El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 24 de febrero de 2024

Uno de los nuestros



Dirección: Martin Scorsese.

Guión: Nicholas Pileggi y Martin Scorsese (Novela: Nicholas Pileggi).

Música: Pete Townshend.

Fotografía: Michael Ballhaus. 

Reparto: Robert De Niro, Ray Liotta, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Paul Sorvino, Frank Sivero, Tony Darrow, Mike Starr, Frank Vincent, Chuck Low, Debi Mazar, Christopher Serrone.

Desde niño, Henry (Christopher Serrone) se siente atraído por los mafiosos del barrio, tipos importantes a sus ojos, y se ha propuesto ser uno de ellos.

Uno de los nuestros (1990) es para muchos una obra maestra de Martin Scorsese. No quiero quitarle méritos, pero no encuentro nada en ella que me haga valorarla hasta ese punto. Tal vez destacaría la evidente soltura del director a la hora de dirigir esta historia del ascenso y caída de Henry Hill; tantos años dirigiendo le dan a Scorsese un dominio de la puesta en escena incuestionable. Pero, la verdad, toda la película me pareció artificial, me costaba verla como algo verídico, meterme de lleno en ella y eso que está basada en hechos reales.

El problema creo que tiene mucho que ver con la voz en off que va contando la historia desde el principio y que le da al relato un tono casi irreal. Además, los protagonistas, incluso en sus rasgos más brutales, como con el personaje de Joe Pesci, parecían en todo momento de ficción, siguiendo unos patrones muy estereotipados, hasta en sus rasgos aparentemente más singulares. Hay algo artificial en la película, no es nada evidente, una sensación de que todo está demasiado planificado.

La historia se centra en el personaje de Henry, interpretado de adulto por un Ray Liotta que me pareció bastante sobreactuado por cierto, que desde pequeño aspira a llevar la vida de lujos y poder de los mafiosos de su barrio. Es su peculiar visión del triunfo. Quiere sentirse importante, vivir por encima de la existencia rutinaria de los pobres trabajadores del barrio, miserables y explotados. 

Pero el sueño tendrá su lado perverso, como pronto descubrirá Henry. El dinero corrompe, la vida fácil pasa factura. Pero la lección más cruel es ver cómo sus compañeros y amigos pueden pegarte un tiro sin pestañear. No hay lealtad, nadie se fía de nadie y, llegado el momento, tonto el último. Por eso Henry debe delatar a sus compinches, pues lo han dejado solo y además planean liquidarlo. Su sueño dorado acabará en la nada, viviendo la vida de tantos americanos normales, lo que él tanto despreciaba.

Uno de los detalles curiosos de Uno de los nuestros es que Scorsese no se centra en los grandes capos, sino en la clase media de la mafia. Henry, Jimmy (Robert De Niro) y Tommy (Joe Pesci) son peones ejecutores, no los que mueven los hilos. Y si en El padrino (1972) Coppola daba una imagen con cierto glamour de la mafia, Scorsese muestra ese mundo desde un punto de vista opuesto, especialmente en el tema de la violencia, siempre presente y muchas veces gratuita. Es una visión más cercana a la realidad, sin duda.

Martin Scorsese extiende el relato durante más de treinta años, con lo que la historia me parece que pierde algo de unidad, si bien los saltos en el tiempo necesarios para ajustar la duración del film me parecieron muy bien integrados, pero de todos modos hay cierta dispersión, a parte de que al abarcar tanto se pasa demasiado de prisa por ciertos momentos y nunca se llega a profundizar demasiado en los personajes. 

Uno de los nuestros es cine del bueno, tiene un reparto excelente y un director con un talento especial, pero aún así lo encontré artificial, nunca me llegué a emocionar, ni me intrigaba nada de lo que se narraba; en todo momento era consciente de estar viendo una ficción y eso es preocupante.

Joe Pesci ganó el Oscar al mejor actor secundario.

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