El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 11 de junio de 2022

Sherlock Holmes en Washington



Dirección: Roy William Neill.

Guión: Bertram Millhauser y Lynn Riggs (Personajes: Arthur Conan Doyle).

Música: Frank Skinner.

Fotografía: Les White (B&W).

Reparto: Basil Rathbone, Nigel Bruce, Marjorie Lord, Henry Daniell, George Zucco, Don Terry, Holmes Herbert, Thurston Hall, Edmund MacDonald, Bradley Page, Gavin Muir, Gerald Hamer. 

Un agente secreto británico (Gerald Hamer) que llevaba un importante documento a Washington es secuestrado al llegar a los Estados Unidos. El gobierno británico recurre entonces a Sherlock Holmes para que encuentre el documento.

Sherlock Holmes en Washington (1943) es la quinta entrega de la serie protagonizada por Basil Rathbone y Nigel Bruce encarnando al detective Sherlock Holmes y su amigo el doctor Watson respectivamente.

Al igual que en otras entregas de la serie, Holmes debe enfrentarse a un grupo de espías enemigos en una historia que busca sobre todo la propaganda a favor de los aliados, ya que la película se rueda en plena Segunda Guerra Mundial. Por eso tampoco extraña que Sherlock Holmes en Washington no esté basada en un relato original de Conan Doyle.

Personalmente, las películas de la serie centradas en temas de espionaje me parecen un poco menos interesantes que aquellas que se centran en la resolución de asesinatos, en la vertiente del trabajo típico de Sherlock Holmes, en parte por la evidente propaganda política y, en este caso, por la visita turística a Washington añadida un tanto torpemente.

Sin embargo, la trama no está nada mal pensada, en especial el detalle de los documentos escondidos en una caja de cerillas que el espía inglés, cuando se siente amenazado, intenta poner a salvo introduciéndola en el bolso de una joven que viaja en el mismo tren, Nancy (Marjorie Lord), quien se verá involucrada a su pesar en un asunto que pondrá su vida en peligro.

Con un fino sentido del humor, la caja será la protagonista de algunos momentos interesantes. Por ejemplo, en la emocionante secuencia en la que va pasando de mano en mano en una fiesta hasta que Nancy finalmente vuelve a hacerse con ella. O cuando, por casualidad, el jefe de los espías enemigos, Heinrich Hinkel (George Zucco), se hace con la caja de cerillas y Holmes, sabiendo lo que contiene, intenta hacerse con ella sin conseguirla. Pero al final, Holmes logra engañarlo y Hinkel le entregará la caja de cerillas ignorando que ahí estaba el documento que llevaba buscando tan desesperadamente.

Pero si bien es cierto que la trama posee detalles interesantes y un fino sentido del humor, más agudo que el recurso de convertir al doctor Watson en un bobalicón, algo redundante en toda la serie, también hay que reconocer que la resolución del caso es bastante simple. Imagino que por la contención de costes, con una duración de la cinta bastante breve, lo que no permitía demasiadas libertades y el guión tenía que ser directo y conciso, pero en este caso perjudica un poco la trama y su desenlace, que resultan, a día de hoy, un tanto pueriles. Sin embargo, hemos de comprender el año de realización y los medios empleados. No podemos valorarla estrictamente con la mentalidad actual, pues seríamos un tanto injustos de hacerlo así.

De nuevo el peso de la cinta recae prácticamente por entero en Basil Rathbone, un magnífico Sherlock Holmes, el que mejor ha encarnado al detective en el cine. Nigel Bruce está sujeto a un papel un tanto simple pero, independientemente de que nos guste más o menos su rol cómico, hemos de reconocer que su trabajo como bonachón algo inocente y torpe es admirable.

Sherlock Holmes en Washington tiene el interés de toda la serie: películas sencillas, filmadas con cuidado, potenciando los recursos disponibles y con el atractivo que rodea a un personaje tan carismático como Sherlock Holmes. No es de las mejores de la serie pero resulta muy entretenida.

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