Dirección: Guy Ritchie.
Guión: Guy Ritchie.
Música: David A. Hughes y John Murphy.
Fotografía: Tim Maurice-Jones.
Reparto: Jason Flemyng, Dexter Fletcher, Nick Moran, Jason Statham, Steven Mackintosh, Nicholas Rowe, Nick Marcq, Charlie Forbes, Vinnie Jones, Sting, Lenny McLean, Peter McNicholl, P.H. Moriarty, Stephen Marcus.
Cuatro amigos reúnen cien mil libras para poder entrar en una partida de póquer que organiza Harry "el Hacha" (P.H. Moriarty), un mafioso local.
Si quieres hacerte un nombre en el cine actual tienes que destacar por algo, bien talento, bien originalidad o una mezcla de ambos. Es lo que sucedió con Tarantino, enseguida elevado a los altares por sus incondicionales, y es lo que parece que entendió Guy Ritchie, que debuta en el largometraje con esta Lock & Stock (1998) que si por algo destaca es por su tono irreverente, su puesta en escena original y su humor negro.
La verdad es que la fórmula que utiliza Ritchie no es demasiado novedosa, pues comedias sobre el mundo del hampa ha habido desde siempre. Por ello, el director intenta darle un toque diferente a su cinta, de manera que destaque y se recuerde como algo original, al menos desde el punto de vista estético. Así, Ritchie utiliza una banda sonora poderosa, una fotografía especial que le da ese tono único a la cinta, alteraciones en el curso lineal del relato y sobre todo juegos de cámara, descontrolados por momentos. Es por ello que hay un aire a Tarantino en la historia, porque el director también recurre al humor negro constantemente y puebla la historia de personajes singulares.
Sin embargo, Guy Ritchie se muestra más comedido que Tarantino en el tema de la violencia, lo que es un rasgo elegante muy de agradecer. Rara vez vemos detalles macabros y las escenas más violentas transcurren fuera de cámara. Con ello se consigue no romper el clima cómico del relato y de paso se demuestra que no siempre es necesario ser muy explícito y que la imaginación de los espectadores suple convenientemente la falta de detalles.
La historia está hilvanada con meticulosidad, de manera que la complejidad de interacciones de los muchos personajes que pululan por la misma se entienden perfectamente y encajan armoniosamente. Lo curioso de Lock & Stock es que los cuatro amigos, los personajes principales, no son al final los más interesantes, sino que es el elenco de secundarios los que terminan ganado la partida, bien por su singularidad o por estar mejor definidos, como Harry el Hacha, su fieles matones, Barry "el baptista" (Lenny McLean) y Big Chris (Vinnie Jones, ex futbolista galés), que lleva a su hijo (Peter McNicoll) a todas partes con él mientras ajusta las cuentas a los deudores de Harry, pero que no tolera que se digan palabrotas en presencia del crío. Es todo un mundo de matones, ladrones y traficantes de drogas muy bien diseñado y que es finalmente el que le da la originalidad y el carácter especial a la cinta.
Es verdad que el desenlace parece que se le va un poco de las manos al director, quizá demasiado obsesionado con las sorpresas y con cuadrar las cosas al milímetro, perdiendo algo de la frescura y originalidad anteriores, pero tampoco es algo demasiado importante, sino una pequeña debilidad del guión a la hora de buscar un final perfecto.
Lock & Stock es un film con identidad propia. Puede gustar más o menos, seguramente creará una larga lista de adoradores. No es cine de alta calidad, pero es que ello es raro en los tiempos actuales. Sencillamente, es de esas películas que casan con su época, con un sello personal que es lo que le da su valor. Al menos, salimos de los caminos más habituales y no se puede decir que no resulte refrescante por momentos.
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