Dirección: Max Ophüls.
Guión: Henry Garson y Robert W. Soderberg (Historia: Elisabeth Sanxay Holding).
Música: Hans Salter.
Fotografía: Burnett Guffey (B&W).
Reparto: James Mason, Joan Bennett, Geraldine Brooks, Henry O´Neill, Shepperd Strudwick, David Bair, Roy Roberts.
Al descubrir el cadáver del novio de su hija Bea (Geraldine Brooks), Lucia Harper (Joan Bennett) decide esconder el cuerpo temiendo que la culpable sea su hija.
Última película norteamericana de Max Ophüls, Almas desnudas (1949) es un film negro realmente peculiar.
La historia gira en torno a la figura de una típica ama de casa norteamericana de clase media, con su marido trabajando en Europa, y que debe hacer frente a los problemas cotidianos y la educación de sus hijos ella sola. Y el mayor problema es la relación de su hija Bea con Darby (Shepperd Strudwick), un hombre mucho más mayor que ella que además no es trigo limpio. La señora Harper no duda en enfrentarse a él para proteger a su hija con un coraje encomiable, pero aún demostrará más fuerza cuando esconde el cadáver de Darby, convencida de que su hija lo mató.
El retrato de la señora Harper, protegiendo a su familia a brazo partido es magnífico y aún se engrandece más cuando deberá hacer frente al chantaje. Una vez más, la señora Harper demostrará su entereza y determinación para hacer todo lo posible por su hija, como solamente una madre es capaz de hacer.
Sin embargo, la sorpresa llega cuando uno de los chantajistas, Martin Donnelly (Charles Mason), se enamora de la señora Harper, creando un giro inesperado en el devenir de la historia. Es gracias a ello que Almas desnudas adquiere una nueva dimensión. Estamos ante un film negro realmente original, en esta ocasión no por la maldad de los villanos, sino precisamente por su debilidad: Donnelly pierde toda su fiereza ante Lucia, desea redimirse, ayudarla, hasta el punto de renunciar a todo, aún cuando no tiene la certeza de que ella le corresponderá, pero da igual, es el poder del amor, capaz de darle esperanzas y la fuerza necesaria para desear cambiar de vida.
Sin embargo, estamos ante un drama y el mal ha de ser castigado, aunque en el fondo hubiéramos deseado que Donnelly pudiera en verdad redimirse.
Con una fotografía que logra crear un ambiente tenebroso en los momentos capitales, Max Ophüls dirige con agilidad este conmovedor drama hasta el punto que termina pareciéndonos demasiado breve. Hubiéramos deseado que la historia continuara, atrapados como estábamos en las vicisitudes de la señora Harper y eso es sin duda un gran elogio hacia el trabajo del director, que logra crear un film que nos engancha y parece transcurrir sin esfuerzo.
Con una soberbia la interpretación de Joan Bennett, que nos hace sentir en nuestra propia piel su angustia al verse constantemente requerida por situaciones que la superan, y un eficaz James Mason, un gran actor sin necesidad de alardes, basando su eficacia en una naturalidad encomiable, Almas desnudas es una película intensa y trágica, conmovedora.
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