El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 20 de febrero de 2023

Brigadoon



Dirección: Vicente Minnelli.

Guión: Alan Jay Lerner.

Música: Frederick Loewe.

Fotografía: Joseph Ruttenberg.

Reparto: Gene Kelly, Van Johnson, Cyd Charisse, Elaine Stewart, Barry Jones, Hugh Lang, Albert Sharpe, Virginia Bosler, Jimmy Thompson, Dody Heath.  

Dos amigos, Tommy (Gene Kelly) y Jeff (Van Johnson), viajan desde Nueva York a Escocia para cazar, pero se pierden en la niebla hasta que encuentran un pueblo que no aparece en los mapas: Brigadoon.

No es el musical más famoso de Gene Kelly, pero Brigadoon (1954), adaptación al cine del musical homónimo de Broadway, funciona tan bien como musical que como película romántica y tiene el brillo de la época dorada del género.

Es verdad que Brigadoon no contiene ninguna canción que haya quedado en la memoria colectiva, de ahí que esté un peldaño por debajo de grandes clásicos como Cantando bajo la lluvia (Gene Kelly y Stanley Donen, 1952), My Fair Lady (George Cukor, 1964) o Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965), por citar a tres de los mejores musicales de la historia. Pero visualmente es un film hermoso y las coreografías rebosan vitalidad, optimismo y elegancia. En este sentido se nota el oficio de todo un especialista como Vicente Minnelli.

La película se rodó enteramente en estudios, lo cuál añade aún más valor al esfuerzo de producción que logra crear un bonito escenario bucólico donde transcurre esta historia fantástica y marcadamente romántica. Y es que Tommy se enamorará al instante de la hermosa Fiona (Cyd Charisse) que también siente que acaba de encontrar al amor de su vida, sentándose así las bases para esos idilios de película donde el amor es más grande que la vida misma.

Pero además de la vertiente musical y la romántica, Brigadoon guarda un as en la manga que añade un original punto de interés a la película, y es el misterio que rodea al pueblo de Brigadoon, hábilmente insinuado y que no se desvela hasta bien entrada la historia. El misterio es que, para protegerlo de la amenaza de las brujas, el párroco pidió un milagro que le fue concedido: cada noche, cuando se van a dormir sus habitantes, el pueblo permanece oculto durante cien años para el resto del mundo, mientras que para los habitantes de Brigadoon solo pasó un día.

Esta nota fantástica sirve además para crear el conflicto entre los protagonistas, pues para poder estar juntos Tommy y Fiona, él debería renunciar a su familia, sus amigos y su país quedándose para siempre en el pueblo. Un dilema que está tan bien planteado como resuelto, manteniendo la duda hasta el último instante en que se resuelve como era de esperar. Y es que, curiosamente, a pesar de partir de un presupuesto tan irreal, propio de un cuento, Minnelli consigue insuflar verosimilitud al relato, de manera que aceptamos las premisas planteadas sin ninguna duda y vivimos el romance y el dilema de Tommy con absoluta convicción.

Tal vez uno de los puntos más débiles que rompe un poco la armonía general de la historia se centra en el personaje de Jeff, que no termina de definirse convenientemente y pasa de resultar el amigo simpático que sirve de contrapunto a Tommy a convertirse en un personaje algo antipático, con su realismo tan radical que hace que no comprenda realmente ni al pueblo ni a su amigo; además de lo chocante que es el episodio de la muerte del vecino que deseaba huir de Brigadoon y que termina en tragedia que se resuelve de manera demasiado simple y que no parece afectar demasiado a Jeff.

Pero salvo este detalle, todo en Brigadoon resulta hermoso, espectacular y hasta poético y curiosamente, a pesar del argumento y el estilo, sigue funcionando perfectamente, sin resultar empalagoso o anticuado. Atención a algunas frases memorables sobre el amor y los sueños y al esplendoroso uso del color.

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