El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Misión imposible 2



Dirección: John Woo.

Guión: Robert Towne.

Música: Hans Zimmer (Tema: Lalo Schifrin).

Fotografía: Jeffrey L. Kimball.

Reparto: Tom Cruise, Dougray Scott, Thandie Newton, Richard Roxburgh, Ving Rhames, John Polson, Brendan Gleeson, Radé Sherbedgia, Anthony Hopkins.

Un científico (Radé Sherbedgia) muere en un accidente de avión. Poco antes había pedido ayuda a su amigo Ethan Hunt (Tom Cruise) en relación a algo denominado Quimera, que resulta ser un peligroso virus.

Tras el éxito de Misión imposible (Brian De Palma, 1996), que se basaba en la serie televisiva del mismo título creada en los años sesenta del siglo XX, llegó la consabida segunda parte. Empezaba así una serie que parece seguir un poco los pasos de James Bond, aunque con un estilo algo diferente.

Lo que sí que es común a ambas series es la banalidad del guión, que solo busca sentar las bases para unos desarrollos algo estereotipados donde la acción es la clave.

Y como se trata de films de acción pura y dura, parece lógica la elección de John Woo para dirigir esta secuela, pues si algo caracteriza a este director es un marcado estilo donde brilla una puesta en escena cuidada y unas coreografías que rozan lo circense. De ahí que este sea precisamente uno de los puntos que pueden criticarse a Misión imposible 2: la falta total de verosimilitud en las escenas de acción. Para aquellos espectadores sin embargo que valoren el espectáculo por encima de todo, Wood no les decepcionará, pues las piruetas de Tom Cruise corriendo en moto o colgado de un acantilado son realmente impactantes.

A nivel argumental, la trama tampoco se sostiene e pie y menos aún los trucos del guión con el típico uso de máscaras, una seña de identidad de la serie que, sin embargo, aquí se lleva demasiado lejos. Si ya el recurso de las máscaras resulta en sí mismo bastante forzado, en esta entrega se juega pasando el límite con la única intención de engañar al espectador llevando el suspense a un punto imposible. Sinceramente, a esta alturas, creo que solo los espectadores más inocentes pueden caer en el engaño.

Lo que sí que presenta cierta novedad es el rol de la protagonista femenina (Thandie Newton), obligada a una especie de "prostitución", incluso contra los deseos de Ethan, y que plantea una cierta duda a nivel moral. Es la única vez en la serie que Hunt va en contra de lo moralmente correcto. Además, ese detalle nos remite a la película Encadenados (Alfred Hitchcock, 1946), donde también el protagonista debía permitir que la mujer a la que amaba se entregara al villano de turno.

Pero los parecidos con Alfred Hitchcock no terminan ahí, pues la relación entre los dos malos de la historia, Sean Ambrose (Dougray Scott) y Hugh Stamp (Richard Roxburgh), es similar a la que veíamos en Con la muerte en los talones (1959), donde la presencia de Eve Marie Saint despertaba los celos de Martin Landau, lo que llevaba a pensar en una atracción de tipo homosexual de este hacia James Mason.

Dejando de lado este tipo de detalles, Misión imposible 2 creo que ofrece a los amantes de este tipo de cine aquello para lo que pagan la entrada: acción perfectamente orquestada, sin ningún tipo de limitación para mayor gloria del protagonista, en este caso un Tom Cruise que sabrá explotar la serie para convertirla en un clásico contemporáneo del cine de palomitas. No es cine de "verdad", es sólo espectáculo, pero empaquetado con todo lujo.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Maigret



Dirección: Patrice Leconte.

Guión: Jérôme Tonnerre y Patrice Leconte (Novela: George Simenon).

Música: Bruno Coulais.

Fotografía: Yves Angelo.

Reparto: Gérard Depardieu, Jade Labeste, Mélanie Bernier, Aurore Clément, André Wilms, Hervé Pierre, Clara Antoons, Pierre Moure, Bertrand Poncet. 

París, años cincuenta, una joven (Clara Antoons) aparece muerta en una plaza de París. No hay nada que permita identificarla y el comisario Maigret (Gérard Depardieu) no tiene tampoco ninguna pista.

El personaje de Maigret ha sido llevado muchas veces al cine y en esta ocasión es Gérard Depardieu el encargado de representarlo. No es disparatado decir que este Maigret (2022) es fundamentalmente Gérard Depardieu. El actor se apodera del relato con su poderosa presencia que en realidad contrasta con su salud, delicada, y sobre todo con su tristeza. Porque la película utiliza el crimen como punto de partida para adentrarse en terrenos más íntimos, no solo del detective, sino también del resto de personajes, perdidos, extraños, víctimas de sus extrañas fantasías... Patrice Leconte nos sumerge en un universo cargado de nostalgia, de dolor, del peso del pasado. 

Sorprende pues que un film policíaco se aleje tanto de nuestras expectativas. Puede que para algunos sea un detalle que ensombrece la película, pero creo que en realidad es su acierto, su originalidad es la que convierte a Maigret en un film diferente a lo que vemos cotidianamente, en especial en la filmografía que viene de Estados Unidos, mucho más superficial y concreta.

La película de Leconte busca más que pistas, busca el alma de los personajes. Y lo hace con un ritmo pausado y una ambientación muy detallista. Pero lo esencial es la manera de contar la historia, dejando más insinuaciones que certezas, sembrando pistas que el espectador deberá seguir para adivinar el drama que entristece al comisario, un dolor que no se puede expresar ni se puede reprimir. 

Pero Jules Maigret no es el único que sufre. También está la señora Clermont-Valois (Aurora Clément), sacrificada esposa, engañada, que desea mantener su estatus social. Estatus que su enfermo hijo Laurent (Pierre Moure) podría echar por tierra sin poder evitarlo.

O Betty (Jade Labeste), que escapa de un futuro poco esperanzador para lanzarse a una aventura realmente incierta. 

Incluso París, la mágica ciudad alabada y mitificada tantas veces, es ahora presentada como un espejismo que devora los sueños, un lugar inhóspito, frío y sin entrañas donde nadie importa a nadie. Salvo quizá al comisario, tal vez para revivir un presente que había perdido mucho tiempo atrás.

A pesar de todo, de la meticulosa puesta en escena y la presencia de Depardieu, le falta algo a Patrice Leconte para redondear su propuesta. Se percibe el esfuerzo por ofrecernos algo de calidad y tal vez sea eso mismo lo que termine delatándole, haciendo que su intento resulte a veces algo artificial, como forzado, como en esos cortes entre secuencias o esas frases que parecen demasiado perfectas.

Aún así, Maigret me parece un film diferente, elegante, triste, con algo en sus entrañas que le da cierto valor: tiene personalidad.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Sabrina



Dirección: Billy Wilder.

Guión: Billy Wilder, Samuel Taylor y Ernest Lehman (Obra: Samuel Taylor).

Música: Frederick Hollander.

Fotografía: Charles Lang Jr. (B&W).

Reparto: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, William Holden, Walter Hampden, John Williams, Martha Hyer, Joan Vohs, Marcel Dalio, Marcel Hillaire, Nella Walker, Francis X. Bushman, Ellen Corby. 

La joven Sabrina (Audrey Hepburn) lleva casi toda su vida enamorada de David (William Holden), el mujeriego hijo menor de los Larrabee, una familia que ha amasado una gran fortuna con los más variados negocios y para la que su padre (John Williams) trabaja como chófer.

Billy Wilder fue uno de los directores más versátiles de la historia, rodando tanto una película bélica (Cinco tumbas al Cairo, 1943), como un drama (Días sin huella, 1945) o un film de cine negro (Perdición, 1944) con total maestría. Pero creo que no me equivoco al afirmar que es en el género de la comedia donde parecía moverse más a gusto, dejándonos algunos de los títulos más reconocidos del género, como La tentación vive arriba (1955), Con faldas y a lo loco (1959) y El apartamento (1960).

Con Sabrina (1954) nos ofrece un encantador cuento romántico donde brilla especialmente el maravilloso encanto de Audrey Hepburn, que había debutado en Hollywood a lo grande con Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), ganando nada menos que el Oscar a mejor actriz.

En Sabrina sigue luciendo ese encanto natural, esa frescura que convierte a la protagonista en el centro de atención cada vez que está en pantalla. Incluso un veterano como Humphrey Bogart palidece a su lado. En realidad, la elección de Bogart para el papel de Linus vino motivada por la renuncia de Cary Grant, para quien estaba pensada la historia, y la verdad es que la diferencia de edad entre Bogart y Audrey Hepburn, además del aspecto envejecido del actor, son uno de los defectos más notorios de la película, pues se hace casi inconcebible un romance entre la dulce Sabrina y el áspero Linus.

Pero más allá de ese detalle o de los conocidos problemas durante el rodaje con el guión o el mal carácter de Bogart, el caso es que Billy Wilder logró sacar adelante una de esas comedias amables, simpáticas y llenas de encanto que nos dejan con una sonrisa en los labios hasta mucho tiempo después de terminar de ver la película.

Sabrina nos cuenta una historia muy sencilla: cómo una joven soñadora e inexperta termina encontrando el amor donde menos lo espera. No deja de ser un film sin demasiado interés en cuanto a argumento, incluso podríamos decir que la historia es algo cursi, pero en manos de Billy Wilder, el resultado es maravilloso. Porque el director nos da una lección de elegancia, de fluidez, de saber marcar los tiempos, buscar el encuadre perfecto y contar la historia yendo siempre a lo esencial, sin rodeos, sin trampas, sin perder como meta la esencia de la historia: hacer un film encantador, romántico sin excesos, tierno sin caer en lo empalagoso y divertido sin buscar nunca la risa forzada. La naturalidad y el buen gusto son la clave.

Pero si Wilder es el maestro que pone orden y buen gusto en la historia, es la presencia de Audrey Hepburn la que aporta ese aire inocente, dulce y con una belleza incuestionable que convierte la cinta en algo delicioso. Por eso comprendemos que tanto el alocado David como el seco Linus puedan caer rendidos ante ella al instante. Pocas veces una actriz ha tenido tanto peso en una historia como ella aquí.

Sabrina es una de esas cintas donde podemos disfrutar de ese estilo genuino del Hollywood clásico, de un saber hacer que ya no se puede ni imitar, porque aquellos años han pasado a la historia y aquellas estrellas y directores nos han dejado, desgraciadamente, para siempre.

La película ganó el Oscar al mejor vestuario en blanco y negro.

En 1995, Sydney Pollack hizo una nueva versión del film titulado Sabrina (y sus amores) que el propio Billy Wilder no encontraba muy conseguida.

lunes, 4 de noviembre de 2024

La peor persona del mundo



Dirección: Joachim Trier.

Guión: Eskil Vogt y Joachim Trier.

Música: Ola Fløttum.

Fotografía: Kasper Tuxen.

Reparto: Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie, Herbert Nordrum, Hans Olav Brenner, Helene Bjørneby, Vidar Sandem, Maria Grazia Di Meo.  

Julie (Renate Reinsve) tiene muchas dudas sobre cómo encauzar su vida. Cuando conoce a Aksel (Anders Danielsen Lie), un conocido artista gráfico, al menos su vida sentimental parece asentarse.

Con un Hollywood centrado en el cine de palomitas y repitiendo fórmulas con descaro en busca de la taquilla, es de agradecer que de vez en cuando aparezcan propuestas diferentes, enfocadas a un cine más adulto, donde las personas, los problemas cotidianos, el amor y la vida sean los protagonistas.

Es lo que nos ofrece Joachim Trier con La peor persona del mundo (2021), película con la que cierra su conocida como Trilogía de Oslo, compuesta por Reprise (2006), Oslo, 31 de agosto (2011) y esta cinta.

Trier centra su relato, estructurado en un prólogo, dos episodios y el epílogo (división un tanto innecesaria y algo pedante), en Julie, una mujer sensible e inteligente pero que, como casi todos, en el paso de la adolescencia a la edad adulta, cuando debe tomar las riendas de su vida, se siente un tanto perdida. En realidad, Julie confiesa que es alguien que no termina nunca lo que empieza. Si lo analizamos bien, Julie tiene mucho de valiente. Lo sencillo es amoldarse, continuar un camino o una relación, aunque no parezcan perfectos. Pero la protagonista no se conforma con algo si no lo siente suyo. De ahí que cambie de meta profesional y de ahí que, aunque su relación con Aksel tenga muchos puntos positivos, Julie no se sienta plena. Sobre todo cuando conoce a Eivind (Herbert Nordrum), con el que conecta de manera casi mágica.

A nivel argumental, Trier se decanta por un relato contenido en lo emocional y que busca un discurso lo más natural del mundo, dejando de lado certezas y sentencias para presentarnos a unos protagonistas con dudas, miedos, decisiones que no siempre pueden justificar desde un razonamiento inequívoco... en definitiva, son personas que podemos comprender, porque todos hemos pasado por situaciones en las que no era fácil comprendernos a nosotros mismos. Es, sin duda, lo más acertado de esta propuesta que se desmarca de lo habitual en films románticos de relaciones de pareja. En este sentido, creo que La peor persona del mundo no puede calificarse de film romántico, sino de algo más grande, algo con pretensiones más profundas que la típica historia de amor que hemos visto tantas veces.

Sin embargo, también es verdad que la película no me llegó a emocionar todo lo que hubiera querido. Es más, en algunos momentos incluso se me hizo pesada. Lo achaco al estilo excesivamente frío del director y cierto afán de protagonismo a la hora de enfocar su trabajo que a veces adquiere más importancia que lo narrado. Puede que sea también un problema cultural, pues estamos ante un film noruego, lo que podría explicar esa falta de intensidad, incluso en momentos realmente dramáticos, que no nos deja indiferentes, pero sí algo distantes con lo vivido por los protagonistas. Y eso a pesar del buen trabajo de Renate Reinsve, que es el centro de la historia y que se mueve con una desenvoltura maravillosa.

En líneas generales, La peor persona del mundo me pareció un film más que interesante, especialmente por poner sobre el tapete problemas tan trascendentales como el amor, el trabajo, la maternidad, la muerte o la familia. Son temas que nos afectan a todos y seguramente muchos se verán identificados con alguno de los protagonistas o con parte de sus dudas. La lástima es que Joachim Trier no haya sabido darle algo más de emoción e intensidad al relato, dejando de lado ciertas licencias un tanto gratuitas que no casan del todo bien con su intento de ofrecernos un discurso real, sin adornos ni excesos.

viernes, 1 de noviembre de 2024

Pequeños detalles



Dirección: John Lee Hancock.

Guión: John Lee Hancock.

Música: Thomas Newman.

Fotografía: John Schwartzman.

Reparto: Denzel Washington, Rami Malek, Jared Leto, Chris Bauer, Michael Hyatt, Terry Kinney, Natalie Morales, Isabel Arraiza.

Joe Deacon (Denzel Washington), un agente del condado de Kern, viaja a Los Ángeles a recoger una prueba. Años atrás, había trabajado ahí como detective, pero un caso de un asesino en serie lo llevó al límite y abandonó la ciudad. Ahora, nada más llegar, se encuentra de nuevo con un nuevo caso de un asesino en serie al que la policía no puede atrapar.

Si vemos en la sinopsis de Pequeños detalles (2021) el tema del asesino en serie seguramente nos haremos una idea del argumento, intuyendo que el centro del mismo reside en la investigación para atraparlo, al estilo de Seven (David Fincher, 1995), a la que en alguna secuencia nos recuerda la propuesta de Hancock. Pero nos llevaremos una sorpresa, tal vez para algunos una decepción, pues el director, que firma también el guión, prefiere darle un giro diferente a la historia y deja en segundo término la investigación para centrarse en los dos policías que intentan descubrir al culpable: el detective Baxter (Rami Malek) y el agente Deacon.

Baxter lleva el caso, aunque sin pistas que le puedan orientar para descubrir al asesino en serie. Deacon, que pasaba por ahí, tiene una espina clavada por su pasado, cuando no pudo resolver un caso similar. Incluso todo indica que se trataría del mismo asesino de hace cinco años que ha vuelto tras un período de calma.

Y Hancock centra su interés en esos dos policías, en cómo se necesitan para poder avanzar en la investigación pero, sobre todo, el director intenta ahondar en su personalidad, sobre todo en el caso de Deacon, dejando pistas sobre su pasado que irá desvelando el guión con cuentagotas hasta la consabida sorpresa final. Por cierto, sorpresa que no es ninguna tontería, al menos Hancock elabora un guión bastante sólido que evita jugar al engaño y, sobre todo, salirse con un final rocambolesco. Todas las piezas al final encajan para dejarnos una interesante reflexión sobre el deber, la culpa, la honestidad y el límite entre el bien y el mal. Son estas cuestiones al final lo mejor de la película, dejando que sea el espectador el que valore lo correcto o incorrecto de los actos de los protagonistas.

Sin embargo, creo que entre las intenciones del director y el resultado hay un desequilibrio que penaliza todo lo interesante de la propuesta, dejando la sensación de que John Lee Hancock no ha sabido plasmar con la fuerza y el atractivo necesarios sus ideas, bastante interesantes.

El ritmo lento, que no es malo en sí mismo, perjudica un poco a la historia, más que nada porque se alarga demasiado y ese ritmo tan pausado no ayuda para nada, de manera que llegamos a sentir cierto cansancio a mitad del metraje debido a un estancamiento de la historia. Si el director hubiera optado por no estirar demasiado el tema y hubiera ido más abiertamente a la esencia, habríamos ganado todos.

Tampoco la escena clave de Baxter y el sospechoso (Jared Leto) en el descampado parece muy coherente. Es el momento más importante de la historia pero tal y como está planteado en todo momento lo sentimos como algo artificial, algo forzado que no termina de resultar convincente.

En todo caso, el final resulta potente, dejando abierta cualquier posibilidad en lo referente a Baxter, al tiempo que vemos como Deacon ha logrado superar sus traumas, aunque tal vez no de la manera más ética.

Repito, lo interesante de Pequeños detalles al final es la idea que plantea: la ética profesional, la honradez, la culpa e incluso el azar como un elemento adicional que puede trastocarlo todo. Si bien el resultado no es perfecto, creo que es un film a descubrir. 

miércoles, 23 de octubre de 2024

El duque



Dirección: Roger Michell.

Guión: Richard Bean y Clive Coleman.

Música: George Fenton.

Fotografía: Mike Eley.

Reparto: Jim Broadbent, Helen Mirren, Fionn Whitehead, Matthew Goode, Anna Maxwell Martin, Jack Bandeira, Aimée Kelly, Joshua McGuire, Charlotte Spencer.  

En 1961, Kempton Bunton (Jim Broadbent), un idealista empedernido, roba el cuadro del Duque de Wellington, de Francisco de Goya, de la National Gallery para "financiar" su campaña en favor de las personas mayores y los veteranos de guerra.

Basada en hechos reales, El duque (2020) es una comedia a la que no podemos negar su gran originalidad. Sin embargo, tiene ciertos defectos que a la larga pasan factura.

Sin duda, para aquellos a los que les gusta el humor británico, esta cinta colmará en gran medida sus expectativas. Estamos ante un film elegante, muy bien ambientado y con actores, como Helen Mirren, que resultan realmente naturales. También lo es Jim Broadbent, cuyo trabajo resulta entrañable, especialmente en la parte del juicio, pero es evidente que el actor resulta demasiado mayor para su papel y eso es algo que no conseguí olvidar durante toda la película.

Además de la elegancia, quisiera destacar el gran nivel de los diálogos, algo que debería ser la norma en cualquier película pero que, por desgracia, es tan raro que cuando asistimos a un guión tan preciso como este resulta sorprendente y se agradece enormemente.

Sin embargo, El duque tiene una primera parte, donde se presentan los personajes básicamente, que me resultó bastante floja y, por lo tanto, se me hizo muy larga. Falta precisión, falta concreción. Los personajes, tanto el de Kempton como el de su esposa (Helen Mirren), no caen especialmente bien. Kempton está retratado de manera que se acerca más a un majadero que a un idealista de gran corazón. Por su parte, su esposa es gruñona, arisca, y aunque entendemos que debe estar hasta la coronilla de las majaderías de su esposo, no se hace simpática. Es el principal error de la historia: hacer que sus personajes no nos resulten simpáticos.

Es cierto que cuando llega la parte del juicio, el nivel de la película sube mucho, pues estamos al fin en el momento en que se desvelan las cartas sin disimulos ni juegos. Es entonces cuando comprendemos de verdad al señor Kempton que, de un plumazo, deja de ser un chiflado para convertirse en un sujeto muy simpático, lúcido y casi entrañable. Su esposa, al fin, parece entrar también en razón y asume la pérdida de su hija (una subtrama que recorre la película en segundo plano) y muestra cierta comprensión hacia su esposo. Es decir, de pronto el guión se vuelve sensible y tierno y consigue al fin que nos impliquemos en los problemas de los personajes, que sintamos su dolor por el drama de perder a una hija y los veamos como seres normales, no como los bichos raros del principio.

Sin embargo, a pesar de esa parte final más lograda, el desequilibrio de la cinta es evidente. En conjunto, es una película que se ve con agrado, pues resulta un tema novedoso y el tratamiento, sin forzar las gracias, es discreto y elegante. Pero no pasa de eso, de un film amable, con ciertos momentos muy logrados, pero sin una unidad que le de más peso en el conjunto. 

sábado, 19 de octubre de 2024

Outlander



Dirección: Howard McCain.

Guión: Dirk Blackman y Howard McCain.

Música: Geoff Zanelli.

Fotografía: Pierre Gill.

Reparto: Jim Caviezel, Sophia Myles, Jack Huston, John Hurt, Cliff Saunders, Ron Perlman, Patrick Stevenson, Aidan Devine, Bailey Maughan.

En el año 709, una nave espacial se estrella en Noruega. El único superviviente es Kainan (Jim Caviezel)... y un Moorwen, una criatura sanguinaria.

En el cine ya hemos visto de todo. La necesidad de renovar géneros, de buscar nuevas ideas para historias muy vistas hace que la imaginación de los guionistas sea capaz de cualquier cosa. La prueba la tenemos en Outlander (2008), una cinta que mezcla cine histórico, de aventuras, gore y de ciencia ficción sin ningún tipo de rubor.

El problema de este tipo de mezclas es que cuesta bastante tomarlas en serio, de ahí que lo mejor, desde un punto de vista práctico, sea adoptar cierto distanciamiento, pues es la única manera de poder sacar algo de partido a historias tan inverosímiles. El problema de Outlander es que los guionistas se empeñan en darle un toque trascendente, especialmente en la parte final, donde deben pensar que ponerse serios es la mejor solución para rematar la historia de manera épica. ¡Error! Si la película no había sido más que un pasatiempo asumible, con fallos pero cierta emoción, el desenlace resulta casi patético, intentando poner un broche de oro innecesario y que termina por tener el efecto contrario al pretendido.

Hasta entonces, es verdad que el argumento no resultaba demasiado original, pues el monstruo sanguinario y terrorífico lo habíamos visto ya en muchas películas, como en Alien: el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) o Depredador (John McTiernan, 1987). Pero a pesar de todo, la idea de Outlander funciona a nivel muy básico porque asegura intriga, luchas despiadadas, peligro y sangre; un cóctel que suele resultar a poco que la producción sea más o menos acertada. Y es cierto que en este aspecto, Outlander tiene un pase: la tensión está asegurada por la sola presencia del Moorwen. Otra cosa es el diseño de la bestia; creo que el toque de las luces es excesivo, pero estéticamente aporta cierta plasticidad que el director explota en un par de escenas bastante artísticas.

Sin embargo, dejando de lado el final antes mencionado, la película cojea mucho en todo lo que es el aspecto humano: las relaciones entre los personajes, su profundidad o los diálogos, que están a un nivel muy básico. Todo ello empobrece el relato, que se sustenta solamente en las escenas de acción. Si además le unimos la elección de Jim Caviezel  para el rol principal, un actor inexpresivo como un palo, tenemos la guinda del pastel.

En resumen, Outlander es un producto muy elemental, sin demasiada calidad ni talento ni imaginación. Solamente en el apartado de acción funciona correctamente, pero me parece insuficiente para poder valorarla más allá de un simple pasatiempo muy corriente y sin nada que lo haga especial. Mero entretenimiento de usar y olvidar.

martes, 15 de octubre de 2024

Cuenta atrás



Dirección: Fred Cavayé.

Guión: Fred Cavayé y Guillaume Lemans.

Música: Klaus Badelt.

Fotografía: Alain Duplantier.

Reparto: Gilles Lellouche, Roschdy Zem, Gérard Lanvin, Elena Anaya, Mireille Perrier, Claire Perot, Moussa Maaskri, Pierre Benoist.

Un hombre (Roschdy Zem) escapa herido de dos tipos que quieren matarlo. De pronto, una moto lo enviste y acaba malherido en el hospital. Este hecho fortuito sin embargo cambiará la vida de Samuel Pierret (Gilles Lellouche), que asiste atónito al secuestro de su esposa embarazada (Elena Anaya).

Fred Cavayé había debutado en el largometraje con Cruzando el límite (2008), un thriller bastante resultón, de ahí que no sorprenda que su segunda película, Cuenta atrás (2010), repita la fórmula.

En esta ocasión, un hombre inocente se ve involucrado en una compleja trama con asesinos a sueldo y policías corruptos mientras intenta salvar a su esposa embarazada, secuestrada para forzarlo a colaborar con los malos de turno.

El planteamiento de Cuenta atrás, a pesar de que el guión puede parecer algo enrevesado, es interesante, como siempre que un hombre inocente ve peligrar su vida, algo que hace que enseguida empaticemos con él. El problema de la cinta sin embargo es que no logra salvar su aroma a film de serie B ni la simplicidad excesiva del guión.

Empezando por la historia, Cuenta atrás está reducida a la mínima expresión a nivel argumental, creando una trama curiosa que, a pesar de todo, cuesta mucho tomar con seriedad. Todo parece demasiado peliculero, con lo que no terminamos de creérnosla, además de dejar de lado cualquier intento de profundización, ni en los acontecimientos ni en los personajes. Todo la trama está ahí para servir de base a una serie de escenas de acción filmadas sin ninguna genialidad, de manera algo mecánica, y dar pie a momentos de un dramatismo exagerado apoyándose en el peligro que corren Samuel y su esposa.

La forzada complicidad de Samuel con Hugo (Roschdy Zem), uno de los villanos de turno, podría haber sido explotada también de manera más eficaz, pero de nuevo vemos que el guión no parece preocuparse demasiado por los detalles y se limita a grandes brochazos, sin más.

El aroma a serie B me pareció bastante evidente en el tema de los actores elegidos, empezando por un Gilles Lellouche sobreactuado y unos secundarios bastante patéticos en su trabajo, resultando todo muy forzado y sin convicción. 

Tampoco la puesta es escena resulta memorable, dejando la impresión de un trabajo realizado de manera bastante automática, con los elementos que uno sabe que va a encontrar, pero sin nada que eleve la propuesta de un nivel bastante mediocre.

Lo más llamativo de todo es que con la abundancia de escenas de acción y los peligros constantes a que ve sometido el protagonista, nada en Cuenta atrás nos lleva a vibrar con la historia o a sentir miedo por las desventuras de los protagonistas. Con eso, creo que está dicho casi todo.

jueves, 10 de octubre de 2024

En la cuerda floja



Dirección: Richard Tuggle.

Guión: Richard Tuggle.

Música: Lennie Niehaus.

Fotografía: Bruce Surtees.

Reparto: Clint Eastwood, Geneviève Bujold, Dan Hedaya, Alison Eastwood, Jennifer Beck, Marco St. John, Rebecca Perle, Regina Richardson, Randi Brooks, Jamie Rose, Margaret Howell.  

El Barrio francés de Nueva Orleans se ve sacudido por varios asesinatos de mujeres que indican que detrás se ellos se esconde un asesino en serie. Wes Block (Clint Eastwood) se encarga de la investigación.

El cine en general, en este caso el policíaco, ha ido perdiendo inocencia y buen gusto con el paso del tiempo. Tal vez como una prueba de madurez, osadía o de superación, lo que se insinuaba a mediados del siglo XX pasó a ser explícito conforme pasaban las décadas. Esto es lo primero que nos llama la atención en En la cuerda floja (1984), donde el director no se corta a la hora de mostrar desnudos femeninos ni tampoco con unos diálogos bastante directos. Es una elección como otra cualquiera, aunque en términos estéticos, sigo prefiriendo la sutileza del periodo clásico.

La historia de En la cuera floja gira en torno a la personalidad de Block más que al tema del asesino en serie, que parece estar ahí como elemento imprescindible para la evolución de la historia, pero que no llega a tener el protagonismo que podríamos imaginar.

En realidad, la idea del film parece ser establecer una comparación entre el asesino y el policía que lo busca, dejando claro que lo que los separa no es más que una pequeña línea. De ahí el título pues, como dice Beryl (Geneviève Bujold), todos tenemos un lado oscuro y la diferencia estriba en dominarlo, no poder hacerlo (caso del asesino en serie) y el resto, que se mueven en la cuerda floja entre esas dos realidades.

Y Wes Block es precisamente un ejemplo perfecto: divorciado, encuentra en el mundo de los bajos fondos el escape a sus pulmones sexuales, con tendencias morbosas que lo acercan mucho al propio asesino que persigue. Son dos personas más similares de lo que podría parecer.

La diferencia con otras películas de intriga de corte parecido es que aquí Richard Tuggle no intenta confundirnos sobre la identidad del asesino, dejando claro desde el principio que éste y Block son dos personas diferentes. Porque el juego no es crear dudas sobre ese punto, sino establecer el paralelismo entre ambos, dejando claro que la línea entre el bien y el mal es muy fina.

Si las intenciones del director son interesantes, la puesta en escena no está a su altura. Encuentro que la cinta tiene un ritmo algo lento y cae en cierta repetición de situaciones en la parte central de la misma, de manera que se pierde el ritmo y se cae en cierto marasmo que solo se supera con el final que, a pesar de la tensión evidente del mismo, no resulta ni apasionante ni muy coherente y se limita a un desarrollo algo rutinario y efectista que funciona solamente a medias.

Si En la cuerda floja resulta medianamente interesante es gracias a la presencia de Clint Eastwood, productor de la cinta, que le da esa solidez característica a su personaje. Incluso hay quien cree que la dirección del film es también cosa suya, por un estilo ciertamente marcado que nos remite al actor. Además, el hecho de que de Richard Tuggle no abunden las noticias (no hay ni siquiera una foto suya y sus escasos trabajos están todos vinculados a Clint Eastwood) podría dar una pista de su verdadera identidad.

En la cuerda floja es definitivamente un film menor que tiene más sombras que luces, aunque se deja ver con agrado si te gusta este género y aún más la estética y el estilo de su época.

martes, 8 de octubre de 2024

Rocco y sus hermanos



Dirección: Luchino Visconti.

Guión: Suso Cecchi D'Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Medioli y Luchino Visconti (Relato: Giovanni Testori). 

Música: Nino Rota.

Fotografía: Giuseppe Rotunno (B&W).

Reparto: Alain Delon, Renato Salvatori, Annie Girardot, Katina Paxinou, Roger Hanin, Paolo Stoppa, Suzy Delair, Max Cartier, Spiros Focás, Claudia Cardinale, Alessandra Panaro, Corrado Pani. 

Rosaria Parondi (Katina Paxinou) abandona su tierra al enviudar y marcha a Milán con sus cuatro hijos para reunirse con el mayor, Vincenzo (Spiros Focás), que había emigrado antes.

Título clave en la trayectoria de Luchino Visconti y aclamada como una de las grandes películas italianas de todos los tiempos, Rocco y sus hermanos (1960) se erige como una curiosa mezcla de tragedia griega con tintes neorrealistas. A pesar de todas sus virtudes, encontré también bastantes detalles que no acaban de entusiasmarme.

Visconti había iniciado el neorrealismo en 1943 con Obsesión, un movimiento clave en la historia del cine. Y siguió por esa senda algún tiempo pero con Rocco y sus hermanos asistimos a un cambio de tendencia que se hará del todo evidente con su siguiente título, El gatopardo (1963), orientándose a las grandes producciones.

Esta película, sin embargo, aún conserva elementos del neorrealismo, como son el retrato de la sociedad de la época, con el sur de Italia, de donde proceden los Parondi, atrasado e inculto frente a la industrial Milán, donde el despegue económico empezaba a ser notable. También el retrato familiar, las viviendas con el patio donde todas los vecinos confluían y se comunicaban y la fotografía de Giuseppe Rotunno nos llevan a ese cine con inclinación documentalista característico de las dos décadas precedentes.

Pero Visconti se aparta del neorrealismo con su enfoque orientado sin tapujos al drama más visceral, donde los comportamientos están lejos de la moderación y lo comprensible, al llevarlo al exceso melodramático.

El eje de la historia es la familia Parondi y cómo cada uno de los hermanos se va a adaptando a la nueva vida. Sin embargo, no he visto ningún alegato de cómo la ciudad o el dinero influyen en los hermanos. Más bien, el origen de los conflictos está en el enamoramiento obsesivo de Simone (Renato Salvatori) hacia Nadia (Annie Girardot), una prostituta. Lo que se pone de manifiesto es como esa pasión incontrolada arruina la vida de Simone y lo enfrenta con sus hermanos. Primero con Rocco (Alain Delon) por haber iniciado también un romance con Nadia, y después con Ciro (Max Cartier), que intenta poner paz en la familia excluyendo a Simone, el causante de todos los problemas.

Y aquí es donde creo que a los guionistas se les va un tanto la mano, pues optan por llevar el drama al terreno más extremo, llegando a momentos demasiado viscerales y a reacciones, como el comportamiento compresivo y tolerante de Rocco, que no termina de entenderse del todo. Es normal que sienta afecto por su hermano, pero que le perdone una violación o un asesinato o que termine culpándose a sí mismo de todo no termina de comprenderse más que en el marco de un melodrama radical y trasnochado.

Tampoco el reparto resulta equilibrado. Frente a una Annie Girardot y un Renato Salvatori completamente convincentes, tenemos al resto del elenco que no tiene la misma fuerza. Especialmente Alain Delon, un actor cuya inexpresividad roza el delito y que parece más preocupado de salir bien en el plano que de trasmitir cualquier emoción. Katina Paxinou en realidad no hace un mal trabajo, pero lo excesivo de su personaje termina por hacerla poco convincente.

Tal vez, entenderíamos mejor la cinta en el momento de su estreno. Hoy en día, me resultó excesiva, teatral e incomprensible en muchos momentos. Pero quizá el mayor pero que le pongo es que, con lo dramático de la historia y lo excesivo del planteamiento, en ningún momento llegué a identificarme con los personajes, a sufrir con ellos un drama que al final me resultó bastante ajeno.  

sábado, 5 de octubre de 2024

Peligro inminente



Dirección: Phillip Noyce.

Guión: Donald Stewart, Steven Zaillian y John Millius (Novela: Tom Clancy).

Música: James Horner.

Fotografía: Donald M. McAlpine.

Reparto: Harrison Ford, Willem Dafoe, James Earl Jones, Anne Archer, Joaquim de Almeida, Henry Czerny, Harris Yulin, Donald Moffat, Miguel Sandoval, Benjamin Bratt, Raymond Cruz, Dean Jones, Thora Birch.  

Cuando es asesinado un amigo personal del presidente de los Estados Unidos (Donald Moffat) y toda su familia por orden de un traficante de droga colombiano (Miguel Sandoval), el presidente ordena una represalia encubierta.

Harrison Ford ya había interpretado a Jack Ryan, el personaje recurrente de las novelas de Tom Clancy, en Juego de patriotas (Phillips Noyce, 1992), una cinta que funcionó muy bien, por lo que era lógico que la Paramount explotara el filón acometiendo la producción de Peligro inminente (1994).

La película está diseñada para su éxito en taquilla, con una cuidada producción y un argumento que intenta llevar la trama de la historia hasta un punto álgido en un final intenso. Y las cosas funcionan... a medias.

Creo que la trama de la lucha contra el narcotráfico, incluidos medios ilegales, por parte de los Estados Unidos está muy bien planteada, con el acierto de la implicación personal del presidente por la muerte de un amigo que, en realidad, era un ladrón y un corrupto. Esta manera de difuminar las líneas que separan a los supuestos malos de los buenos de turno es todo un acierto y refleja a la perfección la realidad política, más allá de las historias contadas en los medios de comunicación.

Además, la presencia de Joaquim de Almeida, componiendo un villano astuto, maquiavélico y muy peligroso, ayuda mucho a crear el grado de intensidad y emoción que necesita toda historia de estas características.

El primer problema, sin embargo, del guión es que está todo tan calculado, con escenas de acción y momentos más personales, como la relación de Jack Ryan con su superior, el almirante Greer (James Earl Jones), que no podemos sacarnos de la cabeza de que, por muchos intentos de darle un aire de credibilidad al argumento, este huele a precocinado por todos lados.

Sin embargo, si asumimos que estamos ante un film de mero entretenimiento, este defecto puede pasarse por alto sin demasiados problemas. Lo que es imposible de esquivar es todo el tramo final de la cinta donde, imagino que por cuestiones de taquilla, había que darle protagonismo a Harrison Ford aún cuando ello resultase del todo incongruente. Todo el tramo final, con Ryan viajando a Colombia, comprando un helicóptero, metiéndose en la selva, negociando como si nada con el capo colombiano (Miguel Sandoval) y liándose a trompazos con Félix Cortez (Joaquim de Almeida) no solo es increíble, sino que llega a resultar ridículo. 

Por si eso no fuera suficiente y con el fin de limpiar el nombre de los Estados Unidos, que por la actitud del presidente y sus subalternos no sale muy bien parado, el guión orquesta una limpieza final donde Ryan se erige en defensor de la verdad y en un dechado de integridad capaz de cantarle las cuarenta al presidente mismo, lo que convierte toda la parte final de Peligro inminente, que debía ser el plato fuerte, en algo absurdo, manipulador y tendencioso.

Por ello, aún admitiendo algunos detalles interesantes, he terminado de ver esta cinta entre asombrado y asustado. Es una pena que un argumento con ciertas posibilidades termine convertido en algo tan simple y tan tosco, más propio de las películas baratas que veía siendo un niño y donde la caballería siempre llegaba al final para poner orden. Aquí se llama Jack Ryan.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Abbott y Costello contra los fantasmas



Dirección: Charles T. Barton.

Guión: Robert Lees, Frederic I. Rinaldo y John Grant.

Música: Frank Skinner.

Fotografía: Charles Van Enger (B&W).

Reparto: Bud Abbott, Lou Costello, Lon Chaney Jr., Bela Lugosi, Glenn Strange, Lenore Aubert, Jane Randolph, Frank Ferguson. 

Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) telefonea desde Londres a la estación de tren de Florida advirtiendo al empleado Wilbur Grey (Lou Costello) del peligro de unas cajas destinadas a la Casa de los Horrores McDougal. Pero Wilbur no tomará en serio la llamada.

Aunque en España no tienen la repercusión de cómicos como Los Hermanos Marx o Jerry Lewis, por ejemplo, Abbott y Costello fueron un duo cómico muy popular en los Estados Unidos en la década de 1940 y parte de la siguiente, apareciendo en televisión, radio y en el cine, donde filmaron nada menos que treinta y seis películas juntos.

En esta que nos ocupa, del año 1948, se rinde homenaje a los monstruos clásicos de la cultura popular (y el cine): Drácula (Béla Lugosi), Frankenstein (Glenn Strange) y el Hombre Lobo (Lon Chaney Jr.), reunidos en una parodia de los films de terror de la época y que daría lugar a un nuevo subgénero con gran recorrido posterior. 

Atención, no estamos ante un humor refinado y preciso, como el de las cintas de Billy Wilder o Ernst Lubitsch, ni el surrealista de los Marx. Abbott y Costello representan un humor más popular, sencillo, incluso infantil, que sin embargo les proporcionó una popularidad y un éxito totales entre el público de su época. 

De ahí que lo que tenemos en Abbott y Costello contra los fantasmas sea una parodia bastante básica que se apoya constantemente en la inocencia y carácter miedoso y cobarde de Wilbur y la incredulidad y sentido común de Chick Young (Bud Abbott), lo que está en la base de su humor.

Las bromas no son demasiado elaboradas y el argumento, muy elemental, se sigue con facilidad y cierta anticipación. En general, podemos afirmar que se trata de una película que sin duda tendría en la infancia a su público más idóneo.

Y sin embargo, la película de alguna manera funciona bastante bien, en contra de toda lógica. La clave, desde mi punto de vista, es su ausencia total de pretensiones. Es de esas películas que no intentan disimular su esencia y hasta hacen bandera de sus limitaciones. De ahí que, al tomarla en serio y al no esperar gran cosa de ella, acabe por entretenernos. Es más, lo elemental de los efectos especiales, los pobres decorados y el desarrollo tan simple son los que, vista en la actualidad, le confieren cierto encanto, un atractivo basado precisamente en sus carencias.

Es de esas historias en las que, si te dejas llevar por el espíritu inocente de tus años de infancia, donde te extasiabas ante la gran pantalla de una sala a oscuras sin el mínimo espíritu crítico ni analítico, puedes pasar un rato de franca diversión sin complejos. Pero, repito, no es un film logrado, solo un entretenimiento muy elemental.  

martes, 1 de octubre de 2024

Las ventajas de ser un marginado



Dirección: Stephen Chbosky.

Guión: Stephen Chbosky (Libro: Stephen Chbosky).

Música: Michael Brook.

Fotografía: Andrew Dunn.

Reparto: Logan Lerman, Emma Watson, Ezra Miller, Mae Whitman, Kate Walsh, Dylan McDermott, Melanie Lynskey, Nina Dobrev, Johnny Simmons, Joan Cusack, Paul Rudd. 

Charlie (Logan Lerman) es un adolescente solitario con problemas personales que afronta su primer año de instituto lleno de preocupación. Por suerte, conocerá a Patrick (Ezra Miller) y a su hermanastra Sam (Emma Watson), con los que inicia una buena amistad.

Lo primero que destaca en Las ventajas de ser un marginado (2012) es ver como se toma la temática adolescente en serio. Viendo la película tenemos la sensación de que Stephen Chbosky, padre absoluto de la criatura, sabe de lo que está hablando. El retrato de Charlie y sus amigos, con sus problemas de adaptación, de búsqueda de identidad y aceptación se ajustan bastante a lo que todos hemos experimentado en esos complicados años de la vida. Incluso la insistencia de la música como un protagonista más en la vida de Charlie, Sam y el resto resulta un detalle realmente muy bien traído, pues es a través de la música como muchos adolescentes encuentran su grupo de pertenencia, sirviendo esta de nexo de unión y como vehículo perfecto que expresa por ellos muchas de sus preocupaciones, gustos y sentimientos.

Sin embargo, Las ventajas de ser un marginado, con todas sus virtudes, entre las que destacaría la elegancia de Chbosky a la hora de narrarnos la historia, deja un cierto regusto amargo, la impresión de que se podía haber sacado mucho más del material disponible.

Para empezar, creo que, bien analizada, la película resulta un tanto superficial, dejando en el aire muchos temas y pasando de puntillas por la mayoría de los que trata. De ahí que muchos personajes se queden en el limbo, lo que debilita el conjunto. Además, el limitarse a unos poco temas termina por convertirlos en recurrentes, llegando un momento en que uno siente que la historia no avanza con la agilidad necesaria. No digo que la cinta caiga en el aburrimiento, pero lo bordea peligrosamente.

El otro detalle que a mí personalmente no me convenció, aunque supongo que a otros muchos espectadores les puede haber fascinado, es el descubrimiento final a cerca de Charlie cuando era un niño pequeño. Y no me convenció porque yo entendía la película como una aproximación al mundo de la adolescencia más o menos corriente, pero ese giro nos presenta a un protagonista que no es simplemente un muchacho tímido y solitario, sino que mete otro tema muy serio y lo hace por sorpresa, como en un intento de añadir una nota dramática muy potente para redondear el final. Creo que es un truco no muy respetuoso con el tono general que parecía querer mostrar el director y tampoco añade nada especialmente relevante, sino que transforma el relato llevándolo a un terreno que ya no es el retrato de los problemas de un adolescente tipo, sino el de una persona con graves problemas mentales.

En todo caso, creo que hay que alabar el buen trabajo de los tres intérpretes principales, con una Emma Watson encantadora y un fenomenal Ezra Miller que demuestra un gran talento, bastante por encima del de Logan Lerman, correcto pero un tanto inexpresivo.

Con sus defectos, Las ventajas de ser un marginado brilla con luz propia en medio de un cine actual donde propuestas como esta son demasiado raras.

lunes, 23 de septiembre de 2024

The Way Back



Dirección: Gavin O'Connor.

Guión: Brad Ingelsby y Gavin O'Connor.

Música: Rob Simonsen.

Fotografía: Eduard Grau.

Reparto: Ben Affleck, Al Madrigal, Janina Gavankar, Michaela Watkins, Brandon Wilson, Will Ropp, Fernando Luis Vega, Charles Lott Jr., Melvin Gregg.

Jack Cunningham (Ben Affleck), una antigua figura del baloncesto estudiantil, ha tocado fondo: separado de su mujer, malgasta su vida sumido en el alcohol. Pero un día, le ofrecen el puesto de entrenador del equipo de baloncesto de su antiguo colegio. 

El drama es un género clásico del cine. Da mucho juego y siempre es más fácil hacer llorar que hacer reír, de ahí que cualquier director un poco listo pueda hacer un drama más que correcto. Y esta es la sensación que saco después de ver The Way Back (2020): Gavin O'Connor tiene la habilidad suficiente para contarnos una historia triste de superación personal de un modo bastante digno.

Porque lo primero que debemos destacar de la cinta es que el director adopta un tono serio, pero huyendo de dramatismos excesivos. Y tiene mérito pues la historia no puede ser más demoladora: el protagonista era un jugador prometedor que por problemas familiares arruinó su carrera y su vida cayendo en las drogas. Redimido por su esposa (Janina Gavankar), endereza su vida hasta que un cáncer acaba con la vida de su hijo. Ello le lleva a la depresión, el alcoholismo y a arruinar su matrimonio. Con el trabajo de entrenador, parece que encuentra un motivo para intentar cambiar su vida.

Como vemos, un cúmulo de circunstancias que convierten The Way Back en una bomba emocional. Por ello, es de elogiar el trabajo del director, construyendo un film sólido sin caer en la lágrima fácil y dosificando el drama con mucha contención y elegancia.

También hemos de reconocer que Ben Affleck, un actor no muy expresivo por lo general, está aquí bastante acertado. No es un trabajo de Oscar, pero sí que consigue trasmitir sus emociones con sobriedad y de manera convincente.

Pero The Way Back, por desgracia, no es un film redondo. Y ello se debe fundamentalmente a un guión bastante limitado y un poco tosco.

La historia, bien analizada, no es más un cúmulo de tópicos donde no falta casi nada. Incluso es bastante predecible en los escasos giros que toma la historia, desde la evolución personal del protagonista al cambio del equipo de baloncesto, que pasa de ser uno de los peores de su liga a entrar en los play-off.

Un guión que en realidad no profundiza lo suficiente en los personajes y sus problemas y se dedica a montar diferentes escenas bastante simples donde desarrolla el drama de un modo muy superficial. Se echa de menos más complejidad, más originalidad. Por ejemplo, si nos acordamos de Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan, 2016), protagonizada curiosamente por el hermano de Ben, Casey Affleck, y con un tema muy parecido, entendemos la gran diferencia entre un guión bien escrito y éste, que llega a provocar cierto cansancio a mitad de la película por su falta de sorpresas y cierta repetición de situaciones.

De todos modos, The Way Back se deja ver con agrado pues no deja de ser una historia conmovedora sobre lo cruel que puede ser la vida para algunas personas y lo fácil que es rendirse y buscar el que parece el camino más fácil para huir del sufrimiento. Son temas sin duda de gran calado, la pena es que no se desarrollen con la inteligencia necesaria.

jueves, 19 de septiembre de 2024

El ojo público



Dirección: Howard Franklin.

Guión: Howard Franklin.

Música: Mark Isham.

Fotografía: Peter Suschitzky.

Reparto: Joe Pesci, Barbara Hershey, Stanley Tucci, Jerry Adler, Jared Harris, Gerry Becker, Dominic Chianese, Del Close, Richard Foronjy, Tim Gamble, Bob Gunton. 

Leon Bernstein (Joe Pesci) se gana la vida como fotógrafo de sucesos en Nueva York a comienzo de los años cuarenta. Parte de su éxito reside en mantenerse neutral, sin tomar nunca partido por nadie. Sin embargo, eso cambia cuando la atractiva viuda Kay Levit (Barbara Hershey) le pide ayuda.

Película con pretensiones de cine clásico, El ojo público (1992) nos muestra las posibilidades del cine contemporáneo, pero también sus dificultades para redondear un material que ofrecía mucho más de lo que Howard Franklin al final consigue.

Si empezamos por las debilidades, lo primero que no conseguí superar es el tema de la ambientación. La historia transcurre en 1942 y el esmero de la producción para representar esa época con fidelidad resulta incuestionable. Sin embargo, y puede que este detalle sea algo personal, nunca me quité de la cabeza que todo era un simple decorado. Ambiente perfecto, ropas perfectas, todo inmaculado... y sin embargo artificial. Eso me pareció, aunque no dejaría de ser un detalle menor si el resto de la producción estuviera a la altura de lo esperado.

Otro detalle, y esto sí que es crucial, realmente inverosímil es el romance entre Leon y Kay. Se trata de un elemento clave en la historia que, sin embargo, el director no logra desarrollar con la intensidad y la profundidad suficientes. Pero al error en el planteamiento se suma el contraste entre Joe Pesci y una impresionante Barbara Hershey, lo que convierte su relación en algo del todo increíble. La química entre ellos dos es inexistente y así no se puede sostener nada. Es de esos detalles que le hacen pensar a uno en seguida que solo pueden suceder en el cine, jamás en la vida real. 

Y unido a lo anterior, llegamos al punto más débil de El ojo público, que es la ausencia de emoción a lo largo de toda la historia. Franklin construye un relato en teoría apasionante, con el tema de la corrupción política, la mafia, la soledad de Leon, su enamoramiento "imposible", su sueño de reconocimiento por su trabajo... Es un material de oro puro que en manos del director se vuelve frío, sin emoción. Nada en la historia nos sacude, nada nos llega al alma. Intuimos grandes posibilidades, especialmente con el personaje de Leon, su ética o la falta de la misma, su pasión secreta hacia Kay, su dudosa decisión de fotografiar la masacre de un mafioso y su banda... Y todo ello nos deja fríos. Franklin es incapaz de darle vida a la historia, de conmovernos, de hacer que los hechos narrados traspasen la pantalla y nos golpeen, nos remuevan en el asiento. Una pena.

Pero no todo es fallido en la cinta. Para empezar, es un bonito homenaje al fotógrafo neoyorkino Weegee, un artista que retrató con descarnada sinceridad el Nueva York de mediados del siglo XX: crímenes, accidentes de tráfico y también damas de la alta sociedad. Algunas de las fotos que se muestran en la película eran suyas y demuestran el talento de un hombre singular.

Por otra parte, El ojo público encara abiertamente el tema de la ética de la fotografía: hasta qué punto se pueden hacer fotos de determinadas personas o situaciones. El colmo es como Leon, pudiendo evitar una masacre, permite que suceda porque así puede sacar unas fotos únicas. 

Y más allá de la trama mafiosa, interesante aunque con poco recorrido en la cinta, donde residía todo el interés de la película era en el retrato de Leon Bernstein: en su soledad, en cómo su dedicación absoluta a su oficio lo convirtió en un hombre realmente solo. "Ninguna mujer podría amar a un tipo andrajoso que duerme vestido, que come a base de latas y que pasa tanto tiempo con cadáveres que huele como ellos". El personaje de Joe Pesci es realmente complejo, contradictorio; nos mueve a la compasión, pero también resulta censurable por esa manera obsesiva de dedicarse a su oficio e intentar lograr las mejores fotos a toda costa. Sin embargo, el director tampoco supo explorar convenientemente ese filón.

A cambio, tenemos un film impecable en las formas, con un gran trasfondo, un Joe Pesci soberbio, una Barbara Hershey más hermosa que nunca... Estaba todo ahí, pero Franklin se quedó en la orilla.

martes, 17 de septiembre de 2024

Gentleman Jim



Dirección: Raoul Walsh.

Guión: Vincent Lawrence y Horace McCoy (Autobiografía: James J. Corbett).

Música: H. Roemheld.

Fotografía: Sid Hickox (B&W).

Reparto: Errol Flynn, Alexis Smith, Jack Carson, Alan Hale, John Loder, William Frawley, Minor Watson, Ward Bond, Madeleine Lebeau, Rhys Williams, Arthur Shields, Dorothy Vaughan.

James J. Corbett (Errol Flynn) es un modesto empleado de banco, aunque aspira a mucho más. Cuando descubre sus habilidades para el boxeo, no duda en labrarse un futuro en el ring.

Gentleman Jim (1942) es una comedia que escenifica la vida de James J. Corbet, primer campeón mundial de los pesos pesados en 1892 tras la entrada en vigor de las reglas del marqués de Queensberry. Y como en casi todas las películas biográficas, salvo contadas excepciones, parece que la realidad termina por imponerse, coartando o limitando la inventiva y dejando un film que pierde intensidad en favor de un relato más o menos detallado de la vida de Corbett en este caso. 

Sin duda, el mayor acierto de la cinta es contar con el maravilloso Errol Flynn para dar vida al protagonista. A pesar de que en principio no parece el actor más apropiado para encarnar a un peso pesado, el carisma y la energía que desprendía Flynn en esos años, en la cima de su carrera, lo convierten en la estrella de la película.

Walsh elige un enfoque de comedia que nos muestra un mundo bastante idealizado donde todo parece posible para el orgulloso, ambicioso y carismático protagonista. Corbett, a pesar de su arrogancia, es un hombre tan jovial, amable y decidido que cae automáticamente bien, algo que quizá solo Errol Flynn podía conseguir con tan pasmosa facilidad.

No estamos por lo tanto en una cinta con pretensiones históricas, solo un divertimiento orquestado con agilidad donde todos los personajes terminan resultando entrañables. Es, por lo tanto, un mundo fantástico el que se muestra, donde ni siquiera la policía es capaz de asustar y donde todos pagan alegremente sus deudas de juego. No hay maldad, de ahí que Gentleman Jim se acerque más a un cuento bienintencionado que a algo real.

Pero es que la idea, además de ofrecer un retrato idealizado del protagonista, es entretener a base de situaciones amables y detalles cómicos que, es cierto, parecen hoy en día algo teatrales de más, incluso infantiles, pero que eran la norma en muchas comedias de la época. Falta sutileza, es cierto, incluso Walsh alarga demasiado algunos combates con detalles que se repiten con poca originalidad, como las reacciones de los familiares de Corbett. De ahí que la cinta tenga pequeños bajones que le impiden alcanzar cotas más altas.

Y en ello también tiene mucho que ver, desde mi punto de vista, el dejar un tanto de lado el romance entre Corbett y Victoria Ware (Alexis Smith), pues es un tema que daba para mucho más del partido que finalmente se obtiene de su relación, aparcada hasta el mismísimo final donde, precipitadamente, se resuelve el forzado conflicto que parecía existir entre ambos.

A pesar de sus defectos, Gentleman Jim se deja ver con agrado, especialmente para los admiradores del genuino Flynn, un actor con un carisma que eclipsaba a todos cuantos le rodeaban.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Sola en la oscuridad



Dirección: Terence Young.

Guión: Robert Carrington y Jane-Howard Carrington (Teatro: Frederick Knott).

Música: Henry Mancini.

Fotografía: Charles Lang.

Reparto: Audrey Hepburn, Alan Arkin, Richard Crenna, Jack Weston, Samantha Jones, Julie Herrod, Efrem Zimbalist, Jr. 

Una joven, Lisa (Samantha Jones), transporta droga escondida en una muñeca; para evitar que se la quite un compinche suyo, Harry Roat (Alan Arkin), se la confía a Sam Hendrix (Efrem Zimbalist, Jr.), un pasajero de su mismo vuelo, lo que traerá dramáticas consecuencias para su esposa ciega, Susy (Audrey Hepburn).

Audrey Hepburn fue una gran actriz, sin duda alguna. Y ha protagonizado grandes películas donde su encanto añadía un plus de glamour maravilloso. Elegante, sobria y distinguida, tiene un puesto de honor en la historia del cine. Pero ello no significa que no tenga películas flojas y Sola en la oscuridad (1967) es de las peores que le he visto.

Para empezar, la historia proviene de una obra de teatro y aunque ello no tiene porque ser algo negativo, en esta ocasión sí que lo es por varios motivos. El primero es lo limitado del escenario, circunscrito a un pequeño apartamento. Para algunos puede este detalle puede añadir un plus a la intriga, aumentando el suspense por la sensación de confinamiento, de estar la protagonista atrapada en su propia jaula. Pero creo que más que eso, lo que supone es un elemento más de incredulidad a la intriga, que se suma a un argumento que roza lo surrealista. Y esta es la segunda herencia negativa de su origen literario, pues de Sola en la oscuridad se puede decir, en el peor sentido del término, que es demasiado teatral.

La trama recurre a demasiadas situaciones forzadas, como el que la joven que lleva la muñeca se la entregue sin más a un desconocido o que su asesino, Roat, decida pedir ayuda para encontrar la muñeca a dos amigos de Lisa, Mike (Richard Crenna) y Carlino (Jack Weston), sin más justificación que necesidades o caprichos del guión.

Tampoco la manera que tienen los tres delincuentes de intentar encontrar la muñeca parece muy ingeniosa y las dotes de Susy descubriendo sus manejos parecen cosa de ciencia ficción, como que descubra que Carlino ha limpiado la nevera y el pasamanos. ¡Vaya oído!

Como la intriga se asienta pues en unas premisas tan rocambolescas como absurdas, toda la cinta la pasamos intentando digerirlas, con lo que siempre estamos ante una posición de incredulidad. 

Es verdad que en algunos momentos se puede percibir cierta tensión, pero de nuevo resulta algo artificial y siempre con la impresión de que Susy, a pesar de su inteligencia, podría haber hecho algo más para salir de ese lío, como ir al apartamento de la vecina Gloria (Julie Herrod) en lugar de permanecer en el suyo sabiendo que los malvados van a ir en su busca.

Hay que reconocer que Audrey Hepburn realiza un trabajo convincente como ciega. Es de esas interpretaciones que suelen gustar mucho en Hollywood (de hecho recibió una nominación al Oscar a mejor actriz) por el hecho de encarnar a alguien con algún rasgo especial. Pero, sinceramente, no soy capaz de valorar toda la película solamente teniendo en cuenta el trabajo de Audrey Hepburn, pues ya sabemos que era una gran actriz.

Incluso el final, que podría haberse resuelto de un modo más sensato, no evita caer de nuevo en la teatralidad más vulgar, con la típica vuelta de tuerca que solo busca incrementar el clímax pero que peca de un dramatismo forzado que ya no sorprende a nadie.

En definitiva, a pesar de las críticas tan positivas, no he logrado disfrutar de Sola en la oscuridad como habría esperado y deseado. Me parece una película simple, forzada al máximo en su planteamiento y que no ha envejecido precisamente muy bien.

martes, 10 de septiembre de 2024

Capitán Phillips



Dirección: Paul Greengrass.

Guión: Billy Ray (Libro: Richard Phillips y Stephan Talty).

Música: Henry Jackman.

Fotografía: Barry Ackroyd.

Reparto: Tom Hanks, Barkhad Abdi, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Mahat M. Ali, Catherine Keener, Michael Chernus, David Warshofsky, Corey Johnson. 

Durante una travesía del carguero Maersk Alabama atravesando el Cuerno de África, el barco es asaltado por un grupo de piratas somalíes, reteniendo como rehén al capitán del mercante, Richard Phillips (Tom Hanks).

Capitán Phillips (2013) es un muy buen ejemplo de lo que el cine actual puede ofrecernos en cuanto a realismo partiendo de un hecho real, puesto en imágenes con tal eficacia que a menudo, en el transcurso del drama, llegamos a olvidarnos de que se trata de una ficción.

La historia nos cuenta el asalto que sufrió un mercante norteamericano por los piratas somalíes en 2009. Muchas veces, partir de una historia verídica suele lastrar bastante el resultado, pues los guiones se ven limitados por la realidad. En este caso no es así y la mano firme del director logra crear un film apasionante en muchos momentos en el que estamos atenazados a los asientos por el grado de tensión que Greengrass logra transmitirnos.

Es cierto que no todo el film mantiene el buen nivel, sobre todo en la última parte del metraje, cuando los secuestradores somalíes navegan en un bote salvavidas con el capitán como rehén. Aquí disfrutamos de los mejores minutos de la historia y, aún anticipando el desenlace, no podemos dejar de estar en constante tensión, con un desarrollo siempre dinámico, a pesar de lo limitado de los personajes y el espacio, lo que habla muy bien de la maestría del director para manejar la situación.

Sin embargo, como decía, no toda la película logra el mismo nivel y creo que haber sabido acortar la duración nos hubiera evitado algunos minutos un tanto planos al principio y a la mitad de la película. A veces no hace falta narrar con detalle cada minuto y se hubiera agradecido algo más de concreción.

En cuanto al reparto, es evidente que el poder contar con Tom Hanks en el papel principal es todo un acierto. El actor consigue hacer completamente creíble a su personaje y en las escenas finales logra contagiarnos con absoluta precisión su estado emocional sin caer nunca en excesos. Pero no quisiera olvidarme de los actores que encarnan a los piratas, pues ellos también aportan un grado de verosimilitud a su trabajo tal que nos olvidamos que son actores. Sin duda, gracias a este acierto en el reparto, Capitán Phillips logra en gran medida ese aire de credibilidad que acerca el relato a un documental, salvando las distancias, naturalmente.

Capitán Phillips sin embargo no es una gran película si la analizamos a nivel artístico y argumental. Quizá le falte algo para lograr la excelencia, tal vez ahondar más y mejor en los personajes. Pero como relato basado en hechos reales, como dramatización de lo sucedido, la cinta consigue un muy buen resultado y logra meternos en la piel del capitán y hacer que suframos casi a su mismo nivel.

viernes, 6 de septiembre de 2024

El dilema



Dirección: Michael Mann.

Guión: Eric Roth y Michael Mann (Artículo: Marie Brenner).

Música: Lisa Gerrard y Pieter Bourke.

Fotografía: Dante Spinotti.

Reparto: Al Pacino, Russell Crowe, Christopher Plummer, Diane Venora, Philip Baker Hall, Lindsay Crouse, Debi Mazar, Stephen Tobolowsky, Colm Feore, Bruce McGill, Gina Gershon, Michael Gambon, Rip Torn. 

Lowell Bergman (Al Pacino), productor de la CBS, contacta con el doctor Jeffrey Wigand (Russell Crowe) para que le descifre unos documentos que ha recibido relativos a una tabacalera. Pronto Lowell descubre que Wigand, despedido de otra tabacalera, tiene algo importante que contar a cerca de su trabajo.

Basada en hechos reales, El dilema (1999) es un drama sobre un hombre enfrentado a las poderosas compañías tabacaleras y el efecto que dicha lucha provoca en su matrimonio y en toda su vida. La película recibió en su día nada menos que siete nominaciones a los Oscar, aunque finalmente se fue de vacío, algo que creo que se puede explicar, desde mi punto de vista, por el personal planteamiento de Michael Mann, que parece más preocupado de aplicar un estilo en que se vea claramente su mano en la dirección que de enfocar el tema por cauces más clásicos y eficaces.

Y es que Michael Mann parece querer escapar de las fórmulas conocidas, lo cual no es nada malo en sí. El problema es que su enfoque personal arruina el clima dramático de una historia repleta de momentos álgidos y que en manos del director se vuelve un film sin carga dramática y, por momentos, tedioso. Con ello, la larga duración de la cinta, que en otros casos no es un inconveniente, aquí da como resultado un film que me ha llegado a cansar.

Es cierto que tiene el mérito de que el guión no nos cuenta todo con pelos y señales, evitando caer en explicaciones excesivas, y aún así no se pierde nunca el hilo de los acontecimientos. Es lo más positivo que he encontrado en la cinta. Pero su renuncia a un planteamiento más clásico provoca que la historia pierda fuerza y ello es evidente en los momentos clave, como cuando la esposa de Wigand (Diane Venora) lo abandona al no soportar la presión a la que están sometidos por el deseo de su marido de contar la verdad sobre su trabajo. Y es que todos los momentos clave transcurren con una falta de emoción alarmante, convirtiendo un film con muchas posibilidades en un relato plano donde parece que Mann está más preocupado por el encuadre que por hacer una historia apasionante.

Pero además, hay otro detalle que me resultó bastante perturbador y fue el trabajo de Russell Crowe, un actor que siempre me gustó pero que aquí enfoca a su personaje de una manera un tanto extraña. El doctor Wigand pasará por una gran tensión, junto al miedo por la seguridad de su familia, por lo que es evidente que Russell Crowe debe reflejarlo en su trabajo. Pero en lugar de ello, nos muestra una imagen confusa del doctor, por momentos dando la sensación de estar perdido e incluso con gestos que daban una imagen de un tipo perturbado, como si tuviera un retraso mental. Sé que esto que afirmo es algo que puede que solo yo haya percibido, pero el trabajo del actor me parecía artificial y mal resuelto.

 El resto del reparto está correcto, incluso Al Pacino me pareció más contenido que otras ocasiones, lo que es de agradecer, pero a Russell Crowe nunca terminé de entenderlo.

Creo que el mérito de El dilema no es otro que abordar un tema muy interesante y que plantea la dicotomía entre los beneficios millonarios de ciertas empresas y lo ético y legal de su trabajo. Es el debate sin resolver entre dinero u honradez, los límites de la verdad y el deber. Por eso aún es más frustrante comprobar el poco partido que el director termina sacando de un material tan rico.

martes, 3 de septiembre de 2024

Coma



Dirección: Michael Crichton.

Guión: Michael Crichton (Novela: Robin Cook).

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: Victor J. Kemper.

Reparto: Geneviève Bujold, Michael Douglas, Richard Widmark, Elizabeth Ashley, Rip Torn, Lois Chiles, Lance LeGault, Harry Rhodes, Tom Selleck, Ed Harris.

Cuando su mejor amiga (Lois Chiles) entra en coma durante una intervención rutinaria, la doctora Susan Wheeler (Geneviève Bujold) empieza a investigar sobre el caso y descubre una anormal tasa de pacientes en coma durante el último año en su hospital.

El nombre de Michael Crichton como director y guionista es suficiente aliciente para sentarnos a ver Coma (1978), si bien en este caso no se trata de una adaptación de una novela suya, sino de una de Robin Cook. Ello no es ningún inconveniente, pues la película cuenta una historia lo suficientemente interesante como para mantenernos atrapados de principio a fin.

Es cierto que el argumento no resulta para nada creíble una vez que se desvela la trama al final del film. Es tal vez el principal defecto de la historia pero, salvando esa inverosimilitud, hay que reconocer que el misterio que recorre la cinta desde el principio es lo suficientemente atractivo como para que al final podamos perdonar lo excesivo del planteamiento. Además, si bien no se trata de nada particularmente novedoso, el guión consigue sembrar las dudas sobre los personajes, especialmente sobre el doctor Bellows (Michael Douglas), el novio de Susan, para que siempre estemos intentando atar cabos por nuestra cuenta, lo que consigue que nos impliquemos en la historia, viviendo casi en primera persona las investigaciones y peligros de la doctora Wheeler.

Pero también hay que reconocer que, al tratarse de una película de los años setenta, muchos aspectos técnicos y visuales han envejecido con dificultad. Quizá lo más notable sea ese aire de film de bajo presupuesto de Coma, echándose en falta quizá una producción más cuidada. Ojo, tampoco es que haya fallos importantes, solamente es la sensación de que los medios empleados son algo escasos.

A nivel del reparto, he de confesar que ni Geneviève Bujold ni Michael Douglas, sobre todo él, me resultaron especialmente convincentes. De ella se podía esperar algo más, aunque no de Michael Douglas, un actor mediocre que solamente con los años fue ganado algo de oficio. En cambio, Richard Widmark se muestra sólido en su papel, dejando claro que es lo mejor de un reparto donde podemos ver a Tom Selleck y Ed Harris en sus primeros años de carrera.

Lo más destacable de Coma es la solidez con que se desarrolla la intriga sin que se recurra a falsas expectativas o trucos baratos, algo que a menudo destroza planteamientos similares en películas con guiones menos elaborados. En esto, Crichton se muestra bastante sólido y construye un guión que maneja sus elementos con honestidad y acierto, de manera que, salvo en el desenlace, todo transcurre con coherencia y el misterio suficiente como para que nos impliquemos en la historia y la disfrutemos y suframos con absoluta convicción.

A pesar pues de su modestia y su inverosimilitud, creo que Coma es un film bastante recomendable para los amantes del género. Es de esos que se recuerdan con estima porque ofrecen todo lo que se espera de ellos.   

lunes, 2 de septiembre de 2024

Pánico en la escena



Dirección: Alfred Hitchcock.

Guión: Whitfield Cook (Novela: Selwyn Jepson).

Música: Leighton Lucas. 

Fotografía: Wilkie Cooper.

Reparto: Jane Wyman, Marlene Dietrich, Michael Wilding, Richard Todd, Alistair Sim, Sybil Thorndike, Kay Walsh, Miles Malleson, Hector McGregor. 

Eve Gill (Jane Wyman) ayuda a esconderse a su amigo Jonathan Cooper (Richard Todd), sospechoso de un asesinato, cuando este le cuenta que en realidad lo ha cometido su amante, la estrella del teatro Charlotte Inwood (Marlene Dietrich).

Pánico en la escena (1950) es una pequeña rareza en la filmografía de Alfred Hitchcock, que no era muy partidario de películas con este tipo de argumentos, del estilo de las novelas de Agatha Christie, pero que se decidió a rodarla aceptando la opinión general de la que novela en la que se basaba era del tipo perfecto para él.

También el director se sentía atraído por rodar un film sobre el teatro donde la protagonista, aspirante a actriz, deberá representar su primer papel importante en la vida real. 

La película tiene un argumento un tanto inverosímil y sobre todo teniendo en cuenta el giro final, que nos deja entre sorprendidos y enojados por el engaño en que se sustenta todo el argumento. El propio director reconocía que partir de un flash-back en el que se nos cuenta una mentira era un error bastante imperdonable. 

La segunda debilidad de Pánico en la escena es la falta absoluta de momentos de peligro, lo que resta dramatismo y fuerza a la historia. Según Hitchcock, eso se debía a que eran los malos los que tenían miedo, lo que iba contra una regla básica en este tipo de argumentos: cuanto mejor logrados estén los malos, mejor funcionará la película, y aquí precisamente son la parte menos sólida de la cinta.

A nivel personal, tampoco la elección de Jane Wyman y de Michael Wilding para encarnar a la pareja protagonista me resultó muy convincente, especialmente ella, pues la encuentro demasiado infantil como para resultar atractiva, algo que resulta fundamental en la historia. Tampoco su papel está muy bien definido, cambiando sus sentimientos con una facilidad asombrosa, lo que no se entiende demasiado bien hasta el desenlace, en el que comprendemos que era imprescindible que cambiara sus afectos con anterioridad al mismo.

Quizá el personaje más original sea el del Comodoro Gill (Alister Sim), el padre de Eve. Es el elemento más interesante de la historia y el personaje que aporta las notas de humor y también de sentido común, dentro de su extravagancia, que aligeran y oxigenan un desarrollo algo acartonado. A pesar de que el director no se mostraba muy contento con el actor, creo que es de lo mejor de la cinta.

Lo curioso de Pánico en la escena es que, si bien como historia no termina de engancharnos, sí que cuenta con algunas escenas aisladas bastante interesantes donde el director consigue contar lo que sucede con una sutileza y economía de medios muy logradas (estoy recordando cuando Eve se da cuenta de lo que empieza a sentir por el detective Smith (Michael Wilding) y Hitchcock nos lo muestra con el plano del piano donde Smith estuvo tocando), además de ciertas notas de su humor tan especial que aportan algunos granos de sal al relato.

Con todo, Pánico en la escena dista de ser una de las cintas del director que podríamos situar entre las mejores de su producción. Sin embargo, creo que no es un film completamente fallido y merece ser vista a pesar de sus debilidades.

miércoles, 28 de agosto de 2024

El gran combate



Dirección: John Ford.

Guión: James R. Webb (Libro: Mari Sandoz).

Música: Alex North.

Fotografía: William Clothier.

Reparto: Richard Widmark, Carroll Baker, Karl Malden, Sal Mineo, Dolores del Río, Ricardo Montalbán, Gilbert Roland, Edward G. Robinson, James Stewart, Arthur Kennedy, John Carradine. 

Cansados de esperar que los hombres blancos cumplan sus promesas, los cheyennes confinados en una árida reserva del suroeste de los Estados Unidos deciden emprender el regreso a sus tierras de origen en el norte.

Muchos han etiquetado a John Ford de reaccionario por ensalzar en algunos de sus títulos más conocidos a la caballería de los Estados Unidos. Lo que no han visto, o no han querido ver, es el trato siempre humano y sensible del director hacia los hombres, fueran del color que fueran. Hay ejemplos en muchos de sus films más "nacionalistas" que cualquier persona honesta y sensible puede ver y apreciar en su valía. Pero por si quedaran dudas, en 1964 Ford nos ofrece una de las más sinceras y sensibles defensas de los indios en esta cinta, El gran combate

Sinceramente, es esta defensa de la dignidad del pueblo cheyenne, y la feroz denuncia de la falsedad y crueldad del hombre blanco, donde reside el mayor valor de la película que, en un plano estrictamente artístico no está a la altura de las grandes obras maestras del director. Peca el relato, desde mi punto de vista, de una duración excesiva y una evidente rigidez que impide que nos sintamos más cercanos a los indios, cuya odisea es expuesta con cierta frialdad. 

En cambio, cuando el director se centra en los personajes blancos consigue mejores resultados, tanto a nivel dramático como cómico, lo que contradice en cierta manera las intenciones de la película. Parece ser que el enfoque que pretendía darle el director era diferente al resultado final, pero tuvo que ceder a las imposiciones de la productora, debiendo renunciar a utilizar a verdaderos indios en los papeles principales y darle un enfoque exclusivamente desde el punto de vista de los pieles rojas.

También hubo que aceptar la presencia de grandes actores en papeles secundarios, como James Stewart, Edward G. Robinson, Arthur Kennedy o John Carradine. El mérito de Ford fue conseguir que su aparición funcionara bastante bien en el interludio cómico de Wyatt Earp (James Stewart) y Doc Holliday (Arthur Kennedy), donde Ford vuelve a demostrar su dominio de los tiempos y el clima del relato, si bien este inciso alarga aún más un discurso bastante pesado por momentos.

Pero incluso cuando John Ford no está a su mejor nivel, logra dejarnos momentos de una belleza o una intensidad memorables y El gran combate está sembrado de muchos así, de manera que en medio de un relato acartonado surgen pequeños momentos donde brilla el gran talento del director, logrando conmovernos con la simplicidad y eficacia de siempre.   

Donde no logra acertar plenamente es en la denuncia del comportamiento de los blancos con los indios, pues el planteamiento resulta demasiado simplista y un tanto cargado de tópicos. Las intenciones son claras, pero falta más sutileza en el desarrollo y tampoco el final termina de tener el peso necesario, pareciendo un arreglo un tanto forzado con el que contentar a todo el mundo.

Tal vez se note que John Ford estaba ya en los últimos años de su carrera por todas las debilidades de la cinta, pero aún así es un valiente testimonio sobre las mentiras de la colonización, cuando los relatos provenían de una sola parte, así como una sensible y humana defensa de un pueblo reducido a la miseria.

sábado, 24 de agosto de 2024

Al caer la noche



Dirección: Robby Henson.

Guión: Robby Henson.

Música: David Bergeaud.

Fotografía: Irek Hartowicz.

Reparto: Billy Bob Thornton, Patricia Arquette, William Devane, Sela Ward, Tom Bower, Julie Hagerty, Hill Harper, Ray McKinnon, Thomas Haden Church, John McConnell, Jena Malone, Cindy Roubal.

Una joven (Cindy Roubal) aparece asesinada en el pequeño pueblo de LaSalle Parish (Louisiana). En realidad, se trata de un transexual y el jefe de policía local, Darl Harwick (Billy Bob Thornton), no parece tener mucho interés en resolver el caso, pues le acucian otros problemas más personales.

Toda película con un misterio inicial, en este caso el asesinato de un transexual, tiene de entrada un atractivo innegable, pues pica nuestra curiosidad y nos anima a buscar al culpable de la mano del investigador del caso. 

La idea de Robby Henson, que además de dirigir el film es también el guionista, es interesante porque, al tiempo que plantea la incógnita, también busca arroparla con todo un repertorio de temas prometedores: los prejuicios sexuales, el caciquismo imperante en el Sur profundo, los problemas personales del Sheriff, la religión, la honestidad, el deber... Podrían parecer demasiadas cosas juntas, pero bien llevadas dan para una historia profunda y compleja. El problema es que Henson no logra darle forma a sus intenciones y el prometedor arranque se va diluyendo en una serie de escenas extrañas que no logran profundizar en nada ni en nadie.

Es verdad que Henson consigue crear un clima muy definido que nos mete de lleno en una comunidad donde todo el mundo parece esconder algo, en especial Darl, que se va perfilando como un hombre con graves problemas personales aunque, como sucede con toda la historia, termina por ser un personaje entre indefinido y desconcertante. Entendemos sus perjuicios, pero nunca termina de resultar un personaje claro, comprensible, moviéndose entre extremos difíciles de asimilar. 

Lo más decepcionante tal vez es que la investigación del asesinato, el hilo conductor que nos había ilusionado al comienzo del film, termina por desdibujarse en medio de temas políticos y los problemas personales de Darl, pero estos tampoco acaban de tener el peso y la fuerza suficientes. Prometen mucho y se quedan en muy poca cosa.

Al final, el descubrimiento del asesino se produce por casualidad y no encaja con las múltiples pistas que se habían ido depositando, de manera que el desenlace parece casi anecdótico. Para colmo, el intento final de arreglar la vida de Darl también resulta incongruente con el tono de la película y resulta casi un pegote que algo consecuente y lógico.

No sé si por un afán de notoriedad o simplemente en un intento de arropar el film, Robby Henson además recurre a extraños efectos visuales (cambia el color, ralentiza la imagen, intercala planos en medio de una secuencia, utiliza ángulos extraños) que no aportan nada interesante y desconciertan más que apoyan el discurso en una nueva demostración de las lagunas del director a la hora de desarrollar sus ideas.

En resumen, una película desaprovechada en gran medida por simples errores que deberían haberse evitado. No es un film completamente fallido, pero sí un tanto decepcionante.