El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 16 de octubre de 2023

En el nombre del padre



Dirección: Jim Sheridan.

Guión: Terry George y Jim Sheridan (Novela: Gerry Conlon).

Música: Trevor Jones.

Fotografía: Peter Biziou.

Reparto: Daniel Day-Lewis, Pete Postlethwaite, Emma Thompson, John Lynch, Corin Redgrave, Beatie Edney, John Benfield, Paterson Joseph, Marie Jones, Gerard McSorley, Frank Harper, Mark Sheppard, Don Baker. 

Tras un atentado del IRA en Londres, Gerry Condon (Daniel Day-Lewis) y tres amigos son detenidos y acusados de ser los autores del mismo.

Se dice con frecuencia que la realidad supera a la ficción. En el nombre del padre (1993) sin duda tenemos un buen ejemplo, pues de no contar hechos reales uno tendería a pensar en una historia manipulada. Cuesta creer que unos policías puedan ocultar pruebas condenando a cuatro inocentes y sus familiares sabiendo que todos ellos eran inocentes. 

La razón podría ser el odio hacia ellos por ser irlandeses motivado por la guerra que se libraba entre el IRA y el Reino Unido. O podría pensarse simplemente que buscaban unos culpables para salir airosos ante la opinión pública por la rápida resolución de un caso extremadamente doloroso. Queda sin embargo una cuestión importante por resolver: la condena de esos inocentes dejaba en libertad a los verdaderos terroristas. Con una injusticia se comenten dos errores gravísimos.

Pero el enfoque de Sheridan no busca dramatizar en exceso unos hechos ya de por sí terribles. Su exposición es dura, pero libre de interpretaciones. No quiere adoctrinar, sino exponer una situación terrible, las consecuencias de la lucha en Irlanda del Norte, el odio, las víctimas inocentes, la pérdida de la justicia y de la ética. 

Solamente con esto, En el nombre del padre estaría ya más que justificada como película de denuncia. Pero Jim Sheridan nos ofrece mucho más. Es como un tronco del que brotan muchas ramas, todas importantes, conmovedoras.

Por un lado, tenemos la evolución personal de Gerry, un atolondrado e irresponsable muchacho enfrentado a su padre que sacaba su rabia con pequeños robos. La dolorosa experiencia que vivirá lo irá transformando poco a poco hasta convertirlo en un hombre. Y en esa evolución tiene mucho que ver la estrecha convivencia forzada en la cárcel con su padre (Pete Postlethwaite). Es otra de las ramas del árbol donde se van sacando a la luz los traumas de una difícil relación entre ambos desde la infancia de Gerry, que siempre echó de menos tener más apoyo por parte de su padre, un buen hombre que sin embargo no supo educar a su hijo. 

Pero si el relato es directo y sincero, mucho tenemos que agradecer su eficacia al ejemplar trabajo de Daniel Day-Lewis, un actor con un talento natural impresionante, y de Pete Postlethwaite. Una pareja de actores que llenan la pantalla con un trabajo sin adornos pero lleno de convicción, naturalidad y precisión. Lástima que la presencia de Emma Thompson, otra actriz excepcional, se limite a muchos menos minutos de los deseables, pues con ella completamos un reparto protagonista de lujo.

En el nombre del padre posee la profundidad necesaria para transcender el mero relato de unos hechos históricos y nos mete de lleno en una tela de araña sobre las relaciones familiares, las consecuencias de vivir en un estado de guerra constante, el importancia de la verdad, la necesidad de no perder los valores fundamentales, la compasión, la traición, la desesperación, la fe... En definitiva, una película sobre el hombre y todo lo que ello implica.

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