Dirección: Marco Brambilla.
Guión: Max D. Adams, Dick Clement e Ian La Frenáis.
Música: John Lurie.
Fotografía: Jean-Yves Escoffier.
Reparto: Alicia Silverstone, Benicio del Toro, Christopher Walken, Jack Thompson, Harry Connick Jr., Nicholas Turturro, Sally Kirkland, Michael Bowen, Leland Orser, Robert Wisden.
Con el fin de llamar la atención de su padre (Jack Thompson), Emily (Alicia Silverstone) finge su propio secuestro. Pero con lo que no contaba es que un ladrón de coches, Vincent (Benicio del Toro), la secuestre realmente al robar su BMW con ella dentro.
Exceso de equipaje (1997) es una comedia con bastante potencial, pero desgraciadamente ni el guión ni el director logran explotar todo lo que encierra.
Para empezar, el tema de la niña rica infeliz a pesar de todos los lujos que tiene a su alcance por falta del cariño de su padre es un buen punto de partida. Sin embargo, el guión no exprime la idea con fuerza y, por ejemplo, la figura del padre nunca llega a cobrar vida, por lo que la relación de él y Emily solamente queda esbozada, desaprovechando un punto básico de la historia.
En general, la impresión que tenemos es que el guión se ha quedado a medio camino en todos los temas que tenía que abordar, dejando la sensación de una historia sin rematar. Es desconcertante la falta de fuerza de muchos momentos importantes, que transcurren como con desgana, como si se estuviera filmado solo un boceto. A ello también contribuye el trabajo de Marco Brambilla, que no es capaz de darle un ritmo adecuado al desarrollo, con momentos que parecen que encallan y otros que avanzan a trompicones. Y lo mismo pasa con los diálogos, que carecen de chispa, de ritmo, de gracia.
Incluso el personaje de Vincent unas veces parece un tipo seguro de sí mismo y en otros momentos es como si estuviera drogado, con una extraña torpeza a la hora de hablar. Y otro personaje realmente extraño es el del tío Ray (Christopher Walken), donde de nuevo volvemos a comprobar que el guión no ha terminado de encontrar el rumbo y dibuja personajes extraños que parecen comportarse arbitrariamente, sin un patrón definido.
Solamente en algunos breves momentos del romance entre Vincent y Emily percibimos cierta profundidad y emoción en lo narrado, pero son tan escasos que parecen casi un accidente.
Exceso de equipaje termina dejando una sensación agridulce, pues la historia ofrecía un buen recorrido pero la sensación es de una chapuza que no ha terminado de comprender cómo darle forma y sentido a su relato.
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