El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 5 de febrero de 2023

Los crímenes de la academia



Dirección: Scott Cooper.

Guión: Scott Cooper (Novela: Louis Bayard).

Música: Howard Shore.

Fotografía: Masanobu Takayanagi.

Reparto: Christian Bale, Harry Melling, Gillian Anderson, Lucy Boynton, Charlotte Gainsbourg, Toby Jones, Harry Lawtey, Simon McBurney, Hadley Robinson, Timothy Spall, Robert Duvall.

Cuando un cadete de West Point aparece ahorcado, las autoridades recurren a Augustus Landor (Christian Bale), un reputado detective, para que se encargue de la investigación.

Los crímenes de la academia (2022) me ha dejado un gusto amargo. Podría haber sido un film de misterio muy interesante, pues contaba con los elementos para ello, pero en cambio elige el engaño, lo inverosímil, lo trillado y termina siendo un elegante fiasco.

La película tiene una factura intachable, con una fotografía realmente hermosa que otorga a algunos planos la calidad de un cuadro. La ambientación en paisajes nevados, árboles desnudos y la bruma le otorgan al relato un ambiente mágico, además de realmente bello. Pero que técnicamente se alcance tanta belleza ya no es algo que nos sorprenda. Cualquiera, o casi, puede alcanzar esas cotas de perfección con tal de que tenga buen gusto y sepa rodearse de los técnicos adecuados. Por ello, hemos de valorar una película más allá de su aspecto externo y es aquí donde el cine actual suele flojear, porque es mucho más difícil crear un contenido que esté al nivel de las apariencias. 

El primer detalle que me resultó molesto fue la presencia, innecesaria además, de Edgar Allan Poe (Harry Melling) en la historia, cuyo origen está en la novela de Louis Bayard, donde se incluye al famoso escritor aprovechando que estuvo realmente en la academia de West Point en 1830. Sin embargo, todo lo demás relacionado con él es pura ficción. Este recurso de fabular con un personaje famoso no me gusta y más si ello no tiene realmente un fundamento ni justificación, más que añadir un toque extravagante a la historia.

Esta presencia debería haberme prevenido contra lo que tramaba el guión, que se dedica a jugar con nosotros a base de añadir pequeñas escenas que no aclaran nada pero siembran dudas: Landor lavándose las manos en el río al comienzo del film, imágenes de su hija Mattie (Hadley Robinson) en breves destellos sin continuidad... Son tretas habituales que nos advierten de que algo oscuro se esconde en la historia y que a su debido tiempo nos será desvelado. En realidad, se trata de justificar de antemano el engaño final, el barato y banal truco que pretende asombrarnos como para indicar que la historia era mucho más profunda y misteriosa de lo que podíamos creer. En realidad, es una jugada tramposa, son cartas marcadas que no me demuestran ingenio, sino pura manipulación, sucia y mentirosa, que busca darle un toque de imaginación que eleve a obra de arte el argumento y que consigue en realidad todo lo contrario: arruinarlo por mentiroso, increíble y tramposo.

Pero si solamente fuera este el inconveniente, reducido a los últimos minutos, aún podríamos salvar la película, perdonando el desliz. Pero el problema de Los crímenes de la academia es que nada en realidad funciona correctamente si lo analizamos con detalle.

Por ejemplo, la investigación de Landor brilla por su ausencia. En una historia de crímenes es de esperar que el detective progrese desenmarañando el ovillo, descubriendo pistas, interrogando a sospechosos. Pero el relato de Scott Cooper nos priva de todo ello y los descubrimientos brotan de repente, sin un desarrollo previo, como las conclusiones de Poe al final, que dice que se le aparecieron en sueños. ¡Fabuloso! Viva el ingenio y la deducción.

El relato sí que se recrea en la relación de Poe con Lea (Lucy Boynton) donde al fin podemos disfrutar de una aproximación a la expresión de sentimientos profundos, si bien tampoco aquí el guión consigue pasar de un nivel solamente correcto. Y comprobamos entonces cómo es un defecto de toda la película: los personajes no logran resultarnos profundos, porque el guión no consigue ahondar en su interior, sino que se queda en la fachada y solamente logra rascar la superficie en algunos momentos muy concretos.

Decepcionante película, un desperdicio de recursos arruinado por la falta de profundidad y de honestidad con el misterio planteado. Lo que parecía un film ambicioso se derrite y termina siendo la típica historia tramposa sin personalidad. Entretiene, claro, porque los detalles de los corazones arrancados y los asesinatos crean la lógica incertidumbre que nos mantendrá expectantes, pero cuando todo termina nos sentimos decepcionados y lamentando que no se haya sabido extraer todo el potencial que tenía el misterio.

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