El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 24 de enero de 2023

El exótico Hotel Marigold



Dirección: John Madden.

Guión: Ol Parker (Libro: Deborah Moggach). 

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Ben Davis.

Reparto: Judi Dench, Bill Nighy, Tom Wilkinson, Maggie Smith, Penelope Wilton, Ronald Pickup, Celia Imrie, Dev Patel, Tina Desai, Lillete Dubey.

Por distintas razones, un grupo de personas mayores inglesas coinciden como huéspedes en un hotel de la India que no se parece mucho al que habían esperado. 

Últimamente estoy constatando como ambicionas películas recientes buscan aunar una puesta en escena preciosista con un contenido profundo. Sin embargo, el resultado suele estar desequilibrado, con un contenido por debajo de lo deseable y es justo la sensación que he tenido tras ver El exótico Hotel Marigold (2011). 

La propuesta de John Madden es en su origen interesante: hacer un retrato de un grupo de personas en la recta final de su existencia, con los problemas propios de su edad y haciendo un balance de sus vidas y sacando conclusiones. Además, para que el entorno sea aún más impactante, Mayen sitúa la acción en la India, un subcontinente tan exótico que ofrece muchas posibilidades a nivel de telón de fondo.

El diseño de producción es impecable, con una hermosa fotografía que nos presenta una India casi de postal, donde incluso los bajos fondos parecen oler a hermosas fragancias exóticas. El ritmo es preciso, de manera que ni la duración del relato se hace pesada. Desde este punto de vista meramente formal el film no tiene tacha alguna. Y si además le añadimos un reparto especialmente cuidado, el resultado es una película que lo reúne casi todo para funcionar bien. 

El problema es que tanto lujo de detalles no encierra lamentablemente un contenido a su altura. Y no es que las historias presentadas no resulten interesantes, el problema es que no parecen auténticas, sino una especie de fórmula muy bien calculada para emocionar al espectador, manipularlo convenientemente para hacerle pasar de la risa tranquila a la emoción dosificando los dramas con astucia para llevarnos a un final tan idílico que nos sintamos agradecidos por la experiencia.

Ya el punto de partida, el grupo de desconocidos turistas ingleses coincidiendo en el mismo hotel en la India, es un tanto forzado, pero no es complicado asumirlo. Sin embargo, lo que viene a continuación sí que roza lo surrealista.

Primero, el director del hotel, que parece vivir en un mundo de dibujos animados, estafando directamente a los huéspedes con un hotel que no es ni la sombra de lo anunciado y tanto él como los clientes parecen aceptar el engaño como si fuera una simple broma inocente.

Segundo, personas totalmente desconocidas que se desvelan los secretos más íntimos con una naturalidad indescriptible. Tras un saludo de cortesía pasan a confesarse secretos íntimos como quien comparte una taza de té. Aquí el film resulta ya del todo increíble. Sin embargo, lo peor es cuando partiendo de estas bases se busca un relato trascendente a base de tópicos y de forzar situaciones con un descaro increíble para sacarnos una lagrimita. Es evidente que nadie se puede quedar indiferente ante un amor frustrado, la soledad o el dolor de un matrimonio fracasado. Pero para que el relato de estas desgracias resulte verdaderamente emotivo ha de ser sincero y nunca tuve esa impresión, más bien la de un guionista que practicaba la alquimia mezclando en su laboratorio los ingredientes necesarios para forzar una historia emotiva, tierna y bienintencionada.

La suerte es poder disfrutar de Maggie Smith, Tom Wilkinson, Bill Nighy y Julie Dench, realmente increíbles como siempre e incluso Dev Patel, a pesar de su alocado personaje, al que logra contagiar una alegría de vivir encantadora. Pero pretender solamente con el reparto y la preciosa puesta en escena justificar un argumento forzado y manipulador termina por no resultar una buena fórmula.

Un film que se deja ver con agrado pero que va a requerir muy buena voluntad por nuestra parte.

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