Dirección: Clint Eastwood.
Guión: Nick Schenk.
Música: Arturo Sandoval.
Fotografía: Yves Bélanger.
Reparto: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Laurence Fishburne, Michael Peña, Dianne Wiest, Andy García, Alison Eastwood, Taissa Farmiga, Ignacio Serricchio, Loren Dean, Victor Rasuk.
Earl Stone (Clint Eastwood), un octogenario arruinado por la competencia de internet, decide hacer de mula para salvar su casa embargada. Lo que iba a ser un trabajo puntual se convierte en habitual cuando se acostumbra a los beneficios de un trabajo sencillo.
Basada en una historia real, Mula (2018) corrobora el saber hacer de Clint Eastwood como narrador, aunque no esté entre sus mejores trabajos.
Clint Eastwood es un director de corte clásico, que no necesita de alardes efectistas para convencer. Su estilo es sobrio y elegante y por aquí es por donde empieza a ganarnos. También el arranque de la película es clásico y ello es, pienso yo, un pequeño inconveniente, pues la figura del anciano egoísta enfrentado a su familia está demasiado trillada y no nos predispone de manera favorable ante esa escasa originalidad. Por otra parte, como actor, Eastwood me parecía demasiado decrépito para el papel, un detalle que el final se encargó de desmentir.
Si el comienzo no me parecía demasiado prometedor, el desarrollo de Mula en su tramo central vino a confirmar mis temores, con una historia que se vuelve monótona a base de repetir los viajes de Earl en su camioneta sin apenas variaciones, salpicados con breves momentos de su vida personal y detalles de las investigaciones policiales (un tanto insípidas), con los desencuentros familiares para completar la imagen de viejo solitario que se ha ganado el rechazo de los suyos.
Es verdad que esta falta de interés queda paliada por una hermosa fotografía y esa elegancia del director a la hora de contar la historia que, sin aliviar un exceso de secuencias prescindibles, sí que construía un relato hermoso en la forma y ameno en el fondo.
Poco a poco, la historia va ganando en interés y dramatismo conforme avanzamos hacia el desenlace, de manera que el último tercio de la película es realmente intenso. Por un lado, con los esfuerzos de Earl por resarcir a su familia de su antiguo comportamiento; por otro, con el aumento del riesgo en su trabajo ante el nuevo y más exigente cabecilla del cártel para el que trabaja y el estrechamiento del cerco policial. Con estos elementos al fin la historia cobra vida, saliendo de su plácido letargo. Y entonces, con una asombrosa facilidad, Clint Eastwood borra de un plumazo la placidez para meternos de lleno en un desenlace intenso, dramático pero sin excesos, que nos atrapa con facilidad para convencernos de nuevo del talento del director a la hora de hilvanar una historia.
La clave finalmente para enjuiciar Mula está en valorar si esa maestría del final compensa la tibieza de muchos instantes anteriores. Cada cuál ha de sentir si es así o no. En mi caso, creo que sí que se compensa, aunque sigo pensando que quitando media hora al tramo intermedio estaríamos hablando de un film grande mientras que, tal y como está, se queda en una buena historia, hermosa pero algo desequilibrada.
Y es con ese buen desenlace cuando también se me cae la idea inicial de que el actor era demasiado viejo para su papel pues, solamente con los últimos veinte minutos, Clint Eastwood engrandece la figura de Earl Stone y nos convence que él era el intérprete perfecto para encarnarlo.
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