El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 16 de febrero de 2023

La gran seducción



Dirección: Don McKellar.

Guión: Ken Scott y Michael Dowse.

Música: Paul-Étienne Côté, Maxime Barzel y François-Pierre Lue.

Fotografía: Douglas Koch.

Reparto: Brendan Gleeson, Taylor Kitsch, Gordon Pinsent, Liane Balaban, Mark Critch, Peter Keleghan, Mary Walsh, Margaret Killingbeck, Cathy Jones, Matt Watts.

Cuando se termina la pesca, los habitantes del pequeño puerto de Tickle Head pasan a depender del subsidio del estado. Pero eso puede cambiar si consiguen que una compañía petroquímica instale allí su nueva fábrica. Pero para ello un requisito imprescindible es que cuenten con un médico en el pueblo, lo que en esos momentos no tienen.

 La gran seducción (2013) es una comedia amable y positiva, bienintencionada, que al terminar nos deja un buen sabor de boca.

En realidad se trata de un remake del film homónimo de 2003 dirigido por Jean-François Pouliot. Es la historia de un pequeño pueblo de pescadores, antaño próspero, pero que se ha sumido en una profunda crisis al faltar la pesca. Ahora necesitan encontrar a un médico que quiera asentarse en el pueblo o no lograrán que se instale la fábrica que volvería a dar trabajo a la comunidad. Para ello, elaboran un plan que consiste en "convencer" a un cirujano plástico (Taylor Kitsch) para que se quede en el pueblo.

Con esta premisa el film de McKellar crea las bases para una comedia sencilla pero que funciona bastante bien y además suscita algunas interesantes reflexiones, como si engañar al doctor está realmente justificado por una causa tan importante como traer trabajo para el pueblo. En el fondo, se trata de responder a la típica pregunta de si el fin justifica los medios. 

Al principio, todo parece una broma inocente y como espectadores sencillamente disfrutamos del amable intento de seducir al doctor para que se sienta a gusto a base de fingir que el pueblo es forofo del criquet o cocinar su plato preferido. Es entonces cuando asistimos a los momentos más inspirados de la comedia, con algunas bromas realmente logradas que consiguen sacarnos alguna que otra carcajada. No se trata de nada excepcional, pero sí de un conjunto de detalles que realmente funcionan muy bien, aún cuando entendemos que algunas cosas, como las escuchas telefónicas al doctor, van demasiado lejos a nivel ético.

El problema llega cuando la vida personal del doctor se viene abajo, al abandonarlo su novia, que lo engañaba con su mejor amigo. Entonces el film nos plantea muy oportunamente la cuestión moral de lo desafortunado que puede ser jugar con la confianza de las personas y cómo las consecuencias pueden no haber sido convenientemente calculadas. Entendemos claramente que el comportamiento de los habitantes de Tickle Head ha sido deshonesto y censurable. 

Tampoco falta una crítica notable a las grandes compañías, movidas exclusivamente por sus intereses, las personas no dejan de ser una variable más a la hora de calcular la rentabilidad. Si van a instalarse en el pequeño pueblo pesquero no es por hacerle un favor a sus habitantes, sino buscando ventajas fiscales e incluso fomentando el soborno.

Sin embargo, estamos ante una comedia optimista, positiva, de manera que ni la denuncia social es demasiado dura ni tarda en arreglarse la situación con el médico, con un final feliz en que todo el mundo termina satisfecho. Al fin y al cabo, es lo que esperamos de una comedia.

La gran seducción es un film que funciona por su sencillez, con una premisa simple y un desarrollo sin complicaciones. La clave está en la naturalidad con que se exponen las situaciones y en un humor sin grandes destellos pero que sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan y saca partido de ellas convincentemente. Es verdad también que no todas las bromas alcanzan el mismo nivel y algunas resultan un tanto burdas, pero en general el film funciona muy bien como comedia amable.

Además, contamos con Brendan Gleeson y eso es un as se mire por donde se mire. Gleesan es el alma de la película y, a pesar de estar bien arropado por unos actores que funcionan adecuadamente, él es indudablemente el alma de la historia.

La gran seducción es pasatiempo sencillo, realizada con buen gusto y detalles ingeniosos. A una película como esta no podemos pedirle más que nos haga pasar un rato agradable y eso es finalmente lo que consigue sobradamente.

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