y se ocupe del negocio familiar.

Tom Ripley es el personaje más interesante creado por Patricia Highsmith, protagonista de cinco de sus novelas, y no es de extrañar que su personalidad atraiga al mundo del cine. Pero a diferencia del Tom Ripley de A pleno sol, el de Minghella es mucho más rico en matices, más profundo si se quiere y, sobre todo, infinitamente más atormentado. En la versión francesa, Tom era amoral, frío y seguro de sí mismo. Ahora, sin embargo, Tom es un joven acomplejado, inseguro, tímido, homosexual y que no podrá evitar sentir dudas y remordimientos. Incluso tenemos la sensación que hace las cosas casi a la fuerza, empujado por algo que lo domina completamente.

Hay quién ve en estas diferencias un tratamiento más profundo del personaje por parte de Minghella. Sin embargo, yo tengo otra sospecha: Ripley no es descubierto por la policía y escapa impune y eso no está muy bien visto por la moral norteamericana; por lo tanto, Tom debe pagar de alguna manera por sus crímenes. Así se explicaría ese desenlace un tanto extraño en el que Ripley mata, casi a regañadientes, al hombre al que ama para poder seguir con su vida de engaños que, a pesar de todo, está acabando con él. El cine francés, por contra, parecía más libre de ataduras morales y nos ofrecía una versión de Ripley más fuerte y más segura, sin necesidad de justificaciones. En este sentido, incluso el asesinato de Dickie en esta versión es presentado como una reacción de Tom ante los desprecios y ataques de su amigo, como si se le quisiera dar a Tom una suerte de coartada para su crimen.

Dejando a un lado esta diferente versión del protagonista, El talento de Mr. Ripley sí que es superior a A pleno sol en cuanto a medios y puesta en escena. No cabe duda que Minghella se tomó su tiempo para construir la historia y ello, en parte, es también un pequeño lastre, porque la primera parte, hasta la muerte de Dickie, se hace excesivamente larga y con pasajes innecesarios. El director se recrea en la descripción de la buena vida de Dickie y en como Tom va entrando en ella. Sin embargo, durante toda esta parte del film no profundiza demasiado en los personajes y se convierte en una suerte de introducción un tanto fría e insulsa. La forma imponiéndose al contenido. Lo que hubiera debido servir para explicar la parte central de la historia se queda en algo demasiado superficial.

La segunda parte de la historia gana en intensidad, sin duda. Aquí es donde empezamos a conocer mejor a Tom y el film gana en emoción y suspense, sobre todo por lo impredecible del mismo. Pero aún así, pienso que de nuevo el director falla un tanto al recrearse en un desenlace que tendría que haber sido más conciso. La historia se diluye a veces en secuencias que no aportan gran cosa y a buenos momentos de tensión le suceden otros de menos peso que restan intensidad a la trama.

En cuanto al reparto, creo que es de los grandes aciertos del film. Matt Damon está excelente en su papel, componiendo a un Tom con más sombras que certezas, dándole una fragilidad muy convincente a la vez que sabe, también, dotarlo de un miedo que lo hace impredecible. Jude Law está también perfecto como el joven vividor, despreocupado y frívolo, un gran trabajo que le valió ser nominado al Oscar como mejor secundario. Gwyneth Paltrow, por su parte, está realmente hermosa. Y en cuanto a los secundarios, también perfectos todos ellos, empezando por Cate Blanchett, con un breve pero muy buen trabajo, y continuando con James Rebhorn o el magnífico Phillip Seymour Hoffman.

A pesar de todos sus defectos, El talento de Mr. Ripley resulta una propuesta interesante que, salvo por una duración excesiva a todas luces, nos permitirá disfrutar de un buen thriller y, especialmente, de un reparto sobresaliente.

La película fue nominada para cinco Oscars, si bien los esfuerzos de producción no consiguieron ganar ninguna estatuilla, como parece que era la pretensión de la película.

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