El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 26 de junio de 2022

Niñera moderna



Dirección: Walter Lang.

Guión: F. Hugh Herbert (Novela: Gwen Davenport).

Música: Alfred Newman.

Fotografía: Norbert Brodine.

Reparto: Robert Young, Maureen O´Hara, Clifton Webb, Richard Haydn, Louise Allbritton, Randy Stuart, Ed Begley, Larry Olsen, John Russell, Betty Ann Lynn, Willard Robertson.

Cuando la niñera se despide de casa de los señores King, harta de pelear con sus tres hijos pequeños y el perro, Tacey King (Maureen O´Hara) pone un anuncio buscando sustituta. Lynn Belvedere (Clifton Webb) responde al anuncio.

Es maravilloso cómo el cine clásico puede sorprenderme una y otra vez. En esta ocasión con una sencilla pero muy inteligente comedia que retrata incisivamente a la clase media norteamericana. No, en general, retrata algunos aspectos despreciables del ser humano en general, aunque con el tamiz del humor.

Niñera moderna (1948) parece una comedia inocente, un tanto surrealista incluso al situar a un hombre desempeñando una profesión considerada entonces típicamente femenina. Y por aquí empieza a mostrar sus intenciones. Niñera moderna es una película que desafía los convencionalismos, lo que le da un aire de modernidad que sigue manteniendo aún en la actualidad. Habíamos visto películas que reivindicaban acertadamente el papel de la mujer en el mundo laboral equiparándola, en aptitudes y capacidad, a los hombres, como por ejemplo en la maravillosa La mujer del año (George Stevens, 1942), pero esta cinta me atrevería a decir que es aún más revolucionaria pues, en los años en que se rodó, era mucho más impensable ver a un hombre desempeñando un trabajo tan femenino como el de niñera.

Pero además, la película es una crítica muy aguda de la vida de las clases medias provincianas. Los vecinos cotillas, el servilismo ante los jefes, el tener que guardar siempre las apariencias, viviendo en función del qué dirán, el machismo institucionalizado... todo ello tiene cabida en esta comedia deliciosamente crítica. 

Pero el punto genuinamente único de Niñera moderna es el personaje del señor Belvedere, todo un hallazgo y un prodigio. Belvedere, un genio como él mismo se define, es un experto en todo: boxeo, baile, escritura, yoga, anatomía... Es un personaje que tiene todos los números para caernos mal, por su aire de superioridad, su falta absoluta de modestia, su eficacia casi humillante, su egolatría. Y sin embargo, resulta admirable, porque es auténtico en medio de personas fisgonas, mediocres y vulgares. Lynn Belvedere tiene derecho a creerse mejor que los demás porque ... lo es. Porque también es honesto y cumple con su trabajo a rajatabla y es eficaz, resuelve los problemas y le da una educación correcta a los hijos malcriados de los King, poniendo orden y criterio y sentando las bases de unos valores basados en el respeto y la obediencia a los mayores. Creo que en este punto, hoy en día no nos vendrían mal unos cuantos señores Belvedere.

Y el gran acierto es poder contar con el genuino Clifton Webb para encarnar a Lynn Belvedere. Webb, que ya me deslumbró en Laura (Otto Preminger, 1944), haciéndose por completo con la película, lo vuelve a hacer aquí. Elegante, firme a pesar de su aparente fragilidad, le da un auténtico toque de distinción a su personaje, que adquiere sin esfuerzo la categoría de genio, resultando del todo convincente y natural. Webb destila superioridad, buen gusto y autoridad. No extraña que fuera nominado al Oscar, lo raro es que no se lo dieran. No sé que habría sido de Lynn Belvedere con otro actor, tal vez pudiera resultar antipático, pero Clifton Webb lo convierte en especial y hasta encantador y termina por enamorarnos.

Robert Young y Maureen O´Hara dan vida a un atractivo matrimonio, pero sin duda palidecen ante la presencia de Clifton Webb, cuyo personaje es el dinamizador de la comedia y tiene los mejores momentos y las mejores frases. No se pierdan alguna de sus afirmaciones, pues son oro puro.

Maravillosa comedia llena de ingenio, con un ritmo preciso y ágil. Radiografía de los "pecados" de una burguesía acomodada y fisgona y, sobre todo, que nos regala a uno de esos personajes inmortales y únicos. Niñera moderna es una comedia maravillosa.

La película tuvo un gran éxito de público, lo que propició dos secuelas: Mr. Belvedere, estudiante (Elliott Nugent, 1949) y El genio se divierte (Henry Koster, 1951).

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