El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 27 de junio de 2022

El reloj asesino



Dirección: John Farrow.

Guión: Jonathan Latimer (Novela: Kenneth Fearing).

Música: Victor Young.

Fotografía: John F. Seitz (B&W).

Reparto: Ray Milland, Charles Laughton, Maureen O'Sullivan, George Macready, Rita Johnson, Elsa Lanchester, Harold Vermilyea, Dan Tobin, Henry Morgan, Richard Webb, Elaine Riley. 

En un arrebato de furia, Earl Janoth (Charles Laughton), un importante editor, mata a la joven Pauline (Rita Johnson), su amante. Desesperado, acude a pedir ayuda a su empleado más leal, Steve Hagen (George Macready), que decide buscar un cabeza de turco: el hombre que había pasado con Pauline las horas anteriores a su asesinato.

El reloj asesino (1948) es un original film de cine negro que destaca especialmente por la asombrosa trama proveniente de la novela de Kenneth Fearing The Big Clock.

La intriga es sin duda lo más destacable de la película. George Stroud (Ray Milland), tras despedirse de la empresa que dirige como un perfecto tirano Earl Janoth, pasa una inocente velada con la amiguita de éste, Pauline, quien también está harta de Janoth, y le propone a Stroud aunar sus talentos para escribir la biografía de Janoth, algo que le disgustará profundamente. Así, ambos podrán tomarse una pequeña revancha. Más tarde, Janoth acude al apartamento de Pauline y en un ataque de ira la mata. Cuando le pide ayuda a su mano derecha en la empresa, Hagen, deciden que le cargarán las culpas al misterioso acompañante de la chica de aquella noche, al que Janoth vio salir del apartamento pero al que no pudo ver la cara. Para localizarlo, organizan una investigación; el problema es que se la encargan a George Stroud, que intentará sabotearla ya que, de prosperar las pesquisas, él será acusado del asesinato.

Como se ve, el argumento es apasionante y muy original. El guión además es lo suficientemente bueno como para tejer la intriga de manera muy eficaz, de modo que conforme avanza la película y se va cerrando el círculo en torno a George, la tensión no deja de aumentar. Destaca cómo todo el entramado está sólidamente construido y las piezas encajan perfectamente. La investigación para descubrir al misterioso acompañante de Pauline va aportando testigos, detalles sobre el hombre sin rostro, indicios que George, naturalmente, conoce de antemano; y él mismo puede ver en primera persona cómo los progresos de sus ayudantes hacen que su identificación parezca inevitable.

Esta tensión, unida a los desesperados intentos de George de probar que Janoth, al que vio cuando llegaba al apartamento de Pauline, estuvo con la joven, y que van fracasando sin remedio, logran mantener el ritmo y la expectación con gran eficacia.

John Farrow, que estaba casado con Maureen O'Sullivan, y que son los padres de Mia Farrow, lleva el relato con bastante eficacia, dejando que la acción discurra de manera fluida. 

En cuanto al reparto, Farrow contó con un elenco envidiable. Para empezar, el excelente Charles Laughton que, incluso a medio gas, como parece en esta ocasión, llena la pantalla con su presencia. Lo mismo que Elsa Lanchester, su esposa en la vida real, y que encarna aquí a una excéntrica y muy divertida artista, mucho más inteligente de lo que aparenta. Ray Millan era un actor eficaz, quizá demasiado rígido, pero nunca desentonaba. Y George Macready vuelve a imponer su presencia dura, casi siniestra, como había hecho en Gilda (Charles Vidor, 1946).

Es cierto que la introducción de la película me pareció un poco larga e intrascendente. Tal vez hubiera sido mejor no extenderse en algunos detalles irrelevantes. Pero en cuanto muere Pauline, la película se centra y adquiere toda su fuerza. Se puede argumentar que John Farrow no termina de exprimir todo el potencial del argumento, puede ser, aunque el conjunto sigue resultando muy válido.

El reloj asesino, si bien no alcanza la excelencia, nos atrapa fácilmente al ver a un hombre inocente luchando contra todos y cada vez con menos esperanzas de salir libre de la cacería que él mismo dirige. El desenlace, que cuadra con lo habitual y esperado, puede anticiparse, pero también se resuelve con un toque original que no defrauda en absoluto.

En 1987, Roger Donaldson dirigió un remake titulado Sin salida e interpretado por Kevin Costner y Gene Hackman. Presenta algunas variantes argumentales en relación a este film y recomiendo que lo vean pues, en algunos detalles, supera al original.

No hay comentarios:

Publicar un comentario