Dirección: Brian Helgeland.
Guión: Brian Helgeland y Terry Hayes (Novela: Richard Stark, seudónimo de Donald E. Westlake).
Música: Chris Boardman.
Fotografía: Ericson Core.
Reparto: Mel Gibson, Gregg Henry, Maria Bello, David Paymer, Bill Duke, Deborah Kara Unger, John Glover, William Devane, Lucy Liu, Jack Conley, Kris Kristofferson, James Coburn.
Tras un atraco, Porter (Mel Gibson) es traicionado por su socio Val (Gregg Henry) y su propia esposa (Deborah Kara Unger), que lo dejan mal herido dándolo por muerto.
Brian Helgeland, el brillante guionista de L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), debuta como director con este remake de A quemarropa (John Boorman, 1967) y consigue un film irregular, pero con una personalidad propia muy interesante y ciertas sorpresas realmente estimulantes.
En principio, Payback (1999) tiene la apariencia de un film más de acción con el motivo de la venganza como eje del discurso, lo que no parece demasiado prometedor, pues films de ese corte hay muchos y, por el comienzo, Payback no resulta especialmente atractivo. De hecho, tal vez el principal reproche que se le puede hacer a la cinta es que transmite un aire algo cutre, en muchos momentos huele a platós y decorados baratos.
Sin embargo, en cuanto la historia se va adentrando en materia es cuando empieza a desvelar su verdadero juego, que no es otro que ofrecer un enfoque realmente original y divertido de un argumento muy básico, pero trabajado con mimo.
Por un lado, el guión está repleto de detalles cómicos muy logrados que además están tan bien integrados que no rompen el tono violento de la historia, lo que a veces sucede cuando el guión tira abiertamente hacia la comedia. Aquí no es el caso, Payback no pierde su esencia de film violento, pero está repleto de detalles que nos deparan sorpresas muy inteligentes y momentos realmente logrados.
Parte de ello también reside en la curiosa perfilación de los personajes, que tienen como dos caras: su lado más oscuro y otra faceta entre inocente, patética o ridícula, según el personaje y la situación. Val, por ejemplo, se mueve entre la crueldad de un psicópata y la debilidad de un sumiso a nivel sexual, pero incluso en su relación con Porter se muestra entre amenazador y pelotillero, con una ingenuidad ridícula. Otro rufián, Stegman (David Paymer), es otro de los personajes irremplazables de la cinta: un aspirante a tipo duro que en realidad resulta casi cómico.
Pero si hay un personaje realmente genial es de la hermosa Lucy Liu, que aparece en los créditos como Lucy Alexis Liu, una prostituta a la que le va el sado y que nos ofrece los mejores momentos de la película, con unos diálogos maravillosos. Diálogos que no se limitan solamente a este personaje y que además están bastante logrados, sin caer ni una sola vez en el chiste fácil, lo que no deja de tener mucho mérito.
Incluso Porter, con responder en general a la imagen de tipo duro que solemos ver en este tipo de películas, tiene también un lado ingenuo, con momentos en que se muestra un tanto torpe, cayendo en algunas trampas de manera algo infantil, con lo que de nuevo volvemos a comprobar que el guión siempre busca salirse de los caminos más sencillos.
Y ahí reside el encanto de Payback, que sabe sobreponerse a una puesta en escena muy básica pero que muestra que sus verdaderas armas son otras: talento para aportar toques personales e inteligentes a una historia muy vista.
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