El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 22 de febrero de 2023

El hombre que susurraba a los caballos



Dirección: Robert Redford.

Guión: Eric Roth y Richard LaGravenese (Novela: Nicholas Evans).

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Robert Richardson.

Reparto: Robert Redford, Kristin Scott Thomas, Sam Neill, Dianne Wiest, Scarlett Johansson, Chris Cooper, Cherry Jones. 

Tras un grave accidente a caballo que deja a la joven Grace (Scarlett Johansson) traumatizada, su madre Annie (Kristin Scott Thomas) busca ayuda desesperadamente y cree encontrarla en Tom Booker (Robert Redford), un vaquero que parece tener un don para tratar con los caballos.

Intenso drama dirigido con acierto por un Robert Redford que muestra su buen gusto y mano firme detrás de las cámaras.

El hombre que susurraba a los caballos (1998) es de esas películas que no te dejan indiferente. Para bien o para mal, esto último muy dudoso, uno no deja de sentirse involucrado con la historia.

El arranque de la película es terriblemente intenso por su dramatismo: el accidente en que muere la mejor amiga de Grace y esta queda gravemente herida, lo mismo que su caballo. 

Con un comienzo así, imagino que en manos de cualquier director menos sensible que Redford se podría caer en un exceso difícilmente evitable. Robert Redford lo roza peligrosamente, pero se contiene a tiempo y esquiva lo que podría convertirse en un folletón de tres al cuarto.

Además, hay un detalle en este comienzo donde el director demuestra a las claras que sabe lo que está haciendo y es la manera tan precisa cómo nos muestra la personalidad y el carácter de Annie y de su marido Robert (Sam Neill). En un par de detalles quedan retratados de manera certera y profunda. Annie es una mujer de carácter, acostumbrada a tomar decisiones sin dudar, segura de que el camino que toma es el único. Robert, por el contrario, es más sensible, pendiente de los sentimientos de los demás, más considerado y menos fuerte.

También se perfila con precisión el conflicto que enfrentaba a Grace con su madre, agravado por el accidente. 

Todo este arranque es certero e intenso. Es lógico asumir que será complicado mantener el nivel a lo largo de todo el relato y, sin embargo, Robert Redford está muy cerca de conseguirlo. Además de un hermoso canto a la belleza de Montana, y por extensión a la naturaleza y la vida alejada de las grandes ciudades, el proceso de cura del caballo y de Grace mantienen el interés con facilidad y el director demuestra que no le teme a extenderse en el relato, tomándose su tiempo a la hora de contar esta historia de aceptación y superación. Y cada detalle parece estar ahí por algo y no pesan los minutos, pues el discurso es fluido, hermoso y aporta siempre algo interesante para reflexionar o simplemente disfrutar también nosotros de la vida en plena naturaleza.

Pero está claro que la película va perdiendo algo de fuerza conforme avanzamos hacia el final. Es complicado mantener el interés al nivel del comienzo y, personalmente, creo que el romance entre Annie y Tom no está desarrollado con el mismo acierto del resto de la historia. Incluso podríamos llegar a la conclusión que, al ser la parte más previsible y menos original de la cinta, podría haberse dejado de lado sin problemas. En todo caso, el desenlace de ese romance al menos sí que resulta más original y comprensible, aún prefiriendo la otra solución.

Lo que sí que es un acierto es la presencia de Kristin Scott Thomas que confiere verdadera profundidad a su personaje, demostrando una vez más su excelente nivel como actriz. Y magnífico también el trabajo de la joven Scarlett Johansson que ya avisaba de lo que estaba por llegar. Redford, naturalmente, no desentona, pero no creo que su trabajo tenga la fuerza del de sus compañeras de reparto.

Con un muy buen gusto a la hora de plantear y desarrollar un film intenso, Robert Redford consigue crear una historia densa y hermosa difícil de olvidar.

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