El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 20 de octubre de 2023

Amores en tiempos de guerra



Dirección: David Leland.

Guión: Keith Dewhurst y David Leland (Novela: Angela Huth).

Música: Brian Lock.

Fotografía: Henry Braham.

Reparto: Catherine McCormack, Rachel Weisz, Anna Friel, Steven Mackintosh, Tom Georgeson, Maureen O'Brien, Lucy Akhurst, Gerald Down, Paul Bettany.

En Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial, muchas mujeres acudieron a los campos para reemplazar a los hombres que habían partido al frente. En 1941, Stella (Catherine McCormack), Ag (Rachel Weisz) y Prue (Anna Friel) son contratadas por el señor Lawrence (Tom Georgeson) para trabajar en sus tierras.

El drama Amores en tiempos de guerra (1998) es de esas cintas que huelen a ambición por los cuatro costados. David Leland busca la grandeza por todos los medios a su alcance, pero tristemente se queda sin conseguirla.

La película estéticamente es casi perfecta, con una cuidada fotografía y unos paisajes elegidos con esmero. Incluso algunas escenas parecen buscar un efecto pictórico y el resultado es sin duda hermoso. Pero para que una película esté completa no es suficiente con un bonito envoltorio. Hace falta talento para que el contenido esté a la altura y en este caso, la historia de Amores en tiempos de guerra resulta cuando menos extraña pero, sobre todo, sin alma.

El guión se dedica a contar pequeños episodios, todos relacionados con historias de amor y de sexo, que resultan arbitrarios y aún más cuando el argumento no se esfuerza en profundizar en los personajes, de manera que acabamos la película sin llegar a conocer realmente a ninguno de los protagonistas. La verdad, el guión se limita a unos rasgos bastante superficiales que no terminan de resultar convincentes, pues parecen más bien tópicos encaminados a justificar determinados episodios de la historia. 

Así, Prue resulta excesivamente descarada para la época, Ag por el contrario está representada de manera demasiado recatada, pero sin matices. Y a Stella sencillamente no terminamos de conocerla. Es la más sensata, pero el guión no se molesta en ahondar en ella, de manera que no sabemos porqué no es feliz con su prometido (Paul Bettany) ni porqué se enamora de Joe Lawrence (Steven Mackintosh), un actor que tampoco resulta el idóneo para el papel que le encomiendan, pues no resulta especialmente atractivo para justificar el flechazo que parece sufrir Stella al conocerlo.

Y con ello llegamos a otro detalle más que perjudica el relato: todo lo que sucede es demasiado previsible, se adivina con tanta antelación y certidumbre que la historia no ofrece ninguna sorpresa, no hay nada que escape de un plan demasiado tópico. No hay nada genuino, original, es todo tan rutinario que le quita cualquier posibilidad de emoción. Porque además, entre que no conocemos en profundidad a los personajes y que sus comportamientos a veces resultan absurdos, especialmente en el caso de Joe, cuando la historia toca los momentos más dramáticos asistimos a ellos con total frialdad. David Leland se muestra incapaz de sacudirnos en nuestros asientos, ni siquiera cuando hay una muerte trágica o una ruptura amorosa. 

Amores en tiempos de guerra no es un film malo, pero sí que entristece ver cómo se desperdicia una historia que podía resultar muy emotiva al resultar demasiado frívola en muchos momentos, al no saber darle sentido a las escenas, contenido a los personajes, sincera emoción al relato. Es un película hermosa pero vacía. 

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