El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 11 de julio de 2022

Viaje al centro de la Tierra



Dirección: Henry Levin.

Guión: Walter Reisch y Charles Brackett (Novela: Julio Verne).

Música: Bernard Herrmann.

Fotografía: Leo Tover.

Reparto: Pat Boone, James Mason, Arlene Dahl, Diane Baker, Thayer David, Peter Ronson, Robert Adler, Alan Napier.

Cuando el profesor Lindenbrook (James Mason) recibe una extraña roca volcánica, regalo de su alumno Alec (Pat Boone), decide investigar su composición, descubriendo en su interior una plomada con un texto del primer científico que viajó al centro de la Tierra.

Viaje al centro de la Tierra (1959) es un film de aventuras a la vieja usanza. Comparado con películas del género actuales es cierto que presenta detalles que han envejecido un tanto mal, pero conserva algo que hoy se ha ido perdiendo: un toque épico maravilloso.

Como todo buen film de aventuras, la película se centra por completo en el viaje, dejando un tanto de lado cualquier detalle secundario que entorpezca el centro de la historia. Por ello, los personajes no son realmente muy profundos, incluso algunos bastante esquemáticos, pero lo que cuenta es el relato del viaje, la aventura, y el resto se supedita a este fin.

También es cierto que si analizamos con detalle el guión, encontraremos no pocos detalles inexplicables, pero debemos interpretarlos en clave de licencias poéticas o sacrificios necesarios para el curso dramático de la historia. Además, el mismo planteamiento de viajar al centro de la Tierra es un disparate en sí mismo, por lo que todo lo que venga a continuación nunca debe tomarse en serio. Hemos de adoptar la credulidad de los niños, al igual que en las películas de super héroes, por ejemplo. Solamente así podremos meternos de lleno en la aventura.

En cambio, algunos detalles sí que podrían haberse cuidado algo mejor, como la figura del villano conde Saknussemm (Thayer David), que no tiene mucha entidad, lo que le resta dramatismo a los pasajes en que interviene. Además, el detalle de juzgarlo y condenarlo a muerte resulta contrario a la lógica, pues convierte a los héroes en villanos por un momento, a parte que nadie se llega a creer que puedan cumplir la condena, con lo que es un farol que no funciona en absoluto.

A nivel técnico, si bien los efectos especiales son lo que más delata el paso irremediable del tiempo, hemos de admitir que soportan bastante bien su envejecimiento y siguen cumpliendo con honestidad su función. La secuencia con los lagartos en la playa, a pesar de su tosquedad actual, me pareció maravillosa y lograba crear un clima de tensión muy eficaz. Y lo mismo que los decorados, que muestran el cartón piedra con una claridad meridiana, pero que siguen sorprendiendo por la desbordante imaginación. Por cierto, la bola de piedra que persigue a los protagonistas ya estaba presente aquí, imagino que Spielberg tomó la idea para En busca del arca perdida (1981).

El reparto es tal vez uno de los puntos menos logrados de la cinta. James Mason es un gran actor, pero me costaba verlo en la piel del científico expedicionario. Y Peter Ronson, el guía islandés, demuestra que lo suyo no es el cine. De hecho, este fue su único trabajo como actor. El resto no dejan de cumplir, pero sin lograr trabajo memorables.

Viaje al centro de la Tierra es un buen ejemplo de lo que eran las películas de aventuras en aquellos años. Por un lado, se buscaba espectáculo, pero dentro de unos límites razonables, creíbles. Esta afirmación puede parecer absurda si hablamos de argumentos como el de la presente cinta, pero la idea era hacer plausible una premisa imaginaria e imposible. Ello habla claramente de la seriedad con que se afrontaban estos proyectos que, vistos ahora, conservan también cierta ingenuidad que les da un toque único. 

No es una película grandiosa, pero funciona correctamente como pasatiempo, aún con todos esos años encima.

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