El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 20 de febrero de 2024

Solomon Kane



Dirección: M. J. Bassett.

Guión: M. J. Bassett

Música: Klaus Badelt.

Fotografía: Dan Laustsen.

Reparto: James Purefoy, Max von Sydow, Rachel Hurd-Wood, Mackenzie Crook, Pete Postlethwaite, Ian Whyte, Alice Krige, Ben Steel.

Solomon Kane (James Purefoy) ha llevado una vida violenta, saqueando y matando sin piedad. Pero para evitar que el Diablo se apodere de su alma condenada, decide cambiar de vida.

Solomon Kane (2009) es un film de aventuras centrado en un héroe de pasado oscuro, invencible con la espada y que busca redimirse. La nota original de la ecuación es el ingrediente mágico del guión, con el Diablo reclamando almas, brujería y villanos malísimos. El tema del toque de fantasía sin duda nos recordará a Conan, el bárbaro (John Milius, 1982), lo que no sería de extrañar ya que el creador del personaje de Conan, Robert E. Howard, es también el que ideó a nuestro héroe.

Quizá lo que destaca especialmente en esta cinta es la interesante y efectiva ambientación de la historia, con ese tono oscuro, la lluvia, el barro, la miseria... crea sin duda el ambiente perfecto para una historia también oscura y dramática.

También Bassett se muestra bastante acertado a la hora de escenificar las luchas, logrando escenografías contundentes, no exentas de una violencia que el director logra reflejar con eficacia pero evitando con acierto los detalles más escabrosos, de manera que nos metemos de lleno en una violencia extrema, pero nunca demasiado desagradable. En general, el trabajo de Bassett me pareció muy interesante, sabiendo mover la cámara con soltura, elegir buenos encuadres y remarcar en todo momento los instantes clave de la historia.

Sin embargo, como suele ser demasiado habitual en el cine de acción contemporáneo, donde la historia hace agua es en el guión que, lamentablemente, es tan raquítico que asusta.

Kane es un personaje que cuesta tomar en serio. Está dibujado de manera tan gruesa, remarcado además por una actuación plagada de excesos, que no parece una persona de carne y hueso. Se puede argumentar que estamos ante una película cercana al mundo del cómic, donde lo fundamental reside en la sencillez y la estética. Es verdad, pero darle algo de profundidad al relato no suele ser un inconveniente, sino más bien lo contrario. Y con un héroe tan básico, todo lo que le sucede resulta muy elemental, sin conseguir convertirnos en cómplices de sus penurias. 

Tampoco los personajes secundarios terminan de coger forma, solo están dibujados con grandes pinceladas, de manera que todo el argumento peca de demasiado simple con lo que, llegados a momentos clave, como la muerte del padre de Solomon , interpretado por el veterano Max von Sydow, no conseguimos verlos como algo cercano, sino más bien algo un poco puesto ahí porque sí, siguiendo unas pautas estereotipadas, sin profundidad.

Una de las consecuencias más nefastas de esa falta de consistencia de la historia es la continua repetición del tema de la maldición que pesa sobre Solomon, que se convierte en el único argumento que existe para mover el desarrollo de la historia y que termina por resultar algo cansino.

En todo caso, aquellos que simplemente se contenten con la puesta en escena y una historia de batallas, peligros y magia, Solomon Kane es un espectáculo bastante bien resuelto visualmente. Los que busquen algo más de sustancia, aquí no se verán recompensados.

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