Dirección: Roy William Neill.
Guión: Edward T. Lowe, W. Scott Darling y Edmund L. Hartmann (Historia: Arthur Conan Doyle).
Música: Frank Skinner.
Fotografía: Les White (B&W).
Reparto: Basil Rathbone, Nigel Bruce, Lionel Atwill, Kaaren Verne, William Post Jr., Dennis Hoey, Holmes Herbert, Mary Gordon.
El científico suizo Franz Tobel (William Post Jr.) ha inventado un revolucionario visor para el lanzamiento de bombas desde aviones. Los nazis desean hacerse con el invento secuestrando al profesor Tobel, pero Sherlock Holmes (Basil Rathbone) lo ayudará a escapar a Inglaterra.
Basada en el relato Los bailarines, Sherlock Holmes y el arma secreta (1942) es la cuarta película de la serie de adaptaciones de las obras de Conan Doyle interpretadas por el duo formado por Basil Rathbone como Sherlock Holmes y Nigel Bruce como el doctor Watson.
Siguiendo con la filosofía de esta serie, estamos ante un típico film de serie B que basa su eficacia en una cuidada puesta en escena y el interés intrínseco de las intrigas ideadas por Conan Doyle. En esta ocasión, la acción se traslada a la época de la Segunda Guerra Mundial en un claro intento de levantar la moral del Reino Unido, con una Inglaterra asediada por los bombardeos alemanes en el momento de la realización de la película.
Lo más destacado, ciertamente, es la intriga en torno al invento del profesor Tobel y su situación de constante peligro ante el acecho del profesor Moriarty (Lionel Atwill), el archienemigo de Holmes, que desea atraparlo para poder obtener un cuantioso beneficio entregándolo a los alemanes. William Neill sabe sacar partido de las limitaciones presupuestarias gracias al inteligente uso de la fotografía de Les White, potenciando el juego de sombras para crear ambientes amenazadores y misteriosos que dan la atmósfera perfecta para la historia.
Es verdad que en esta ocasión no estamos ante una intriga verdaderamente detectivesca, sino más bien en un film de espionaje, con un interesante duelo entre Holmes y Moriarty para intentar derrotarse mutuamente. Ello resta cierta emoción a la historia: por un lado, falta el misterio que Holmes suele desvelar brillantemente y además adivinamos fácilmente que será Sherlock Holmes quien resultará vencedor del duelo con Moriarty. La única duda es ver la manera en que logrará derrotarlo.
Sin embargo, Sherlock Holmes y el arma secreta cuenta con otros pequeños alicientes. Por ejemplo, tenemos los diferentes disfraces que adopta Holmes o algunos trucos curiosos, como el tratamiento de una hoja de papel para descubrir las marcas de lo que se había escrito en otra hoja situada encima, que es la simpática e ingeniosa clave utilizada por el profesor Tobel para informar, en caso de peligro, de sus planes a Holmes; y también tenemos el uso de pintura como método para seguir la pista al coche de los secuaces de Moriarty.
Con todos estos elementos, la película transcurre con fluidez. Es la ventaja de tener un presupuesto limitado que obliga a ir directamente a lo esencial; de esta manera se evitan tiempos muertos o escenas que no aportan nada a la trama.
Basil Rathbone es un Sherlock Holmes perfecto, tanto en la apariencia como en su comportamiento. Junto a Peter Cushing, es el mejor Holmes del cine. Nigel Bruce también me parece muy adecuado para encarnar al doctor Watson, especialmente porque en esta serie el doctor es un personaje torpe y muy simple, buscando crear un toque cómico en su personaje en contrapunto a Holmes, algo que no termina de convencerme, en especial porque se cargan demasiado las tintas en su torpeza. Hubiera preferido un enfoque más sutil.
El resto del reparto funciona correctamente también, al igual que el resto de apartados. Y es que, en su modestia, Sherlock Holmes y el arma secreta es un film entretenido, que es lo que se propone ser.
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