El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 20 de junio de 2022

Un espíritu burlón



Dirección: David Lean.

Guión: David Lean, Ronald Neame y Anthony Havelock-Allan (Obra: Noël Coward).

Música: Richard Addinsell.

Fotografía: Ronald Neame.

Reparto: Rex Harrison, Constance Cummings, Kay Hammond, Margaret Rutherford, Hugh Wakefield, Joyce Carey, Jacqueline Clarke. 

Preparando una nueva novela, Charles Condomine (Rex Harrison) invita a cenar a Madame Arcati (Margaret Rutherford), una médium. Fruto de la sesión de espiritismo, la difunta primera esposa de Charles, Elvira (Kay Hammond), se le aparece. 

A partir de una obra de teatro de Noël Coward, David Lean construye una disparatada comedia de un humor realmente muy negro.

Sorprende la naturalidad con que guión introduce el tema de los espíritus. Ya el comienzo nos previene que, aunque de adultos nos volvamos bastante escépticos sobre fenómenos extraños, esto es un error tremendo.

A partir de ahí, se despliega un duelo conyugal entre Charles y sus dos esposas: la difunta Elvira y la muy viva Ruth (Constance Cummings), que pasa de la incredulidad cuando su marido afirma poder ver y oír a Elvira al hartazgo de tener que compartir casa y marido con ese espíritu. 

La clave de la comedia es pues ese triángulo matrimonial que acaba con las buenas maneras, la cortesía y las mentiras piadosas. La presencia de Elvira saca a relucir el mal carácter de Ruth y la propia Elvira, a su vez, confesará lo poco contenta que era en su matrimonio con Charles, llegando a admitir que le había sido infiel. 

Pero, a pesar de todo, Elvira sigue sintiendo un curioso afecto hacia Charles, hasta el punto, como adivina Ruth, de planificar su muerte para hacer que se reúna con ella definitivamente en el más allá. Por desgracia, su plan sale mal y la que fallece es Ruth. Ahora, Charles deberá convivir con los dos espíritus.

Un espíritu burlón (1945) se sirve pues de esta surrealista presencia de espíritus para analizar el tema del matrimonio y las relaciones de hombres y mujeres con un ácido sentido del humor. No es, de todos modos, una película que nos haga reír abiertamente, sino más bien un entretenimiento curioso. Le falta algo de chispa o incluso algo más de desinhibición para poder alcanzar mejores registros cómicos.

Lo que sí que tenemos es un reparto bastante eficaz. Rex Harrison está perfecto dando vida al esposo que va pasando por distintos estados de ánimo ante la aparición del fantasma de Elvira, sin perder su compostura natural. Constance Cummings y Kay Hammond, especialmente la segunda, tampoco desentonan en absoluto. Pero es Margaret Rutherford la que destaca sin duda por encima de todos. Sin duda le ayuda mucho que su personaje sea el más interesante y el que aporta la única nota de locura, de chispa al relato. Suyos son los mejores diálogos, con frases realmente ingeniosas. La pena es que no sea ella la que lleve el peso de la historia, ya que cada aparición suya revitaliza poderosamente el relato.

Curiosamente, en 1947, Rex Harrison será el que interprete a un fantasma en la deliciosa El fantasma y la señora Muir (Joseph Leo Mankiewicz), que recomiendo especialmente.

La película ganó un Oscar por los efectos especiales que, aún a día de hoy, se mantienen muy dignamente en pie.

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