El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 10 de octubre de 2023

Dos hombres y un destino



Dirección: George Roy Hill.

Guión: William Goldman.

Música: Burt Bacharach.

Fotografía: Conrad Hall.

Reparto: Paul Newman, Robert Redford, Katharine Ross, Strother Martin, Henry Jones, Jeff Corey, George Furth, Cloris Leachman, Ted Cassidy.

1899, Butch Cassidy (Paul Newman) lidera La banda del desfiladero en Wyoming, dedicándose a atracar bancos y asaltar trenes. 

Dos hombres y un destino (1969) es uno de esos westerns que han pasado a la historia del género a pesar de estar muy por debajo de lo que su fama sugiere. Tal vez tenga mucho que ver la pareja protagonista, el tono irónico que recorre la cinta y, cómo no, la bellísima canción "Raindrops Keep Fallin' on my Head".

Sin embargo, si nos centramos exclusivamente en la historia, la película resulta un tanto endeble, con un argumento excesivamente simple donde no se profundiza en los personajes ni en su relación, más allá de las poses y los rasgos esquemáticos.

Donde se busca la originalidad es en el aspecto visual, con los experimentos que utiliza George Roy Hill, mezclando blanco y negro y color, utilizando fotografías en tonos sepia o congelando la acción en la famosa secuencia final. El resultado es vistoso, pero algo inconexo, tal vez novedoso en el año de la realización, pero no muy eficaz a nivel narrativo, con una banda sonora demasiado apegada a las modas de esos años y que no ha envejecido demasiado bien.

Sin embargo, lo peor de todo son algunos momentos en que el ritmo falla, como en la excesivamente larga persecución de las fuerzas del orden que se salva gracias al encanto que desprenden Paul Newman y el joven Robert Redford, al que la cinta consolidaría como una estrella incuestionable. Parece evidente que ante la falta de un guión profundo, el director alarga algunos momentos artificialmente.

Como trasfondo del relato, vemos cómo el mundo en el que se movían los protagonistas está cambiando,  ya no son capaces de sobrevivir como antes. Tampoco la vida honrada les seduce, en parte por el esfuerzo que requeriría. De ahí su huída, primero a Bolivia y luego planeando ir a Australia, pero en el fondo es un camino sin mucho futuro y basado más en los sueños idealizados de Butch que algo concreto. Son dos inadaptados a los que el progreso acabará devorando. Representan el fin de una época menos civilizada que se ha terminado.

En todo caso, a pesar de sus problemas, la película fue todo un éxito en su momento y se llevó cuatro Oscar: banda sonora, canción, guión original y fotografía y aún pervive a día de hoy como un enfoque original del western y sobre todo por la fuerza de la pareja protagonista, que repetiría después en la mucho más redonda El golpe (1973) a las órdenes otra vez de Roy Hill.

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