El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 4 de febrero de 2023

El lado bueno de las cosas



Dirección: David O. Russell.

Guión: David O. Russell (Novela: Matthew Quick).

Música: Danny Elfman.

Fotografía: Masanobu Takayanagi.

Reparto: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Anupam Kher, Chris Tucker, Julia Stiles, John Ortiz, Paul Herman, Dash Mihok, Shea Whigham, Brea Bee.

Tras ocho meses recluido en una institución mental por agredir al amante de su mujer, Pat (Bradley Cooper) vuelve a casa de sus padres. Se deseo es recomponer su matrimonio a toda costa, aunque su esposa (Brea Bee) ha solicitado una orden de alejamiento contra él.

Estamos en el siglo XXI y la comedia romántica seguía dando vueltas a los mismos recursos de siempre, que en el fondo no dejan de reflejar una realidad inmutable: las relaciones sentimentales siguen un patrón muy definido, es la esencia de la naturaleza humana. Pero he aquí que llega El lado bueno de las cosas (2012) y nos ofrece un punto de vista diferente o al menos busca nuevas vías para expresar lo de siempre.

La originalidad de la historia está en plantearla entre dos personas con graves problemas emocionales. Pat sufre trastorno bipolar y ha tenido que ser internado por un ataque de ira violento. A pesar de salir del centro en el que estaba recluido, no está curado y su obsesión es volver con su esposa, como si nada hubiera sucedido. Intenta convencerse de que es posible, que sabe controlarse, pero en realidad Pat sigue siendo muy inestable. Cuando conoce a Tiffani (Jennifer Lawrence) se siente atraído por ella, aunque se niega a admitirlo e insiste en su plan de recomponer su matrimonio. Además, Tiffani tampoco está bien. Tras la muerte en accidente de su marido utilizó el sexo como vía de escape, lo que lejos de arreglar las cosas le costó su empleo y una reputación terrible. Que dos personas así comiencen a relacionarse es realmente preocupante.

Pero además, por si Pat no tuviera suficiente con sus propios problemas, la relación con su padre (Robert De Niro), un tipo con un trastorno obsesivo compulsivo, no resultará nada sencilla tampoco.

Estos mimbres nada habituales sirven a David O. Russell para componer una comedia romántica inusual, con más de drama que de comedia y mucho menos romántica de lo que cabría esperar. Entre Pat y Tiffani no hay besos ni complicidad, su cita en el restaurante acaba en pelea y discuten hasta cuando hacen deporte. Y esa es la gracia de la historia, un film romántico repleto de discusiones, con dos seres marginales, violentos y con graves problemas familiares. Es más, nada parece indicar que puedan terminar juntos, pues Pat se muestra inflexible todo el tiempo en su plan de reconciliarse con su esposa y Tiffani parece haber aceptado la situación. Solamente un concurso de baile los mantiene juntos, eso y que Pat necesita a Tiffani para que le haga llegar sus cartas a su esposa. 

Hay un poso amargo en la historia: la familia de Pat es un desastre, lo mismo que la de Tiffani. Todos los personajes tienen problemas, nadie parece encontrar la felicidad, ni siquiera en pequeñas dosis. Pero hay esperanza y la manera de contarnos la historia es positiva. La película no resuelve los problemas de todos, solamente de Pat y Tiffani, pero es suficiente. El final está más que visto y no sorprende a nadie, salvo el juego de mentiras que se descubre de pronto, tan original como inesperado. Pero después de todo lo vivido, la felicidad de Pat y Tiffani la sentimos como una recompensa, es gratificante y esperanzadora y nos deja con una paz y una alegría genuinas. Es la magia de esta historia atípica, una historia de amor sin las claves habituales y que al final es tal vez mucho más romántica y auténtica que muchas otras películas abiertamente acarameladas pero que suenan a falsete en muchas ocasiones.

Imagino que tiene mucho que ver la presencia de Bradley Cooper, auténtico, pero sobre todo de Jennifer Lawrence, radiante, hermosa, frágil y cautivadora. Su gran trabajo le valió un más que merecido Oscar, el único de las ocho nominaciones de la cinta que terminó llevándose el film. Y si como guinda contamos además con Robert De Niro, al fin con un papel a su altura después de tantas comedias intrascendentes, pues todos felices.

Estamos ante un film diferente que ha sabido encontrar un enfoque original que resulta convincente y además ofrece un acercamiento novedoso a uno de esos géneros donde todo estaba tan visto que parecía complicado aportar algo nuevo que no resultara artificial. Muy entretenida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario