El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 12 de junio de 2010

El caso Bourne


Un hombre es encontrado flotando a la deriva por un barco de pesca. Está herido en la espalda por dos disparos y carece de cualquier documentación. Cuando se recupera, descubre que también ha perdido la memoria y no sabe ni su nombre. Un número de una caja de seguridad de un banco de Suiza, grabado en su cadera, es la única pista que tiene para poder intentar descubrir algo de su personalidad o de su pasado.

La verdad es que el arranque de El caso Bourne (Doug Liman, 2002), primera película de una trilogía, no puede ser mejor. De entrada se plantean ya múltiples interrogantes y nos situamos al mismo nivel que el protagonista, ansiosos por conocer algo más sobre su persona y más cuando, poco a poco, descubrimos sus fantásticas habilidades para la lucha o su dominio de varios idiomas, lo cuál aumenta más nuestro interés por saber algo más de este personaje. A partir de aquí, la película entra en una dinámica que no da respiro, en una de las películas de espionaje más logradas de los últimos años. Basada en el libro "Identidad desconocida", de Robert Ludlum, Doug Liman ha sabido darle a la historia un ritmo frenético que nos atrapa y no nos suelta durante la totalidad de la película. Porque el mérito del guión reside también en que, a pesar de contar con elementos comunes muy vistos ya, como el encuentro y posterior relación sentimental del protagonista con la chica de turno o las persecuciones en coche a ritmo frenético, presenta una historia que resulta en todo momento bastante impredecible y consigue hacerse creíble, cosa que no sucede a menudo con este tipo de argumentos. Con ésto, la intriga y la emoción están garantizadas. Además, Liman hace un trabajo excelente, en especial en las escenas de acción, perfectamente filmadas y cargadas de adrenalina, además de narrar con sencillez la historia, de manera comprensible y cautivadora.

Otro de los aciertos de la película es el eficaz trabajo de Matt Damon, perfecto en su papel. Su presencia ya resulta muy convincente, con un físico atractivo y fuerte, y sabe trasmitir la angustia y cierto miedo de su situación. A parte, las escenas de acción están resueltas de maravilla, con un estilo de lucha muy convincente y además espectacular. El resto del reparto funciona también de maravilla: Franka Potente nos trasmite admirablemente sus miedos y su fascinación por un hombre a todas luces excepcional y los malos de turno también son de lo más convincente, como un inquietante Clive Owen, Brian Cox o Chris Cooper.

El resultado final es una película que se pasa volando, que tiene el acierto de no caer en lo ridículo o lo exagerado; que, a pesar de centrarse en la acción y la intriga, logra un acercamiento bastante humano a los personajes, con lo que consigue nuestra implicación más allá del mero pasatiempo intrascendente.

Un film que, en definitiva, reivindica el buen cine de acción, el que se hace cuidando todos los detalles y respetando las más elementales reglas del juego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario