El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 4 de julio de 2022

Una relación abierta



Dirección: Brian Crano.

Guión: Brian Crano.

Música: Thomas Bartlett y Joan As Police Woman. 

Fotografia: Adam Bricker.

Reparto: Rebecca Hall, Dan Stevens, Gina Gershon, François Arnaud, Morgan Spector, David Joseph Craig, Jason Sudeikis.

Anna (Rebecca Hall) y Will (Dan Stevens) son novios desde la adolescencia, nunca han salido con nadie más y están convencidos de su amor. Pero un día se plantean qué pasaría si, antes de casarse, prueban a tener sexo con otras personas.  

Una relación abierta (2017) aborda un tema complicado y el mérito es que lo hace desde una postura bastante seria, como el tema se merece. A veces, el abordar temas tan especiales lleva a la ligereza o al drama. Le agradezco a Brian Crano que huya de ambos extremos.

El tema de la película es simple: la pareja protagonista han sido novios desde siempre. Es una relación estable y segura, pero nunca han conocido a nadie más, nunca han tenido relaciones afectivas o sexuales con otras personas. Por ello, cuando el novio de Hale (David Joseph Craig), el hermano de Anna, les pregunta si no sienten curiosidad por conocer a alguien más antes de pasar el resto de su vida juntos, siembra la semilla de la duda en la pareja.

El paso es difícil de dar, pero ambos reconocen interiormente que la idea les atrae y vencen los recelos ante una experiencia a la que no saben o no quieren renunciar.

El planteamiento, sin embargo, tal y como está formulado, me parece un tanto infantil. Lo entendería en una pareja más joven, pero rozando la treintena me parece que la cosa no cuadra. Es evidente que aceptar ese desafío es peligroso y Anna y Will dan el paso casi como un juego. 

Sin embargo, como decía, Brian Crano plantea el conflicto desde un punto vista serio, alejado de posturas morbosas o dramáticas. Aceptada la premisa, por complicado que resulte, el desarrollo de las relaciones fuera de la pareja me parece muy convincente.

Anna conoce a Dane (François Arnaud) y, como suele suceder con las mujeres, la relación con él va más allá de lo meramente físico. La relación sexual es gratificante, pero Anna siente una afinidad con Dane, que le aporta una nueva alegría al estar a su lado que va convirtiéndose en algo más.

En cambio, la relación de Will con Lydia (Gina Gershon), una mujer madura, sí que se ciñe al sexo solamente. En parte porque nada le une a esa mujer, en parte porque Will está enamorado de Anna y llega a la conclusión que el experimento ha estado bien, pero debe terminarse.

Paralelamente, la película aborda los problemas de pareja del hermano de Anna, Hale, con su novio Reece (Morgan Spector). Y de nuevo hay que agradecer que Crano mantenga el tono serio y nos muestre la relación homosexual desde una absoluta normalidad. Nada de excesos o de tópicos. Hale y Reece, más allá de que sean dos hombres, tienen los mismos problemas que cualquier pareja y así se muestra en la película.

Ambas relaciones son adultas, sensatas y los implicados se enfrentan a los problemas con sentido común y diálogo. Ello no implica que sea el bálsamo que todo lo cure, pero Crano nos plantea problemas reales con un enfoque real, huyendo de planteamientos morbosos, escabrosos o trágicos. 

Sin embargo, el que el tratamiento sea el correcto no implica que la historia esté perfectamente tratada. Hay cierta tendencia complaciente, un gusto por lo estético que a veces sustituye un planteamiento más profundo. Me hubiera gustado que se profundizara más en las impresiones de Will y Anna sobre su experiencia, que lo hablaran más explícitamente. Pero aquí el guión opta por esquivar un tanto el tema y cuando hablan de esos encuentros lo hacen centrándose en pequeñeces. No digo que esos detalles no tengan cabida, pero hubiera resultado interesante tocar también asuntos más importantes.

Además, alguna escena, como el encuentro de Anna en la galería de arte, cuando ella exige a su amante ocasional que confiese su encuentro con ella a su pareja, está fuera de lugar y añade un elemento infantil y un tanto absurdo al comportamiento, hasta entonces, coherente de Anna.

Otro punto que no queda claro es el motivo por el que Will decide, finalmente, poner fin a esas experiencias y proponer matrimonio a su novia. Podría ser por un verdadero enamoramiento, pero también queda la duda si se trata de que no ha quedado satisfecho de su relación con Lydia o si sencillamente sigue aferrándose a lo conocido. Y en relación a Anna, tampoco quedan claros sus sentimientos. Podría haberse enamorado de Dane, todo apunta a ello, pero es evidente que una relación nueva va a aportar frescura a su vida, no solo en el terreno sexual. Comparada con una relación de tantos años con Will, la experiencia nueva tiene que ser un soplo de aire fresco, una aventura emocionante. Pero, ¿qué sucederá con el paso del tiempo en esa nueva relación?, ¿es Anna consciente de ello o en serio ha encontrado en Dane al hombre de su vida?. 

La película deja demasiadas preguntas en el aire. Puede que sea intencionadamente, dejando al espectador con la llave para resolver o completar las dudas. De hecho, el final abierto, sujeto a que cada cuál añada el epílogo que más le guste, me pareció bastante acertado. 

Lo que sí que resulta un tanto decepcionante, y más en pleno siglo XXI, es que ante temas así se siga terminando con cierta postura moralista. La relación de Anna y Will se plantea al principio como ideal: ambos se aman y tienen claro su futuro, sin más. Pero será al probar esas relaciones fuera de la pareja, socialmente aún bastante anómalas, cuando su relación haga aguas. Parece insinuarse que determinados comportamientos liberales son peligrosos. Se podría sacar la conclusión de que es mejor seguir las pautas comunes y no aventurarse en caminos pecaminosos. 

Pero también se puede analizar la película desde otro punto de vista: una relación de pareja no siempre es lo que parece. Si Anna y Will estuvieran realmente enamorados, se podría pensar que nada alteraría esa situación. Ellos lo creen así, de ahí que afronten esa especie de experimento seguros de que será solo algo sexual, meramente carnal, sin sentimientos. Lo que viene a demostrar el planteamiento del film es que en realidad no se conocían lo suficiente y ante la primera prueba seria a la que someten su relación, ésta hace aguas. Se puede concluir que estaban juntos por costumbre y su experimento les ha venido bien, pues ha puesto de manifiesto los verdaderos cimientos de su relación.

En todo caso, es en la pareja de homosexuales donde encuentro que el guión acierta plenamente. Ambos son felices juntos y no necesitan a nadie más para reafirmar su relación. Pero será un tema tan importante como el tener un hijo lo que romperá la idílica situación. Encuentro que este punto se presenta de manera menos ambigua que en el caso de Anna y Will y crea un contrapunto perfecto al tema principal.

En cuanto al reparto, los seis protagonistas principales me parece que son todos absolutamente convincentes. Rebecca Hall aporta a su personaje todos los matices posibles para expresar convenientemente el torbellino de sentimientos que afloran al conocer a Dane. David Joseph Craig me pareció absolutamente perfecto, capaz de expresar toda la ternura, ilusiones o fragilidad con una mirada. El resto de protagonistas, sin llegar a la altura de los mencionados, forman un conjunto realmente eficaz, cada uno en su papel.

Una relación abierta no me parece una película redonda ni mucho menos. Creo que se hubiera podido sacar mucho más de un tema tan interesante. Pero aun así, hay que reconocerle el mérito de afrontar de manera inteligente y respetuosa temas relacionados con la pareja que no siempre se enfocan tan bien. Además, aporta muchos elementos de reflexión al público, lo que siempre es de agradecer en una película.

No hay comentarios:

Publicar un comentario