Dirección: Billy Wilder.
Guión: Billy Wilder e I.A.L. Diamond (Historia: Robert Thoeren y Michael Logan).
Música: Adolph Deutsch.
Fotografía: Charles Lang (B&W).
Reparto: Marilyn Monroe, Tony Curtis, Jack Lemmon, George raft, Pat O´Brien, Nehemiah Persoff, Joe E. Brown, Joan Shawlee, Billy Gray, George E. Stone, Mike Mazurki.
Joe (Tony Curtis) y Jerry (Jack Lemmon), dos músicos de orquesta, son testigos accidentales de la masacre del día de San Valentín de 1929, a causa de lo cuál deben huir y no se les ocurre nada mejor que disfrazarse de mujeres y enrolarse en una orquesta femenina que parte rumbo a Florida.
Con un guión escrito por el propio director e I.A.L. Diamond, en la que era su segunda colaboración juntos, y que se inspira en una comedia alemana de 1951, Fanfaren der Liebe (Fanfarria de amor), Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959) ha quedado como una de las mejores comedias de la historia y eso que no partía con muy buenos augurios. Por un lado, la comedia comienza con una masacre, algo del todo inusual en el género; por otra parte, el guión no estaba terminado cuando comenzaba el rodaje y además se rodaba en blanco y negro. Sin embargo, el film fue un éxito que no paró de consolidarse con el paso del tiempo. Y ello se debe a varias y diversas causas.
Por una parte, la presencia de un genio como Billy Wilder, sabedor de lo que necesitaba para hacer una buena comedia y cómo conseguirlo. También sabía que los dos hombres tenían que ser completamente heterosexuales, para que su presencia en medio de tantas mujeres resultara un tormento absoluto y fuente, por tanto, de una constante tensión cómica. Del director también es el acierto de saber mantener el ritmo perfecto y alocado en todo instante.
El segundo pilar de la película, o quizá el primero, según se mire, es un guión realmente perfecto que reúne crimen, música, romances, equívocos, crítica social y un toque finísimo de surrealismo y que contiene unos de los diálogos más logrados del género ("Yo jugaba antes al waterpolo, pero mi caballo se ahogó" o la mítica y genial frase final, "Nadie es perfecto", que se le ocurrió a I.A.L. Diamond la víspera de terminarse el rodaje).
Por último, tenemos un reparto que funciona de maravilla, en especial los tres protagonistas: Tony Curtis, perfecto en su doble papel de señorita y Don Juan impenitente; Jack Lemmon, en su primera colaboración con Wilder, es quizá el mejor de todos, con su alocado comportamiento inicial y la posterior asunción de su rol de mujer, y Marilyn Monroe, impresionante en su papel de mujer espectacular (sus andares por el andén aún hoy son de un erotismo altísimo) a la vez que que ingenua y que tal vez haga el papel de su vida.
Repleta de escenas memorables, como la de las literas, en que se rinde homenaje a los hermanos Marx y el camarote de Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935), o el baile entre Lemmon y su novio, Joe E. Brown, con flor incluida, Con faldas y a lo loco es sin duda, una obra de arte perfecta, de esas pequeñas o grandes películas tocadas por la perfección y que no dejarán nunca de maravillarnos. Un clásico inmortal.
Con un guión escrito por el propio director e I.A.L. Diamond, en la que era su segunda colaboración juntos, y que se inspira en una comedia alemana de 1951, Fanfaren der Liebe (Fanfarria de amor), Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959) ha quedado como una de las mejores comedias de la historia y eso que no partía con muy buenos augurios. Por un lado, la comedia comienza con una masacre, algo del todo inusual en el género; por otra parte, el guión no estaba terminado cuando comenzaba el rodaje y además se rodaba en blanco y negro. Sin embargo, el film fue un éxito que no paró de consolidarse con el paso del tiempo. Y ello se debe a varias y diversas causas.
Por una parte, la presencia de un genio como Billy Wilder, sabedor de lo que necesitaba para hacer una buena comedia y cómo conseguirlo. También sabía que los dos hombres tenían que ser completamente heterosexuales, para que su presencia en medio de tantas mujeres resultara un tormento absoluto y fuente, por tanto, de una constante tensión cómica. Del director también es el acierto de saber mantener el ritmo perfecto y alocado en todo instante.
El segundo pilar de la película, o quizá el primero, según se mire, es un guión realmente perfecto que reúne crimen, música, romances, equívocos, crítica social y un toque finísimo de surrealismo y que contiene unos de los diálogos más logrados del género ("Yo jugaba antes al waterpolo, pero mi caballo se ahogó" o la mítica y genial frase final, "Nadie es perfecto", que se le ocurrió a I.A.L. Diamond la víspera de terminarse el rodaje).
Por último, tenemos un reparto que funciona de maravilla, en especial los tres protagonistas: Tony Curtis, perfecto en su doble papel de señorita y Don Juan impenitente; Jack Lemmon, en su primera colaboración con Wilder, es quizá el mejor de todos, con su alocado comportamiento inicial y la posterior asunción de su rol de mujer, y Marilyn Monroe, impresionante en su papel de mujer espectacular (sus andares por el andén aún hoy son de un erotismo altísimo) a la vez que que ingenua y que tal vez haga el papel de su vida.
Repleta de escenas memorables, como la de las literas, en que se rinde homenaje a los hermanos Marx y el camarote de Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935), o el baile entre Lemmon y su novio, Joe E. Brown, con flor incluida, Con faldas y a lo loco es sin duda, una obra de arte perfecta, de esas pequeñas o grandes películas tocadas por la perfección y que no dejarán nunca de maravillarnos. Un clásico inmortal.
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