El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 3 de junio de 2022

El caso de los dedos cortados



Dirección: Roy William Neill.

Guión: Bertram Millhauser (Novelas: Arthur Conan Doyle).

Música: Paul Dessau.

Fotografía: Virgil Miller (B&W).

Reparto: Basil Rathbone, Nigel Bruce, Hilary Brooke, Henry Daniell, Paul Cavanagh, Matthew Boulton, Eve Amber, Sally Shepherd.

Cuando la policía de Scotland Yard no encuentra ninguna pista que le ayude a resolver una serie de asesinatos de mujeres a las que se les amputa un dedo, decide pedir ayuda a Sherlock Holmes (Basil Rathbone).

De nuevo Basil Rathbone y Nigel Bruce bajo las órdenes de Roy William Neill en una nueva adaptación de la obra de Conan Doyle al cine. Es la decimoprimera película de la serie protagonizada por ambos actores.

Se trata de una versión de serie B, con una evidente economía de medios que se refleja tanto en la puesta en escena como en la sencillez del planteamiento. Sin embargo, William Neill suple en esta ocasión las limitaciones con un más que atractivo misterio. 

Gracias precisamente a la sencillez con que se aborda El caso de los dedos cortados (1945) se evitan rodeos o presentaciones superfluas y desde el primer minuto nos vemos inmersos en la intriga: tres mujeres asesinadas y ninguna pista que pueda guiar las investigaciones. El comienzo, por lo tanto, es directo y sin duda plantea un caso más que intrigante. 

A partir de ese momento, Roy William Neill sigue directo al grano, permitiéndose solamente algunos detalles ligeros, centrados principalmente en la figura del doctor Watson (Nigel Bruce), que aflojen un poco la tensión y ayuden a dar un contrapunto al desarrollo de la historia. La pena es que, desde mi punto de vista, se cargan un poco las tintas en la simpleza de Watson, lo que no termina de convencerme, si bien, siendo sincero, tampoco perjudica para nada a la historia.

El único inconveniente serio que encuentro en El caso de los dedos cortados es que las buenas expectativas que nos deparaba el inicio de la película, con el atractivo de un caso en apariencia muy complicado, no se ven satisfechas del todo con la resolución del mismo. El desenlace me pareció un tanto precipitado y demasiado sencillo. Holmes afirma sentirse perdido, sin lograr avanzar en la resolución del caso como a él le gustaría y, de repente, se presenta el culpable, privándonos de una investigación más profunda por parte del detective. Es cierto que el final está muy bien planteado y hace brillar una vez más el talento de Holmes, pero no deja de parecerme que no está a la misma altura que las expectativas creadas en el comienzo de la historia.

Sigo pensando que Basil Rathbone es uno de los mejores Sherlock Holmes del cine, no solamente por un físico que coincide con la imagen que podemos hacernos del detective, sino también por su elegancia y una determinación evidente. Y todo ello sin resultar pedante en absoluto.

Con El caso de los dedos cortados no podemos ni debemos esperarnos un gran film. Tampoco se hizo con esa pretensión. La idea, supongo, era proporcionar un rato de entrenamiento sencillo y creo que cumple con ese cometido muy aceptablemente. Es una película modesta, pero hecha con esmero, dentro de las posibilidades, y con un planteamiento honesto, sin trucos ni engaños. Juega sus cartas acertadamente y, además, es de esas películas a las que el paso del tiempo les añade un cierto encanto por ese toque casi artesanal.

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