Dirección: Gérard Krawczyk.
Guión: Luc Besson.
Música: Eric Serra.
Fotografía: Gérard Sterin.
Reparto: Jean Reno, Michel Muller, Ryoko Hirosue, Yoshi Oida, Carole Bouquet, Christian Sinniger.
Hubert Fiorentino (Jean Reno) es un policía de París un tanto violento que vive marcado por el recuerdo de su gran amor, una joven japonesa que conoció durante su estancia en Japón. Tras diecinueve años sin tener noticias de ella, recibe una llamada en la que le comunican que ha muerto.
Guión de Luc Besson y con Jean Reno al frente, todo parecía prometer un film entretenido, pero Wasabi: El trato sucio de la mafia (2001) no es más que un pasatiempo intrascendente.
Desde el comienzo vemos que la historia se enfoca abiertamente hacia la comedia, con lo que podemos imaginar que el posible interés de la intriga planteada va a quedar supeditado a la comicidad, restando puntos al suspense y la emoción. Es una opción tan válida como otra cualquiera, aunque a mí esta mezcla de géneros nunca termina de gustarme, con las consabidas excepciones. Además para que cualquier comedia funcione ha de estar asentada en un guión inteligente y con gracia y el de Wasabi carece de ambas cualidades.
En el plano del argumento, hay una pequeña dosis de interés cuando Hubert descubre que la muerte de su antiguo amor no fue natural, sino un asesinato. Sin embargo, como el planteamiento general es bastante simple, pronto nos damos cuenta de que el guión no pretende explotar esta vertiente, sino sencillamente crear las bases para el desarrollo de la comedia que se centrará mucho más en la relación entre Hubert y Yumi (Ryoko Hirosue), su hija, cuya existencia desconocía. Y de nuevo volvemos a ver aquí también las carencias del guión, presentando a Yumi como una alocada adolescente muy cercana a la caricatura y llevando la relación con su padre por los caminos menos originales posibles.
La historia, sobre todo, servirá para el lucimiento de Jean Reno en su faceta de poli duro y eficaz, aunque sinceramente el actor francés merecía un papel algo mejor, pues Hubert tampoco resulta un policía creíble, acercándose demasiado a un personaje de cómic, especialmente cuando lo vemos entrar en acción liquidando a cuantos malvados se le acerquen con una facilidad pasmosa.
Si Yumi y Hubert están dibujados sin matices, peor aún lo tenemos con "Momo" (Michel Muller), el amigo de Hubert, cuyo rol es el del personaje gracioso, pero que resulta más próximo a la estupidez que a la gracia, cayendo siempre el guión en bromas demasiado elementales y poco inteligentes como para que nos saquen ni una sonrisa.
Al menos hay que agradecerle al director que le de al desarrollo un ritmo ágil, de manera que la historia transcurre rápidamente y no nos llega a aburrir, aunque tampoco sale de un nivel muy básico, más apropiado para un público infantil sino fuera por las abundantes muertes.
No es, por lo tanto, ni una buena comedia, ni un film interesante en cuanto a argumento. No se pierden nada si deciden no hacerle caso.
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