El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La proposición



Dirección: Anne Fletcher.

Guión: Peter Chiarelli.

Música: Aaron Zigman.

Fotografía: Oliver Stapleton.

Reparto: Sandra Bullock, Ryan Reynolds, Malin Akerman, Craig T. Nelson, Mary Steenburgen, Betty White, Denis O'Hare, Oscar Nuñez, Aasif Mandvi.

Cuando Margaret (Sandra Bullock), una importante ejecutiva en una editorial de Nueva York, recibe la noticia de que va a ser deportada a su país, Canadá, al caducarle su visado de residencia, encuentra que la mejor solución es casarse.

La comedia romántica se mueve en unos esquemas bastantes limitados, por lo que el intentar buscar algún recurso a base de guiones con un toque original no es una mala solución, aunque la clave siempre estará en la calidad, no en la originalidad. Lo importante es que la historia nos enganche, que los personajes resulten cercanos, alguien con quién podamos identificarnos, y que el desarrollo sea coherente.

El punto de partida de La proposición (2009) tiene su gracia: una ejecutiva odiada por todos sus compañeros que decide que lo mejor para evitar ser deportada es fingir su matrimonio. Y no se le ocurre elegir a otro que a su asistente, Andrew Paxton (Ryan Reynolds), al que está estado martirizando durante años. A partir de ahí, la clave reside en que el guión consiga convencernos de que ese enfrentamiento inicial termine en amor. Y creo que casi lo logra, pero le falta un punto a la historia para terminar de conseguirlo por completo.

Pienso que el fallo principal reside en el cambio que se produce en los personajes, de manera que cuesta entenderlo y aceptarlo. Margaret es presentada como una jefa despiadada y Andrew como un empleado sumiso y algo acobardado por ella. Pero en cuanto empiezan a fingir su romance, Andrew comienza a fastidiar a Margaret y ella pierde de pronto su carácter agresivo. La cosa no encaja.

Otro detalle que debería haberse alimentado más es el proceso por el que ambos empiezan a conocerse mejor y a limar diferencias, lo que poco a poco los llevaría al enamoramiento. Y solamente hay una escena es que veamos algo así entre ellos y es cuando Margaret se sincera con Andrew en el dormitorio y le cuenta el tiempo que lleva sin tener relaciones y el porqué  de un tatuaje. Es un momento íntimo muy bien planteado y que explica cómo Andrew empieza a ver a su jefa con otros ojos, pero es el único y creo que es insuficiente. Por eso al final, el enamoramiento de los protagonistas no acaba de resultar del todo creíble, con lo que la comedia termina no llegar al buen puerto deseado. Casi lo consigue, pero le falta algo de convicción y de coherencia para ello.

Por otra parte, la familia de Andrew está ahí para arropar la historia y por ello su papel es muy importante para el desarrollo de la relación. Y de nuevo el guión alterna aciertos con errores clamorosos. Por ejemplo, los padres de Andrew, Joe (Craig T. Nelson) y Grace (Mary Steenburgen), apenas aportan nada a la historia; solamente la abuela Annie (Betty White) cobra un rol algo más importante, pero en lugar de convertirla en un personaje entrañable (la escena de la joya familiar va por ese camino), el guión prefiere darle un toque cómico que en realidad termina siendo grotesco en la escena del baile en el bosque.

Son estos bandazos del guión, que ofrece un momento de cierta calidad al lado de patinazos absurdos, lo que termina por desequilibrar el conjunto. Y no se entiende bien cómo una misma persona puede escribir una escena con cierta profundidad emocional y al minuto siguiente ofrecernos un disparate. 

Lo que sí me quedó claro es que Sandra Bullock no ha perdido ni un poco de su talento y encanto para la comedia. Gracias a ella la película logra un nivel que sería impensable con otra actriz. Ella resulta absolutamente convincente como jefa despiadada y al mismo tiempo tiene algo que impide que nos caiga mal, por lo que siempre estamos de su parte, lo que es fundamental para que sintamos empatía hacia ella y deseemos que termine siendo feliz al lado de Andrew. 

Da pena, pues, ver como La proposición, que tenía todo a su alcance para funcionar muy bien, termina estropeando sus posibilidades con decisiones absurdas del guión. Tal vez si se hubiera enfocado menos a la comedia la cosa habría terminado mejor. Es un film que se puede disfrutar, es cierto, pero que nos deja cierto sabor agridulce en la boca. 

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