El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 2 de junio de 2022

Persecución en Argel



Dirección: Roy William Neill.

Guión: Leonard Lee (Historia: Arthur Conan Doyle).

Música: Edgar Fairchild.

Fotografía: Paul Ivano (B&W).

Reparto: Basil Rathbone, Nigel Bruce,  Marjorie Riordan, John Abbott, Martin Kosleck, Gerald Hamer, Rosalind Ivan, Morton Lowry, Leslie Vincent, Rex Evans, Wee Willie Davis, Frederick Worlock.

Tras el asesinato del rey de Rovenia, el primer ministro de ese país (Frederic Worlock) le pide a Sherlock Holmes (Basil Rathbone) que escolte al joven príncipe Nicolás (Leslie Vincent) de regreso a Rovenia, protegiéndolo de posibles atentados.

Película decimosegunda de las catorce películas ambientadas en las obras de Conan Doyle interpretadas por Basil Rathbone y Nigel Bruce, de las que Roy William Neill dirigió las once últimas. Se trata de producciones modestas, pero con cierto encanto.

En esta ocasión, tras un comienzo prometedor, con una original manera de concertar una entrevista con Sherlock Holmes por parte de las autoridades de Rovenia,  Persecución en Argel (1945) empieza un lento declive en cuanto intensidad que, por desgracia, dura hasta el mismo desenlace, cuya originalidad afortunadamente nos deja un buen sabor de boca.

Sin embargo, da la impresión de que las limitaciones del guión impiden que la intensidad de la trama pueda mantenerse más allá de momentos puntuales. Todo el viaje en barco, que es la parte más importante de la historia, es en realidad lo más flojo del film. William Neill intenta mantener cierta tensión, pero es evidente que el material con el que cuenta no da para mucho. Por eso se intenta sembrar dudas sobre las intenciones de diversos pasajeros del barco, aunque tampoco es un recurso que ayude demasiado. Y también así se explican los momentos musicales que debe intercalar para que la cinta tenga una duración aceptable y que son más un estorbo que otra cosa.

No ayuda para nada tampoco el que se descubra en seguida la identidad de los tres hombres encargados de matar al príncipe, lo que nos deja sin una necesaria dosis de intriga. Todo se reduce, entonces, al juego de amenazas e indirectas entre Holmes y esos asesinos, sin que ello aporte nada de especial relevancia.

Por lo tanto, toda la parte central de Persecución en Argel es bastante floja, lo que convierte a esta película en muy poco interesante e incluso, pese a su corta duración, hay momentos en que se hace un tanto aburrida.

Lo mejor, sin duda, Basil Rathbone, que da vida de manera muy sobria a Sherlock Holmes. Especialmente me convence que no es un Holmes pedante, sino que su personaje es amable, elegante y desprende una seguridad en sí mismo muy natural y nada prepotente. Sin embargo, el doctor Watson de Nigel Bruce me parece demasiado torpe. El cargar un poco las tintas para hacer de Watson un personaje más simpático no me convence del todo; incluso me cuesta entender la confianza de Sherlock en él, pues adivinamos enseguida que no es un personaje resolutivo, sino que más bien puede complicarle las cosas al detective sin querer.

Persecución en Argel se queda pues en un pasatiempo sin demasiado interés, salvo para los entusiastas de Sherlock Holmes. 

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