Dirección: Edwin S. Porter.
Guión: Scott Marble y Edwin S. Porter.
Fotografía: Edwin S. Porter y Blair Smith (B&W).
Reparto: Alfred C. Abadie, Gilbert M. Anderson, George Barnes, Justus D. Barnes, Walter Cameron, John Manus Dougherty Sr., Donald Gallaher, Shadrack E. Graham, Frank Hanaway, Adam Charles Hayman.
Unos bandidos asaltan un tren tras amordazar al telegrafista en la estación.
Hay detalles que para los espectadores actuales son imposibles de vivir con la fuerza que tuvieron en el primer momento. Solo nos queda imaginarlo de la mejor manera posible. Eso sucede con la escena de Asalto y robo de un tren (1903) en que un bandido dispara contra la pantalla. Si los espectadores de las primeras proyecciones de los hermanos Lumière ya se había asustado terriblemente con La llegada de un tren a la estación de La Ciotat (1895), la impresión de los que "sufrieron" en primera persona ese disparo debió de ser aterradora. Solamente por este detalle, Asalto y robo de un tren es ya un hito en la historia del cine, pues supone un descubrimiento capital.
Pero esta película de apenas doce minutos de duración representa mucho más y por eso es uno de esos títulos míticos que aparecen en todas las historias del Séptimo Arte como indispensables.
El argumento es muy sencillo: unos bandidos asaltan un tren, robando el dinero de la caja fuerte y el de los pasajeros y huyen en sus caballos. Una vez que se da la voz de alarma, una patrulla sale en su busca y, tras un tiroteo en el bosque, los bandidos son abatidos.
La importancia de esta película en la historia del cine radica en que supuso la inauguración del western, que llegará a ser el género más popular en Estados Unidos. Es cierto que ya había algunas películas con temas del Oeste, pero carecían de un discurso narrativo, es decir, no eran obras realizadas conscientemente con un desarrollo argumental como es el caso ahora.
Otro de los elementos importantes de Asalto y robo de un tren es su estructura meticulosamente organizada, que nos depara un relato perfectamente narrado, con escenas diferenciadas pero estructuradas coherentemente, de manera que cuentan una historia completa. En este sentido, el avance en la técnica del montaje es importante; hay escenas paralelas que el montaje organiza de manera que el discurso sea coherente. También es novedoso el hecho de que se cuentan detalles que no vemos directamente, por ejemplo, en la escena en el tren cuando el funcionario de correos nos advierte de la llegada de los bandidos, a los que no vemos, con sus gestos. También vemos que algunas escenas se ruedan en exteriores y aquí podemos ver a los personajes moviéndose en profundidad, en contraste con las escenas en interiores que se filman con la cámara fija de frente, como si estuviéramos en el teatro, lo que era habitual en esos momentos.
Y otro detalle importante es la extrema violencia del relato, con numerosas muertes, algunas muy violentas, como el maquinista apaleado y arrojado del tren, que imagino dejarían tremendamente impactados a los espectadores de la época.
Todo esto, para 1903 suponía un avance importantísimo en la configuración del lenguaje cinematográfico y en el desarrollo del cine como industria y espectáculo de masas.
Técnicamente, es un film muy elemental como se puede comprender y las actuaciones resultan exageradamente teatrales. Es lógico, pero son detalles del todo irrelevantes. No se puede valorar ni analizar esta película con los parámetros con que se estudian las obras actuales. La importancia reside en sus méritos como pionera, en avances que ahora se dan por evidentes pero que entonces eran absolutamente novedosos.
La película, en todo caso, tuvo un éxito tremendo en su época, dando lugar a numerosas imitaciones; incluso Porter intentó repetir su éxito con films de temática parecida. Y también de aquí saldrá una de las primeras figuras reconocibles del cine mudo: Anderson, que con el nombre de "Broncho Billy" rodará más de cien westerns y será la primera estrella del género.
Como dato curioso, la escena del bandido disparando de frente podía ponerse al principio o al final de la película, a elección del dueño de la sala donde se proyectara. Evidentemente, es mucho mejor situarla al final.
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